viernes, 28 de mayo de 2021

La conciliación, un 'must' en las ofertas de trabajo

Hace ya bastantes años que la “conciliación” es uno de los conceptos clave en las ofertas de empleo más atractivas, además de uno de los más valorados por los candidatos y las candidatas que buscan empleo. Aunque hoy en día la conciliación debería estar accesible para cualquier persona, independientemente del género, edad y posición jerárquica dentro de una empresa, todavía existen grandes carencias en el ofrecimiento y el acceso a este “casi derecho” que deberíamos tener todas las personas. Sin excluir a otras, ha sido en gran parte gracias a las nuevas generaciones y a sus principales prioridades de vida, que la búsqueda de la conciliación como principio y valor en las organizaciones se ha ido imponiendo poco a poco en el entramado laboral de las sociedades modernas.

Pero conciliar, no significa la posibilidad de entrar media hora antes o después al puesto de trabajo para recuperarla en la salida; conciliar significa mucho más. Es establecer estructuras y sistemas de apoyo adecuados que permitan compatibilizar los diferentes roles que las personas han decidido asumir en su entorno laboral, personal, familiar, social, etc.

Ha llegado el momento de ir más allá de la pura definición del término conciliación. Se ha ido haciendo bastante evidente, y hasta cierto punto se ha entrado en bucle, el asumir que en las últimas décadas las mujeres se han incorporado de forma masiva al mercado de trabajo y que los roles tradicionales de género han ido cambiando. En ocasiones, cuando hablamos de conciliación, parece que ésta se aplique exclusivamente a la mujer, como "un favor" que las empresas le están haciendo para poder llegar las otras tareas familiares. Sin embargo, gracias a la lucha continua en defensa de la igualdad, poco a poco se va asumiendo que la conciliación debe ir orientada por igual a mujeres y hombres, quienes de manera natural deben asumir el rol de padre/madre o amo/a de casa en el entorno familiar, al igual que el de jefe/a o director/a en el entorno laboral.

Conciliar, como todo, conlleva para las empresas ventajas e inconvenientes, pero a diferencia de lo que se pueda pensar globalmente, las ventajas superan y eclipsan con creces cualquier inconveniente que podamos plantearnos.

Las principales ventajas para una empresa que ofrece conciliación son la atracción y retención del talento, competitividad en el mercado laboral, mejora del clima laboral y reducción del absentismo, así como repercusión positiva en términos de productividad e imagen corporativa.

Los inconvenientes que podríamos pensar para una empresa que apueste por ella, podrían ser los derivados de la implantación, de los costes de cumplimiento de la legislación y de los costes de tiempo para poner en marcha políticas de conciliación.

Pero como decíamos, las políticas de conciliación no siempre suponen un coste añadido. No hay que olvidar que aquellas medidas que a priori sí suponen una inversión económica para la organización, también suponen un retorno de la inversión en un medio y largo plazo al hablar de claros beneficios en la motivación de los empleados y empleadas que van a mejorar su rendimiento y, con ello, la productividad.

Las empresas de hoy en día deben tener cierta actitud sensible hacia esta cuestión, porque también las empresas forman parte de la gran red social, e igual que la escuela tiene que educar a los niños y niñas en cuestión de igualdad, también lo deben hacer las empresas.

La falta de corresponsabilidad y la existencia de trabas para conciliar la vida personal, familiar y laboral, contribuyen a una discriminación laboral, muchas veces de manera inconsciente, que hace que existan, por ejemplo, esas diferencias salariales entre mujeres y hombres que han llevado a los Gobiernos a establecer leyes para erradicarlas. Es por ello, que uno de los valores fundamentales en cualquier organización de hoy en día debería ser la igualdad entre sus empleados y empleadas, orientada a ofrecer las mismas posibilidades salariales, de promoción, de conciliación, de flexibilidad horaria, etc.

Ha quedado totalmente obsoleto el pensamiento de que la vida personal y familiar de los empleados pertenece al ámbito privado y que las organizaciones no tienen que hacer nada con ello. La evolución de las políticas de igualdad, la incorporación de la mujer al mundo laboral y el talento existente obviamente en cualquiera de los dos géneros, hace abrir la mente y por eso cada vez hay más organizaciones preocupadas por la vida personal de sus plantillas. Cualquier persona dentro de la organización, incluida la Dirección, debería sentir la necesidad de equilibrar su vida profesional con la personal. De no ser así, y pensar únicamente en las cifras de negocio, estaríamos ante un grave problema, ya que se estaría descuidando una de las partes más importantes de la vida que es la personal, en la que se incluye la familia y el disfrute del tiempo libre, por poner sólo un par de ejemplos. No olvidemos nunca que, ante todo, somos personas.

martes, 18 de mayo de 2021

La acumulación de roles en una misma persona: tips para no quemarse

Una misma persona puede tener varios roles y llegar a realizar diversas actividades a lo largo del día: ser cabeza de familia, hacerse responsable de las tareas del hogar, ser quien eduque a los hijos, llevar la vida en pareja, trabajar fuera de casa, disfrutar de la vida social…

El estrés generado por querer llegar a todo puede dar lugar a la aparición de problemas psicológicos tales como la ansiedad, el insomnio o cambios en la autoestima, pero también orgánicos como las migrañas, gastritis, cefaleas, colon irritado, etc.

