jueves, 3 de diciembre de 2020

DICIEMBRE: Lo que el Chimpancé nos transmite con su Altruismo

Ya se palpa la Navidad, en las tiendas, en la tele, en las luces… pero ¿y en las casas?, ¿y en las empresas?, ¿y en la gente? Este año ha sido un año gris en todo el planeta y todos lo estamos pasando mal; por la cantidad de libertades que hemos perdido, por el miedo a perder nuestra salud y la de nuestros seres queridos, por la pérdida de alguien a quien queríamos, por el impacto económico que el Covid está teniendo en los negocios, por ver cómo las relaciones sociales se han ido mermando poco a poco… pero, aun así, donde sí sigue habiendo espíritu navideño es en las ganas de ayudar a los demás. Todos los años llegan estas fechas cargadas de acciones de caridad hacia los más necesitados, que por desgracia este año han aumentado en número. Muchas personas han perdido sus puestos de trabajo y, como consecuencia, ha aumentado el empobrecimiento social por todo el planeta a una velocidad casi en paralelo con la pandemia.

Nos toca dedicar este mes a esas personas que de manera anónima o no, pero que sí con una gran honestidad, ayudan a quienes lo necesitan. Hablamos del altruismo y lo animalizamos en un gran amigo del hombre que siempre tiene una sonrisa que ofrecer: el Chimpancé.


El chimpancé es un primate homínido con el que el ser humano comparte el 98% del genoma, dato que deriva de la evidencia científica de que tanto el chimpancé, el hombre y también el gorila compartieron hace millones de años un ancestro común. Posee una dieta principalmente vegetariana, aunque también se alimenta de insectos y pequeños vertebrados. Los machos llegan a pesar unos 80kg en cautiverio y a medir hasta 1.70m, mientras que las hembras apenas llegan a los 70kg. Se caracteriza por la envergadura de sus brazos, aproximadamente 1.5 veces su estatura, que le permiten balancearse pasando de rama en rama. Su cuerpo está cubierto por un pelaje de color marrón oscuro, con excepción del rostro, dedos, palmas de las manos y plantas de los pies. El periodo de gestación de los chimpancés es de 8 meses y las crías son destetadas aproximadamente a los 3 años, aunque son más los años que siguen manteniendo vínculo con su madre. La pubertad la alcanzan entorno a los 8-10 años y su esperanza de vida es de unos 50 años en cautiverio. En libertad, podemos encontrar chimpancés en las selvas tropicales y sabanas húmedas de África central y occidental, aunque debido a la desforestación se encuentran en peligro de extinción. El chimpancé vive en comunidades que oscilan entre los 20 y más de 150 miembros y donde el apareamiento es promiscuo. Desempeñan estrategias de caza que requieren de cooperación, siendo conscientes de su estatus social en todo momento. Son manipuladores, capaces de engañar y capaces de entender aspectos del lenguaje humano, incluso números, además de planear espontáneamente el futuro cercano. Aunque los investigadores todavía no han llegado a un mismo punto de opinión, diversos estudios concluyen que los chimpancés llegan a ser animales altruistas que realizan un sacrificio solidario por el bien del colectivo.

Independientemente del resultado de los estudios llevados a cabo con diferentes comunidades de chimpancés, ocurre algo que también ocurre en nuestra especie y es lo que se denomina contagio emocional. Las emociones son más poderosas de lo que podemos llegar a imaginar y son capaces de contagiarnos negativa y positivamente unos a otros de manera prácticamente inconsciente. Existen unas neuronas, llamadas espejo, que son las responsables de este contagio, pero esto sería otro tema sobre el que hablar y al que bien podríamos dedicar un artículo entero.

Este contagio emocional es el que permite que afloren ciertas conductas entre las personas cuando, a partir de un impulsor que inicia cierta acción, comienzan a unirse a la causa los diferentes observadores. Llevando esta afirmación al terreno que hoy nos ocupa, vemos cómo ciertas acciones que pueden pasarnos desapercibidas a lo largo del año, a pesar de que existen, se multiplican durante estas fechas por el simple hecho de ser conocedores de ellas, por ejemplo, bancos de alimentos, donaciones a fundaciones sin ánimo de lucro, recaudación en programas televisivos, colaboración en la entrega de regalos en hospitales infantiles, etc…

El altruismo existe, lo tenemos en nuestro ADN, pero en ocasiones se mantiene latente debido principalmente a la falta de visión global, a ese no acabar de abrir los ojos o hacerlo mirando mucho nuestro propio ombligo. Tenemos la suficiente inteligencia para abrir nuestro campo de visión, para darnos cuenta que alrededor nuestro hay personas que no tienen la misma suerte que podemos tener nosotros y que más allá de este alrededor, la historia se repite una y otra vez.

Para muchos la Navidad es compras, es reunión familiar, es viajar, son luces, son vacaciones,… para otros es hipocresía, tristeza, gasto innecesario… pero lo que sí está claro es que durante esta época algo pasa, algo hace encender la llama de la bondad en las personas, convirtiendo, aunque sea durante apenas un mes, este mundo en un mundo mejor.

NOS GANAMOS LA VIDA CON LO QUE RECIBIMOS, PERO HACEMOS LA VIDA CON LO QUE DAMOS (John Maxwell)

Por eso, volviendo a las preguntas con las que comenzaba este artículo, aunque este año no todos estemos para pensar mucho en Fiestas, sí que la situación que estamos viviendo nos ayuda a reflexionar un poco más acerca de la suerte que todos tenemos de estar todavía hoy aquí y, que por muy mal que hayamos pasado algunos momentos de este 2020, la vida continúa y no queda otra que seguir con nuestra mejor cara, con nuestra mejor sonrisa, con todo el positivismo y energía que podamos desprender y que van a hacer que esa neuronas espejo de las que no he querido hablar demasiado comiencen a hacer su función a gran velocidad y a gran escala.

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