jueves, 24 de octubre de 2013

El significado de los valores

Como su propia palabra indica, y valga la redundancia, los valores tienen valor por sí mismos. Los valores nos permiten darle sentido interno a nuestras conductas y a nuestras actitudes, porque es gracias a ellos que somos capaces de preferir, opinar, decidir, desechar y elegir un comportamiento en lugar de otro.

Un mismo valor puede adquirir diferentes matices de significado para diferentes personas, porque los valores están estrechamente relacionados con nuestros sentimientos y nuestras emociones. Cada individuo tenemos nuestra escala de valores y somos capaces de decidir y defender cuáles son los que ocupan el top de nuestra lista; una lista que iremos modificando con el tiempo a partir de nuevos conocimientos adquiridos y nuevas experiencias vividas.

Cuando alguien pretende poner nuestros valores en tela de juicio entramos en una discusión cíclica y sin salida en la que por lo general ambas partes tenemos razón. La explicación a esto se basa en esos matices personales que añadimos en función de nuestras creencias y emociones a la palabra en sí con la que definimos nuestros comportamientos. Al fin de cuentas, la importancia no radica tanto en las palabras y en la definición personal que le damos al valor en cuestión, sino que lo realmente importante es lo que significa y representa para uno mismo y la manera en cómo actuamos.

Sin ir más lejos, en cualquier organización en la que participemos (empresa, familia, pareja, colegio, sociedad,…) nos encontramos con problemas derivados de la falta de coherencia entre lo que se dice y lo que se hace. Pero si nos fijamos bien, ¿cuándo surgen estos problemas?. La aparición de las verdaderas discusiones y de los verdaderos problemas se da siempre tras la conducta, porque es entonces cuando comprobamos que hay incompatibilidad entre lo dicho y lo hecho (esa persona ha mentido) o entre lo que ha hecho y lo que yo creo que debería haber hecho (no compartimos los mismos valores).

Si los valores no tienen más o menos significados comunes para todos los miembros de las organizaciones, el ambiente se crispa, las personas se implican menos, bajan su rendimiento y se pierde en eficacia. Por eso, al detectar la existencia de incongruencias de valores (e insisto que se detecta más en el hecho que en la palabra), la comunicación debe hacer su aparición con el fin de consensuar y llegar al equilibrio necesario para que el organismo funcione correctamente. No debemos por lo tanto caer en el error de pensar que, por el simple hecho de que entre personas exista la misma etiqueta para un determinado valor, todos vamos a actuar igual. Ni tampoco al contrario, pensar que si discrepamos en las definiciones ello nos va a llevar a actuar de manera muy diferente ante situaciones similares.


En definitiva, la pureza primitiva de un valor se pierde en el momento en el que lo hacemos propio, pues es entonces cuando le adherimos matices personales que nos conducen a llevar a cabo determinados comportamientos. Pero lo que sin duda más impotencia genera al reflexionar sobre esa pérdida de pureza es que, en muchas ocasiones, es el sistema que nos rodea y nos lidera el que está llenando de impurezas a nuestros valores. Me pregunto, ¿cómo se quiere pretender un mundo de lealtad y responsabilidad cuando vivimos rodeados de corrupción?, ¿cómo se puede pedir un mundo de respeto y solidaridad cuando los países se bombardean entre ellos?… Valores como la sinceridad, el compañerismo, la tolerancia, la humildad, el altruismo, la empatía o el perdón existían ya en los adultos cuando estos fueron niños. ¿Qué ocurrió entonces?. 

Os invito a la reflexión.


martes, 15 de octubre de 2013

El rol del comunicador interno

El departamento de comunicación interna ha sido hasta hace bien poco el patito feo de las empresas. En una época en la que el consumo era desorbitado y prácticamente cualquier empresa tenía beneficios con incremento exponencial, la comunicación interna pasaba desapercibida en un panorama en el que palabras como “recesión”, “crisis”, “paro”, “desempleo”, “pobreza”… parecía que formaban parte de un pasado de posguerra más que de una realidad que estaba a punto de comenzar.

Hoy que el desanimo derivado de ese vocabulario está haciendo mella en los empleados, las empresas que sobreviven y ven necesaria la reinvención están otorgando especial importancia al departamento de comunicación interna y a todas las dinámicas, herramientas y medios que para la misma sean necesarios, pues saben que una inversión en ella es más que nunca una decisión estratégica con frutos positivos a medio/largo plazo.