Existen varias razones por las que pueden ocurrir estos síntomas que se engloban bajo el nombre del síndrome del Burnout o síndrome de estar quemado en el trabajo. Un estado de agotamiento físico, emocional y mental vinculado con el ámbito laboral y el estilo de vida del empleado más allá incluso de las cuatro paredes de la empresa.

Aunque el síndrome se vincula normalmente al ámbito laboral, no debemos olvidar que al fin de cuentas somos personas y que todos nuestros problemas, por mucho que los queramos dejar en casa o en el trabajo, los llevamos siempre cargando en una mochila. Por este motivo, el “estar quemado” en el mundo laboral, como se traduce al Burnout, a veces no únicamente conlleva causas laborales, sino que se trata de un cúmulo de circunstancias laborales y personales que nos llevan a sufrirlo.

Problemas con la familia, con la pareja, con la salud propia y la de otros, con los amigos, económicos, con el jefe, con los compañeros de trabajo, con la actividad profesional en sí misma… pueden ser suficientes para que todos los roles y actividades que realizamos a lo largo de nuestra jornada puedan verse afectados, llegando a colapsarnos emocional y físicamente. Algunas de las razones que nos llevan a sufrir las consecuencias de este síndrome pueden ser:

  • A la jornada laboral se le tienen que sumar otras tareas domésticas, como por ejemplo las horas que dedicamos a la pareja, a los amigos, a los hijos y a otras personas dependientes, además del tiempo de ocio o aquel dedicado a otras actividades.
  • Es verdad que después de que comenzase la pandemia, la flexibilidad laboral, gracias al teletrabajo ha aumentado en un porcentaje bastante significativo y de una manera muy rápida en comparación con años previos, pero aun así el mercado y las estructuras laborales siguen teniendo horarios poco flexibles.
  • En muchas ocasiones, las instituciones no ayudan en recursos sociales o económicos que permitan la conciliación de la vida familiar y la vida laboral, ni a las empresas ni a los propios empleados.
  • En otras ocasiones, sin entrar en el farragoso tema del feminismo o del machismo, sigue existiendo una creencia importante de que el peso familiar debe caer sobre un único individuo de la pareja.
  • Las jornadas laborales partidas hacen que sea más difícil la conciliación de la vida familiar, al estar muchas horas fuera de casa.

A todo esto podríamos añadir muchos otros motivos, pero es hora de no pensar tanto en los qué sino en el cómo podemos actuar o cuáles son aquellos consejos que nos pueden ayudar para mejorar nuestra salud mental y física o fisiológica. Por ejemplo:

  • Atender más a nuestra persona: dedicarnos más tiempo al propio cuidado y bienestar, sin dejar de practicar las aficiones que nos gustan, y buscar un momento para hacer ejercicio y tiempo para relajarnos y descansar.
  • Aprovechar las nuevas tecnologías: por ejemplo, para agilizar en las tareas domésticas, usándolas para hacer la compra online o para agrupar tareas que nos hagan ganar tiempo, como solicitar citas previas en algún organismo, pagos y transferencias bancarias…
  • Disfrutar de la vida en pareja o familiar: deberíamos programar salidas con nuestra pareja y también con nuestra familia para disfrutar del tiempo libre. Además, sería necesario lograr repartir las tareas domésticas y las responsabilidades con todos los convivientes ya desde un principio.
  • No olvidar la vida social: mantengamos el contacto con los amigos, apuntémonos a cursos y actividades que nos permitan relacionarnos y conocer nuevas amistades y, en el ámbito laboral y profesional, procuremos en la medida de lo posible no llevarnos el trabajo a casa, optemos por trabajar jornadas intensivas con horarios flexibles o con teletrabajo, siempre y cuando sea posible y, sobre todo, aprendamos a delegar, aprendamos también a priorizar qué es lo importante y qué es lo urgente para no agobiarnos continuamente.

Otros tips para disfrutar más y preocuparnos menos:

  • Conozcámonos mejor y seamos conscientes de nuestras limitaciones personales
  • Aceptemos las virtudes y los defectos propios
  • Asumamos que el futuro es incierto y los imprevistos son inevitables
  • Huyamos de la perfección como meta
  • No juzguemos, ni nos exijamos más de la cuenta. Se llega hasta donde se tiene que llegar o hasta donde se puede llegar
  • Trabajemos con la realidad y no con lo ideal, con lo que los demás quieren
  • Olvidémonos de las prohibiciones autoimpuestas y de los “debería”
  • Aprendamos a decir no
  • Demos un grito de vez en cuando si lo necesitamos
  • Establezcamos prioridades
  • Si fuese necesario, acudamos a un profesional
  • Aprendamos a desconectar y a olvidarnos más de las nuevas tecnologías, del móvil, del ordenador, de los videojuegos, de las redes sociales…
  • Evitemos el sentimiento de culpa

martes, 11 de mayo de 2021

La convivencia de 4 generaciones en las empresas actuales

La convivencia generacional en las empresas se ha convertido en un reto no sólo para los departamentos de recursos humanos sino para el conjunto de los equipos de trabajo y de quienes los lideran.

