Hoy es Nochebuena y qué mejor día para hablar del compañerismo, de la cooperación, de la colaboración, del compartir…
Cada
vez más nos encontramos con una sociedad competitiva en la que olvidamos la
importancia del compañerismo en cualquier contexto. Desde la óptica más lejana
como puede ser la competitividad entre países hasta la óptica más personal como
puede ser la competitividad que se da entre dos compañeros de trabajo, deberíamos
tener la capacidad de reflexionar y de pararnos un segundo para valorar los
beneficios que a todos nos aporta la existencia de una buena relación con los
demás.
Se
tiende a pensar en uno mismo y eso es bueno, pero como todo sin excesos. El
ambiente crispado, incierto y difuso que la situación actual nos está dejando
hace que se acentúen aún más estos aspectos egoístas que como seres humanos
forman parte de nuestro cajón de actitudes.
En
el contexto empresarial es a veces la propia empresa la que de forma totalmente
equivocada propicia la competitividad entre sus empleados, haciendo que estos
vean a su compañero como rival. No con ello quiero decir que esté en contra de
los sistemas retributivos, compensatorios o disciplinarios basados en el
cumplimiento o no de objetivos individuales, pero de nuevo, son malos llevados
al extremo. Y si somos críticos creo que todos coincidimos en que últimamente
estamos yéndonos a los extremos en muchos aspectos sociales, económicos,
políticos y, por ende, personales.
Un
compañero no tiene por qué ser un amigo, pero sí es cierto que muchos amigos
han surgido a través de las relaciones de compañerismo que se nos han dado en
el colegio, en la universidad y en el trabajo. Personas con las que no hemos
decidido trabajar porque ya estaban ahí, pero con las que podremos desempeñar
una labor agradable y satisfactoria si fomentamos las buenas prácticas en
cuestión de compañerismo.
Al
final, los beneficios que extraigamos de las buenas relaciones son tanto para
el propio empleado: compartir y ampliar conocimientos, trabajo más agradable,
respaldo en momentos de necesidad… como para la empresa: trabajadores más
comprometidos con la organización, mejor clima laboral, multiplicación de los
talentos…
Aprovechando
estos días navideños en los que parece que estamos llamados a ser más buenos,
más comprensivos, más colaboradores, más cercanos… hago un llamamiento a que
esto no sólo quede patente en estas fechas sino que lo hagamos extensivo al
resto del año y así, seguro, seremos todos un poquito más felices.
Creo
que el primer aprendizaje que deberíamos tener, incluso antes de saber decir papá, es
el de cuidar nuestras relaciones y saber que no hay que tratar a los demás como
no queramos que nos traten a nosotros.
Fomentemos
el valor del compañerismo e inculquémoslos a nuestros pequeños; ellos serán los
adultos que en pocos años liderarán equipos, empresas e incluso países.
No hay comentarios:
Publicar un comentario