Estamos en JUNIO, mes del Cardamomo y de la Creatividad e Innovación en este Blog.
Comparto con vosotros este artículo que me ha resultado interesante.
Estas últimas semanas hemos podido leer varios artículos con
opiniones muy interesantes sobre la creatividad. En un artículo de
Anna Antinori y Luke Smillie los autores explican que un aspecto de nuestra
personalidad que parece influir notablemente en nuestra creatividad es la
apertura a la experiencia. Hace medio año comentaba en un artículo para
este blog sobre otros estudios que llegan a la misma conclusión. Parece
que explorar entornos desconocidos te harán más creativo. Luke y Anna
aportan otra clave fruto de su investigación. Sucede que la gente creativa ve
el mundo, literalmente, de forma diferente. Las personas abiertas a la
creatividad tienen experiencias visuales diferentes que las personas normales.
En otro reciente artículo de
Emma Seppälä para Quartz, la autora explora algunos factores que nutren la
creatividad. Según un estudio de la Universidad de California se encontró que
las personas son más creativas después de haber estado soñando despierto o
dejando que sus mentes divaguen. El profesor de psicología Jonathan Smallwood
encontró que cuando la gente afronta una tarea retadora, obtiene mejores
resultados si trabaja primero una tarea fácil para después enfrentarse a la
difícil. La idea es equilibrar el pensamiento lineal, que requiere un enfoque
intenso, con el pensamiento creativo, que se deriva de la ociosidad. La
combinación de los dos modos resulta ser ideal. El gran desafío es que nuestra
vida moderna nos impide combinar estos modos de una forma ideal. Emma ofrece algunas
técnicas para ser más creativos como buscar entornos extraños, obtener
retroalimentación de diferentes fuentes, disponer de tiempo y espacio para
poder reflexionar y meditar. En otro artículo de
Eliot Gattegno para Techcrunch, el autor exploraba las dificultades que tienen
las empresas para sacar la máxima creatividad de sus empleados. Según un
estudio de Economic Geography citado por el autor, el factor que más influye en
la productividad es el nivel educativo y no la creatividad. De hecho, los
bohemios, que son aquellos considerados creativos pero sin educación
universitaria, contribuyen menos que los no creativos con estudios
universitarios. El estudio concluye que, en general, es la educación y no la
creatividad la que marca la diferencia en el rendimiento económico de las
empresas.
Por este motivo, el mensaje del autor es
contundente, para la mayoría de puestos de trabajo primero se necesita una
persona bien formada y en segundo lugar que sea creativa. Por otra parte, al
analizar los trabajos de artistas creativos el autor explica que para este
colectivo resulta tan importante el talento como el foco y la constancia o
persistencia. Ya sea un músico de jazz, un escritor o un pintor, sus creaciones
son fruto de años de experimentación y desarrollo lo que les permite improvisar
una pieza artística en el momento. Pues bien, para las empresas el reto está en
encontrar el equilibrio en todos estos aspectos. En otro estudio de Journal
Accounting Organizations se encontró que cuanto más dependa una empresa de la
creatividad de los empleados, más control deberá ejercer la empresa para evitar
comportamientos disfuncionales. El motivo es que, en caso contrario, los empleados
muy creativos pueden llegar a concentrase tanto en tareas individuales que
pueden olvidar las metas del equipo y la empresa. Eliot explica que en los
últimos años Google está abandonando la práctica de dejar un 20% del tiempo del
empleado para proyectos personales. A propósitivo, una idea que se suele
atribuir a Google pero que realmente la empezó a implementar 3M en los años 50.
Por lo tanto, en este punto llegamos a un dilema empresarial, la creatividad
sin control puede resultar en que los empleados pierdan las metas de la empresa
y la creatividad controlada realmente deja de ser creatividad. Por lo tanto,
¿Qué debe hacer la empresa?
En mi opinión, la respuesta es clara y está
relacionada con la ambidestreza organizacional y las preferencias individuales
de los empleados. Según he explicado en algunos artículos, el concepto de
Ambidestreza de los autores O’Reilly and Tushman propone que las empresas
deberían ser ambidiestras trabajando al mismo tiempo el ciclo operacional y el
ciclo innovador. El primer ciclo se ocupa de trabajar el negocio actual con
procedimientos, procesos, reglas y soluciones ya conocidas. Las personas que
trabajan en este ciclo tratan de hacer las cosas mejor, trabajando en los
marcos existentes, prefiriendo situaciones bien establecidas y en torno a
soluciones ya aceptadas. El segundo ciclo se ocupa de los negocios del futuro.
Para ello, las personas que trabajan en este ciclo son capaces de hacer las
cosas de manera diferente, desafiando el statu quo, replanteando y ofreciendo
nuevas soluciones, estableciendo nuevas políticas y estructuras. Para las
empresas invertir para mejorar la ambidestreza organizacional es fundamental ya
que potenciarán al mismo tiempo los comportamientos organizacionales
controlados necesarios para el día a día y la creatividad necesaria para las
innovaciones que nos garantizarán los éxitos futuros. Lo sorprendente es que la
mayoría de las empresas tienen muy desequilibrada su ambidestreza
organizacional y lo que es más grave, muchos líderes empresariales no son
conscientes de que su organización padece este desequilibrio.
04 de Junio de 2017 21:15
https://cincodias.elpais.com/
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