En la actualidad nos podemos encontrar con la convivencia de hasta 4 generaciones diferentes en una misma empresa:

  • Los Baby boomers, nacidos entre el año 1946 y el 1964, que están ya a las puertas de la jubilación.
  • Los de la Generación X, nacidos entre 1965 y 1981.
  • Los Millenials, que nacieron entre 1982 y 1994.
  • Y los de la Generación Z o Centennials, nacidos a partir de 1995 y recién incorporados al mundo laboral.

Que exista una conexión y una cohesión positivas y productivas en los entornos de trabajo es crucial para el buen funcionamiento de las organizaciones. Esto va a permitir que no haya conflictos cuando por ejemplo un equipo de trabajo esté liderado por alguien de una generación más joven que los integrantes del mismo. Tampoco cuando los más veteranos intenten seguir fieles a sus valores y principios, que quizás disten bastante de los que puedan tener los más jóvenes. El respeto mútuo es muy importante.

Mientras que las nuevas generaciones han nacido con las redes sociales, con internet y con la digitalización y las nuevas tecnologías, los baby boomers vivieron durante muchos años con formas de trabajo analógicas y poco o nada robotizadas, consiguiendo igualmente que las empresas estuvieran funcionando correctamente y alcanzando cumbres de liderazgo en el entorno laboral de aquellos años que ahora mismo serían impensables.

El reemplazo generacional en las empresas, junto con el auge continuo de las nuevas tecnologías obligan a los departamentos de RRHH a impulsar una gestión del talento y del capital humano mucho más táctica que técnica. Nos estamos encontrando con generaciones de chavales menores de 25 años que, aunque vuelan libres en algunos puntos como el tecnológico, se están apoyando en los millennials por su cercanía en edad y en la forma de pensar, quienes a su vez se apoyan en los de la generación X, que probablemente sean sus referentes, y estos a su vez copian modelos de los baby boomers, que lo dieron todo por la compañía y son considerados unos grandes luchadores. Además de esta convivencia determinada por edades, nos encontramos con motivaciones muy distintas en cada una de estas generaciones: los baby boomers seguramente vivieron en la búsqueda de la estabilidad laboral, de la seguridad y de elegir una empresa para toda la vida. Los X valoran aspectos como la conciliación familiar. Los millenials, el buen clima de trabajo entre compañeros, y los Z se centran en buscar el poder trabajar en empresas que aporten valor a la sociedad y estén muy involucradas con la el cuidado del medio ambiente.

Es extraño, pero a la vez interesante comprobar cómo la convivencia entre estas cuatro generaciones tan distintas en edad, en formación, en experiencia y en pensamiento se hace posible y no sólo suma sino que multiplica en beneficio de todos ellos y del conjunto de la organización en la que trabajan. Las sinergias creadas entre todos ellos, siempre y cuando estén apoyadas por la Dirección y los departamentos corporativos, así como por los diferentes mandos intermedios, van a permitir que el engranaje de la empresa continúe funcionando con crecimiento continuo y exponencial. Los más mayores aportarán no sólo experiencia, sino mucha paciencia, contactos y templanza, mientras que los jóvenes aportarán energía, multitarea, nuevos procesos y conocimientos tecnológicos. El punto de encuentro entre los mayores y los jóvenes va a favorecer a ambos, pues se van a establecer valores y habilidades tales como la apertura de mente, la empatía, la asimilación rápida y el aprendizaje de nuevas herramientas y recursos digitales… puntos de encuentro que van a dar lugar a un mejor equipo humano capaz de tirar hacia delante con fuerza en un mercado laboral cada vez más competitivo.

La gestión de la diversidad generacional es, por lo tanto, uno de los grandes retos de las políticas de RRHH de cualquier compañía. Evitar compensar a todos por igual y tratar de mirar los intereses personales de cada empleado va a ser un acierto a la hora de gestionar y retener el talento que se precisa. Un incentivo salarial o una localización que permita al trabajador estar cerca de su familia, por ejemplo, pueden ser efectivos para un baby boomer, mientras que a uno de la generación X le podrás conquistar con programas de desarrollo y crecimiento profesional. Atender a las políticas de captación y fidelización van a ser seguramente fundamentales para los millennials y los centennials, las dos generaciones más exigentes que no se comprometerán fácilmente al largo plazo y buscarán proyectos ilusionantes a nivel personal y profesional, con un anexo en términos de responsabilidad social corporativa muy marcado por parte de los centennials.