Aunque su origen es asiático, hoy se
cultiva prácticamente en todas las zonas tropicales, en especial en América
latina, y es uno de los ingredientes básicos del curry en polvo por su
capacidad colorante. Se usa la raíz de la planta hervida, seca y molida y puede
reemplazar al azafrán (especia que nos ha acompañado durante el mes de febrero),
coloreando salsas, verduras, arroces y sopas. Hablamos de la
Cúrcuma.
Antes de acudir al recurso metafórico que dará cuerpo a los artículos que publicaré durante este mes de marzo, quiero explicar algunas de las propiedades milagrosas que tiene la cúrcuma:
Antes de acudir al recurso metafórico que dará cuerpo a los artículos que publicaré durante este mes de marzo, quiero explicar algunas de las propiedades milagrosas que tiene la cúrcuma:
- Reduce la acidez del estómago, actuando como tónico estomacal estimulante de las secreciones de jugo gástrico y pancreático y facilitando la digestión.
- Ayuda a eliminar las piedras de la vesícula biliar, además de tener un efecto antiinflamatorio sobre el hígado.
- Actúa como antidepresivo natural y ha sido utilizado durante generaciones en la medicina tradicional china. Sirve para tratar la depresión y los trastornos relacionados con la tristeza o la infelicidad. Es estimuladora del sistema nervioso y reduce los niveles de estrés.
- La Cúrcuma además es un remedio natural para los problemas respiratorios, gracias a sus acciones antioxidantes, antiinflamatorias y antibronquiales.
En numerosas ocasiones nos encontramos con imprevistos en nuestra vida que nos
dificultan y obstaculizan algunos de los planes que tuviéramos pensados o bien
ya en marcha. La ansiedad y el estrés que provocan estos impedimentos en nuestro
organismo es tal que en muchas ocasiones entramos en estado de colapso, de no
saber hacia dónde ir; nos quedamos paralizados y vemos perder todo por lo que
tanto habíamos luchado y soñado.
Del mismo modo que la cúrcuma reduce
la acidez estomacal, elimina los dolores hepáticos, actúa como antidepresivo y
antiestrés y ayuda a mantener sanas nuestras vías respiratorias, la capacidad
humana de ser resolutivos y buscar alternativas nos ayuda a minimizar nuestra
impotencia ante una situación inesperada y nos permite ser capaces de
reubicarnos cuando un impedimento nos saca forzosamente de nuestro camino.
Tomar decisiones y tener una capacidad
resolutiva son dos habilidades que van muy de la mano y son imprescindibles
para conseguir nuestras metas. Ante un problema debemos, además, saber actuar
con positivismo y humildad (precisamente los dos aspectos trabajados en enero
con el pimentón y en febrero con el azafrán), siendo capaces de asumir los
errores cometidos y saber rectificar, cambiando la decisión tomada si las
circunstancias no son tan favorables como imaginamos y sabiendo encontrar
siempre el lado positivo de las cosas que nos suceden.
En el mundo empresarial, los
recruiters buscan cada vez más perfiles “problem solving”, aquellos perfiles
que optarían por la cúrcuma cuando se quedasen sin azafrán y tuviesen que dar
color a la salsa o arroz que estuvieran preparando.
Esta característica se valora en los
procesos de selección, incluso por delante de la formación y experiencia
aportadas en el sector, que son más fácilmente adquiribles mediante la
dedicación y el paso del tiempo. En el mundo organizacional, como en cualquier
otro, la rapidez en buscar soluciones centrándose en ellas en vez de hacerlo
sobre el problema en sí, sabiendo hacer frente a los miedos y dejar la falta de
confianza a un lado, son los mejores aliados para superar problemas que
supongan obstáculos ante la consecución de objetivos.
De todos modos, hay otro punto muy
interesante que no podemos obviar y que hace que las personas mejoremos nuestra
capacidad resolutiva. Se trata del control que podamos llegar a tener sobre una
situación problemática antes incluso que el problema acontezca. Para ello, es
necesaria la capacidad anticipadora, la proactividad, la habilidad de
anticiparnos a futuros problemas, analizando varias vías posibles de
prevención/solución y escogiendo la más idónea, sin caer en el gran error de
dejar que el problema llegue a tocar fondo, evitarlo y esperar a que la
solución llegue por arte de magia. El paso de ser personas reactivas (ante un
problema, es cuando actuamos) a ser proactivas (nos anticipamos a la aparición
del problema) nos lo va a dar el aprendizaje y la experiencia… y, por supuesto,
el habernos levantado cada vez que hayamos caido en situaciones pasadas.
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