Qué rápido pasa el año y ya
entramos en el último mes de este 2019 ¡y de esta década! Este mes, en el que
la Navidad es su guinda, quisiera introducir un aspecto muy relacionado con las
fechas, pero que debería estar presente no sólo en diciembre, sino cada día
durante todo el año. Me refiero al Altruismo, entendido en
términos generales como la ayuda a otros sin esperar nada a cambio. Para poder
personalizar este término de la psicología social os presento al que será el
duodécimo personaje histórico de este año: San Nicolás.
Nicolás de Bari, también conocido como San Nicolás de Myra, fue un obispo
del siglo IV nacido en tierras de la actual Turquía en el seno de una familia
adinerada. Desde niño tuvo un carácter generoso y piadoso hacia los demás,
heredando la fortuna de sus padres y poniéndola al servicio de los más
necesitados. Cuando sus padres murieron fue consagrado obispo en Myra (actual
Turquía), donde murió en el año 343. Pero la leyenda que más vinculación tiene
con San Nicolás y que celebramos la noche del 24 de diciembre es la de Papá Noel o Santa Claus. Es cierto que la
figura de este amigo de los niños que trae regalos en estas fechas navideñas
tiene una gran fantasía a su alrededor, pues las leyendas, las creencias y el
marketing como el de Coca-Cola, le han convertido en un viejo adorable vestido
de rojo y blanco y vecino del Polo Norte, donde vive rodeado de duendes que le
ayudan en la fabricación de los juguetes y regalos que le piden los niños a
través de cartas y que reparte con la ayuda de sus renos y su trineo.
Si bien es cierto que la leyenda de San Nicolás dista mucho de la que todos conocemos hoy día
en referencia a la de Santa Claus, pues le hemos cambiado la historia de su
vida, además de haber trasladado su lugar de residencia a 4.000km al norte y le
hemos cambiado hasta el aspecto físico, en el fondo se ha mantenido la
esencia de su personalidad, una persona que decidió compartir su fortuna
con los demás y que tuvo especial atención con los niños que vivían en condiciones
más humildes en aquella época. El concepto altruismo es precisamente el que
mejor define este tipo de gesto, pues ser una persona altruista implica
que pone en práctica un comportamiento hacia los demás que disminuye
las vulnerabilidades de estos, incluso en detrimento del bienestar propio.
Las personas altruistas utilizan la cabeza y el corazón a la hora de
actuar y consiguen alinear ambos, transmitiendo coherencia en
sus actos y poniendo en práctica muchos elementos de la inteligencia
emocional: empatía, automotivación, autorrealización…
El altruismo se puede
ejecutar de diversas maneras: a veces escuchando a personas que necesitan ser
escuchadas, a veces dando consejos a quienes se sienten perdidos y, por
supuesto, materializando el gesto en regalos, alimentos y donaciones. Lo
importante es la disposición de ayudar a los demás, mostrando preocupación por
ellos y atención de manera desinteresada. El “sacrificio” personal en favor de
estas otras personas no deja de ser, a la vez, un beneficio
individual que repercute sutil, pero directamente en nuestro crecimiento
personal. El sacrificio se convierte en un sentimiento de paz interior, al que
muchos critican de motivación egoísta, pues se busca en realidad el beneficio
propio.
Mi opinión sobre este último
punto es que siempre tiene que haber quien busque las mil vueltas para acabar
haciendo de algo positivo algo totalmente perverso. Es cierto que podría haber
personas que decidan participar en donaciones para mejorar su prestigio y autoimagen,
pero éstas se identifican claramente, pues hacen público su gesto “altruista”.
No quiero decir que todo el que haga pública una ayuda hacia otro sea un falso
altruista, pero sí es cierto que aquellas personas que lo hacen de manera
anónima y discreta seguro no están intentando lavar públicamente su imagen.
Aunque el primer caso no puede ser etiquetado dentro del concepto altruismo tal
y como éste se define, si queremos buscar el lado positivo de ambos tipos de
personas (las que actúan por motivación egoísta y las que realmente lo hacen de
manera altruista) y es que al fin de cuentas los más necesitados están
obteniendo un beneficio que les permite mejorar la situación que tenían
anteriormente.
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Com sempre, interessant i instructiu. Hi ha molta gent altruista, anònima, que encara fa tenir esperança en la humanitat. Gràcies i que tinguis un Bon Nadal. Anna Hernández
ResponderEliminarMoltes gràcies Anna, com sempre, per llegir-me. Ets una seguidora incondicional :)
EliminarEsperem que aquesta gent mai ens falti. Bon Nadal!!