Durante
estas semanas me encuentro impartiendo cursos in company y a todos los grupos participantes, que en
esta ocasión son mandos intermedios, les dedico unos minutos para explicarles la
importancia de realizar formaciones y la necesidad de ello, independientemente
de la experiencia profesional que uno tenga e independientemente, también, de
que uno ya haya pasado por varios cursos de formación a lo largo de su carrera
profesional.
Comienzo diciéndoles que el reciclaje formativo no deberíamos verlo como una opción y mucho menos como una obligación, sino que deberíamos verlo como una necesidad y una oportunidad de mejora.
Continúo
explicándoles algo que todos ya saben y es que los tiempos en los que vivimos
cambian a ritmos vertiginosos. La digitalización, que fue una novedad hace unas
décadas, ahora también cambia a un ritmo acelerado. No te ha dado prácticamente tiempo a conocer una herramienta digital ¡que ya ha aparecido otra mucho más actualizada
y potente! Las formas de trabajar, las de liderar equipos, las necesidades de
las personas a las que estamos liderando, las exigencias de nuestros clientes,
las del mercado y las de la sociedad… por no decir la cantidad de imprevistos
que nos podemos ir encontrando en el camino, como por ejemplo, la pandemia...
Todo
esto hace que, si seguimos trabajando acorde a los estándares de la formación
que en su momento recibimos, va a llegar un momento en el que esta manera de
trabajar ya no va a ser válida y, por ello, se hace necesario que reciclemos
y actualicemos nuestros conocimientos, activando a la vez aquellos que algún
día dejamos en el olvido y puliendo ciertas praxis que no son del todo
correctas. En definitiva, se hace necesario poner en práctica lo que todos
decimos y sabemos que es que ¡siempre podemos mejorar!
Para
hacer la explicación más gráfica, les dibujo en el atril un modelo compuesto por
dos ejes y cuatro cuadrantes. En el eje horizontal, la inconsciencia y la
consciencia; en el vertical, la incompetencia y la competencia.
Antes de entrar al aula de formación, la gran mayoría (por no decir todos) están en el primer cuadrante: el de la inconsciencia y el de la incompetencia. Están todos en el limbo, en el limbo de la felicidad incluso, porque ninguno de ellos es consciente de que son incompetentes. No saben que no saben, y siguen viviendo en un "mundo happy".
Desde
el primer instante en el que comienza el instructor a dar nuevos contenidos y
se van haciendo conscientes de su ignorancia, es cuando
entran en el segundo cuadrante. En un estado de crisis que les hace ser conscientes de
su incompetencia.
Pero
no hay nada de qué preocuparse en este punto. Siendo conscientes de ello y
teniendo la voluntad necesaria por subsanar esta ignorancia, en breve pasarán al tercer cuadrante, el que les va a permitir ser competentes mediante la
práctica, durante la cual serán conscientes de cómo tienen que hacer las
cosas para lograr el éxito. Atrás habrán dejado el limbo y la crisis; se encuentran ahora en el momento del aprendizaje.
Finalmente,
con la práctica, los nuevos hábitos se van a ir automatizando e interiorizando
y, con ello, pasarán al cuarto cuadrante, el de la inconsciencia y el de la
competencia. Serán inconscientemente competentes y ya no tendrán que estar
pensando constantemente en cómo tienen que hacer las cosas, porque las habrán
interiorizado y ya las estarán haciendo correctamente. Se han convertido en expertos de la materia.
Ahora
llega el momento en que les recuerdo, y vuelvo al principio de la charla, que el hecho de que se
conviertan en expertos no quiere decir que lo vayan a ser siempre, pues todos
esos cambios acelerados a los que hacía referencia al principio van a hacer que la manera de
trabajar que hoy realizan con experticia y de una manera inconsciente, dejará
de ser válida en un futuro si no ha habido de nuevo un reciclaje formativo. Siendo
así, volverían sin darse apenas cuenta al cuadrante del limbo.
Es mediante este esquema del aprendizaje que les argumento y les explico el porqué es importante la formación continua y os aseguro que consigo abrir los ojos y la mente a más de uno.
Principalmente, a los más veteranos, que suelen ser los más escépticos a la formación, arraigados al pensamiento único de “llevo muchos años trabajando en esta empresa y
ahora va a venir este jovenzuelo (bueno, ya no tanto!!) a darme lecciones de
cómo tengo que trabajar”. Creo que consigo así mi propósito: lograr que aprendan a desaprender para aprender mejor.