jueves, 17 de diciembre de 2015

La familia, un pilar fundamental

Yo lo tengo claro, mi familia es lo más importante en esta vida. Soy incapaz de pensar en algo que le gane en importancia. Partiendo de esta prioridad, para mi incuestionable, os hago llegar la siguiente reflexión que como siempre podéis compartir o no conmigo.

Normalmente, en nuestra rutina son varias las tareas que nos ocupan nuestras 24 horas.
  • Atender nuestras necesidades básicas como comer o dormir nos ocupan aproximadamente 10 horas, lo que sería un 40% de nuestro día.
  • El trabajo y trayectos derivados, suponiendo que tengamos una jornada completa, nos vendría a ocupar unas 9 horas, es decir, un 38%.
  • El 22% restante del tiempo lo dedicamos a otras actividades personales (ver televisión, leer, estudiar, hacer deporte o el cuidado personal), a tareas domésticas (preparar la comida, limpiar la casa o hacer la compra) y a las relaciones sociales (amigos y familia).

Intento hacer con este esquema la foto de una realidad durante un día cualquiera de nuestras vidas. En él observamos que de todo nuestro tiempo de actividad, más de la mitad lo dedicamos exclusivamente al trabajo, mientras que la otra parte la tenemos que repartir entre tareas del hogar, la atención que nos prestamos a nosotros mismos y aquella que dedicamos a los demás, entre esta última, a la familia.

No cabe duda, por lo tanto, que al primer estamento en importancia (según mi opinión) le damos tan sólo un pedacito de nuestro tiempo. Y a veces es que no hay más remedio que hacerlo así, porque si no trabajamos quién lleva dinero a casa, si no vamos a comprar quién come…

Como todo, la necesidad llevada al extremo es la que nos hace caer en el error. Independientemente de cuál sea nuestro empleo o nuestro grado de responsabilidad, dedicarle más horas al trabajo de las necesarias y que además esto se haga ya por rutina y no por necesidad puntual, nos come tiempo de los otros temas que también debemos cubrir en nuestro día: restamos horas de sueño o comemos rápidamente o de manera inadecuada, afectando directamente a nuestra salud física; dejamos de hacer actividades que nos evaden del estrés y nos permiten relajarnos, afectando a nuestra salud mental; dejamos de atender a los nuestros, y al final nos acabamos arrepintiendo.

Tengo muy claro que yo estoy ligado a mi familia, a quienes sé que van a estar ahí siempre y quienes en caso de crisis laboral o personal van a estar dándome todo su apoyo. Tengo también muy claro que debo cumplir una serie de mínimos en mi trabajo (que en ocasiones puntuales serán máximos)  porque de ello depende entre otras cosas mi capacidad para tener mejor calidad de vida, pero también tengo muy claro que no estoy unido al trabajo hasta que la muerte nos separe y a la familia, en cambio, sí.

Hasta aquí mi reflexión, dejando claro que en todo momento he hablado de familia (en mi caso padres y hermana), pero es importante destacar el matiz de que cada uno tendréis claro quiénes son vuestra familia, en muchas ocasiones, vuestros propios amigos.

El siguiente video de una cadena alemana de supermercados es el que me inspiró a escribir este artículo sobre un gran valor humano como es el de la Familia.


miércoles, 9 de diciembre de 2015

Encuentra tu "Estado de Flow"

Seguramente todos nosotros hemos tenido la gran oportunidad de experimentar lo que el psicólogo Mihály Csíkszentmihályi denomina “Estado de Flujo o Flow”.

¿Has estado tan inmerso en una actividad que has perdido la noción del tiempo? ¿Has estado tan atento a lo que alguien decía que has sido incapaz de escuchar que otra persona te estaba hablando? ¿Has focalizado tu atención en algo, llegando a olvidar todo lo que tenías a tu alrededor?

Si algo parecido te ha sucedido alguna vez ya has tenido la gran oportunidad de encontrarte en estado de flujo. “Fluir” tal y como lo define este maestro de la psicología positiva es, por lo tanto, la implicación total en una tarea o actividad, de tal manera que el individuo experimenta un grado de concentración absoluto que le hace poner todas sus habilidades y destrezas al máximo nivel posible.

En el estado de Flow nos encontramos haciendo lo que realmente nos place y apasiona, al menos en ese momento. Es el placer de sentir que estamos haciendo justo lo que en ese instante necesitamos, dejando en segundo lugar en orden de importancia cualquier otra cosa que intente interponerse en nuestro camino.

Podemos experimentar el estado de Flow en prácticamente cualquier situación cotidiana, siempre y cuando nuestras habilidades y las que requiere la tarea estén en equilibrio. Si no fuese así sería imposible. Una tarea que exija un nivel de destreza más alto que el que en ese momento seamos capaces de proporcionar simplemente nos provocaría estrés y ansiedad. De lo contrario, una tarea que exigiese poco nivel de destreza al que nosotros superaríamos con creces nos estaría provocando aburrimiento. Por lo tanto, el equilibrio y sintonía entre lo que somos capaces de dar y lo que la tarea demanda es fundamental para poder entrar en estado de Flow.

Sabiendo esto, es fácil pensar que cada cual encuentre esta paz interior realizando cualquier actividad que para él o ella permita alcanzar este equilibrio del que hablo. Cocinar, hacer deporte, el propio trabajo, pintar, pasear… cualquiera puede encontrar aquellas actividades que le dejen fluir.


Pero detectar esta actividad no es suficiente. Fijarnos una meta alcanzable, alcanzar un alto grado de concentración, trabajar nuestra frustración y miedo al fracaso, permitirnos cometer errores, centrarnos en el proceso y no obsesionarnos con el resultado… todas estas habilidades internas de la psicología emocional son ingredientes positivos que nos empujan hacia la posibilidad de entrar en un estado de Flow.