Actualmente, se hace por lo tanto necesaria la figura de un comunicador, quien tiene que ser a su vez facilitador para que la comunicación fluya, se corrija en los momentos que sea necesario y consiga su cometido haciendo llegar el mensaje a todos los rincones de la organización. Para ello, el comunicador debe conocer los objetivos, los problemas, el día a día de cada departamento para ayudarles a resolver con ellos y entre ellos las incidencias y las dudas que puedan estar apareciendo. Pero esta persona es sólo el gestor con nombre y apellidos que debe existir como referente en la empresa. En realidad, él solo no haría nada sin la colaboración de otros agentes que a su vez también deben actuar en consonancia y hacia la misma dirección que marca la estrategia empresarial. Los jefes, responsables y en definitiva todos los miembros de la empresa en su medida deberán estar contribuyendo a que los canales de comunicación sean fluidos, transparentes y alineados a las necesidades del momento.

Cabe destacar que del mismo modo que no hace falta que el comunicador sepa de cada una de las áreas donde desempeña su labor (para eso ya existen los profesionales de cada una de ellas), tampoco es necesario que los diferentes componentes de la organización sean expertos en comunicación para que desempeñen satisfactoriamente su papel como facilitadores en la comunicación interna de la empresa.


El comunicador, entendido como persona “oficial” a tal fin en la empresa, debe tener especial cuidado de su comunicación en todo momento. Tanto cuando esté hablando de aspectos relacionados con el trabajo en sí como cuando esté en una situación informal o de talante más social (también a través de las redes sociales) debe tener presente la importancia y la influencia de su rol como comunicador, porque la comunicación no sólo informa, sino que también forma y en materia de estrategia, valores y cultura organizacional la formación constituye un papel fundamental.

jueves, 3 de octubre de 2013

La marca "Messi"

Toda marca personal debe ser trabajada si uno quiere hacerse un hueco en el pódium del sector en el que se desee destacar. Hoy trataré de dar mi opinión al respecto sobre la marca personal de Leo Messi, jugador del FC Barcelona con una marca propia afianzada en el top de los mejores futbolistas de la historia.

Nacido en 1987 en Rosario (Argentina), Messi fue criado en el seno de una familia humilde; su padre era un operario de fábrica y su madre una limpiadora a media jornada. Con 8 años le fue diagnosticada una enfermedad que le impedía tener un crecimiento normal y el tratamiento hormonal que requería era demasiado caro para ser costeado por su familia. A los 13 años el FC Barcelona le descubrió y se lo trajo a España junto a su familia, donde el club le cubrió los gastos del tratamiento que requería.

Con 17 años debutó como el jugador más joven del Barça en jugar un partido en Primera División y dos años más tarde ya pasó a formar parte de la plantilla titular del equipo. A sus 26 años Messi lleva ganados numerosos trofeos nacionales e internacionales y este año ha conquistado por cuarta vez consecutiva el Balón de Oro.

Leo Messi tiene una marca personal muy potente y muy bien posicionada. Sin lugar a dudas su habilidad en el campo es la que le ha llevado a ocupar la posición estelar que tiene, pero también ciertos rasgos de su personalidad le han hecho tener un perfil mucho más humano y próximo al público que el que hayan podido tener otras estrellas actuales del panorama futbolístico.

Messi es un chico reservado, tímido y poco comunicativo, pero gracias a su humildad y a su distancia de la polémica ha sabido llegar a muchísimas personas de todo el mundo. De su parte, Messi ha puesto la habilidad con el balón, aquello que le distingue de los demás, potenciándola y mejorándola conforme pasan los años llegando a crear exclusividad en su marca como profesional del deporte. Poco a poco va trabajando otros aspectos que le ayudan a fortalecer su marca personal, como por ejemplo recientemente el hecho de usar las redes sociales para presentar a su hijo ante millones de seguidores con mensajes cercanos como “Miren cómo crece Thiago” y “De vacaciones en Ibiza con mi familia. Muy feliz”. Además, muchas firmas han perseguido al figura para conseguir alinear sus marcas comerciales con la marca personal del jugador en una estrategia de win-win (ganancias para ambos). Es el caso de Adidas, que le ha diseñado un logotipo propio basándolo en tres conceptos: sus facciones, la inicial de su apellido y las tres franjas distintivas de la firma alemana.


En ocasiones una única fortaleza puede convertir tu marca en la mejor, pero no olvidemos que las circunstancias externas también pueden influir y mucho. En esta ocasión, el diamante en bruto del niño de 13 años que jugaba en un barrio de la ciudad argentina de Rosario ha sido pulido por la prensa deportiva y por las marcas comerciales, convirtiéndole en el brillante más valorado, pero la influencia del exterior también puede llevar tu marca a lo más hondo del abismo. Es por eso que las 3 “C”: Constancia, Coraje y Confianza en uno mismo, sobre todo esta última, deben ser tus aliadas en el arduo camino de construcción de una marca, porque nunca sabes qué puede venirte del exterior.

En una personalidad en la que su marca personal es cada vez más fuerte y en la que se alinea con las necesidades del público seguidor al ofrecerles lo que piden, los problemas con Hacienda y la polémica entorno a las fotos publicadas con una stripper quedan en un segundo plano y no tiñen la imagen del ya conocido en el mundo del fútbol como “Dios”.