Muy lejos quedan ya aquellas empresas
en las que los organigramas eran prácticamente inamovibles, en los que la
salida de un empleado era rápidamente ocupada por un nuevo candidato o en la
que el presentismo era indiscutible. Actualmente, las empresas del siglo XXI
son empresas en continuo movimiento y transformación, en las que se cambian constantemente
las estructuras, los procedimientos, los roles, incluso los aspectos culturales
y valores, que se adaptan constantemente a los cambios que se producen en el mundo
globalizado, en general, y en el consumismo, en particular.
Las nuevas organizaciones están
formadas por personas que tienen claro cuál es el objetivo final, independientemente
de que cada uno escoja un camino u otro para llegar al éxito. No se valoran
tanto los eslabones de la cadena, entendidos como los procedimientos y pasos que
se deben seguir para lograr un objetivo, sino que se valora mucho más que la
cadena sea fuerte y segura. Es decir, que se lleguen a cumplir las metas,
respetando en todo momento los mínimos que se exigen a nivel documental, legal
y normativo, a través de proyectos independientes liderados por cualquier empleado o empleada, sin importar el lugar que ocupen en el organigrama.
El presentismo y la flexibilidad
laboral, la uniformidad más clasista y la más
casual, las generaciones más antiguas y las más jóvenes, los procesos más
mecánicos y los más digitalizados… son capaces de danzar manteniendo una
coreografía uniforme, siempre y cuando estén claros los objetivos estratégicos,
los cuales deberán ser compartidos y sobre los que cada empleado deberá sentirse identificado desde el primer momento.
Esta simbiosis que se da dentro de
una misma empresa va a dar lugar a una cordial convivencia entre personas, con
criterios de trabajo consensuados, valores y respeto firmes, eficacia en la praxis
y satisfacción laboral. Es aquí donde adquiere un papel fundamental el
departamento de Recursos Humanos, que siendo aliado de los demás departamentos y estando alineado con la estrategia empresarial, debe procurar que nadie desentone en la coreografía, la cual se habrá convertido en toda una competición de baile profesional que lucha
por el triunfo frente a los grupos de empleados de las empresas de la competencia.
RRHH va a tener, por lo tanto, un papel clave en la gestión del conocimiento y del rendimiento, en la necesidad de crear entornos en los que los empleados desarrollen sus carreras y en crear espacios de participación, donde afloren la creatividad, la comunicación y la transmisión de información.
La Dirección de la empresa debe apoyarse en el área de RRHH para lograr articular al menos estos 7 ejes:
- Extender la visión y misión estratégica y hacerla llegar a todos y cada unos de los rincones del entramado empresarial.
- La creación, supervisión y seguimiento de las políticas de recursos humanos que aporten valor añadido a la gestión empresarial y a la consecución de los objetivos marcados, aportando además coherencia con los compromisos que como personas y entidades debemos asumir con la sociedad y el planeta.
- Sensibilizar a todo el personal sobre la importancia de la norma y su cumplimiento, buscando siempre el criterio de la legalidad y apartándose de los riesgos que pueden llevar a estropear en un instante lo que se ha tardado años en crear.
- Potenciar el talento como ventaja competitiva, apostando por la formación continua en conocimientos y en la gestión de las emociones.
- Participar de buen grado en acciones de responsabilidad social corporativa y en la gestión del desarrollo profesional sostenible.
- Potenciar la comunicación interna, mediante las redes sociales internas, comunidades de empleados y otras plataformas, que mejoren la comunicación, la motivación, el intercambio, el compartir ideas, los valores de equipo y el orgullo de pertenencia.
- Y, por supuesto, inculcar a todos la necesidad imperante de adaptabilidad a los cambios constantes.