Se
puede ser muy feliz con lo que posees, sólo hay que decidir si el foco lo pones
en lo que tienes o en lo que no.
En
la vida pasamos por mejores y por peores momentos, forma parte de eso a lo que todos
hemos llamado alguna vez “ley de vida”. No debemos cuestionarnos el porqué de
los acontecimientos, especialmente cuando estos no son de nuestro agrado. Pero
inconscientemente el ser humano tiende a hacerse esta pregunta, tiende a
darle mucha importancia a los problemas y mucha menos a las alegrías, algo innato
a nuestra especie; a lo que también podríamos llamar “ley de vida”, porque es
así, sin nada más que cuestionarse.
Pero
¿qué tal si hacemos un trabajo consciente y tratamos de invertir la importancia
que le damos a nuestros problemas con la que le otorgamos a nuestras alegrías?
Quizás, lo primero sea un poco más difícil que lo segundo, porque el impacto negativo de cualquier noticia o situación deja una huella en nosotros que perdura en el tiempo, pero en cuanto a los buenos momentos o buenas noticias sí que podemos más fácilmente alargar el efecto placentero que nos produce. Pero ¿cómo?.
Quizás, lo primero sea un poco más difícil que lo segundo, porque el impacto negativo de cualquier noticia o situación deja una huella en nosotros que perdura en el tiempo, pero en cuanto a los buenos momentos o buenas noticias sí que podemos más fácilmente alargar el efecto placentero que nos produce. Pero ¿cómo?.
Ante
cualquier buen momento siempre existirá la posibilidad de celebrarlo tantas
veces como nos apetezca. Si me independizo y me compro un piso, en vez de hacer
una macroinauguración (que tampoco sería incompatible), puedo hacer varias
inauguraciones con diferentes grupos: familia, amigos, etc. Si he aprobado el
último examen de la universidad, de la misma manera celebro la buena noticia en
varias ocasiones… son tan solo un par de ejemplos de cómo poder sonreírle a la vida, ocupando esos momentos insípidos, que llenan parte de nuestros días, con
alegrías y sonrisas que permitan evadirnos de todo lo malo que nos rodea.
Este
mismo planteamiento se puede poner en práctica ante aquellas cosas que uno
siempre anhela. Pensamientos tipo “me gustaría tener más dinero”, “me
gustaría tener un mejor coche”, “me gustaría…” no ayudan para encaminarnos
hacia el objetivo que todos tenemos de llegar a ser un día algo más felices.
La felicidad depende en gran medida de uno mismo, de querer ver el vaso medio lleno o verlo medio vacío, y nadie puede decidir por nosotros si somos o no somos felices, porque por mucho que alguien se empeñe en ponernos las cosas difíciles, siempre nosotros podremos decidir si nos dejamos hundir en el pozo o si tratamos de ver que siempre existe una luz posible de alcanzar.
La felicidad depende en gran medida de uno mismo, de querer ver el vaso medio lleno o verlo medio vacío, y nadie puede decidir por nosotros si somos o no somos felices, porque por mucho que alguien se empeñe en ponernos las cosas difíciles, siempre nosotros podremos decidir si nos dejamos hundir en el pozo o si tratamos de ver que siempre existe una luz posible de alcanzar.
Por
lo tanto, aunque no es fácil por no ser instintivo y no ser un acto reflejo, el
trabajo consciente de focalizar la atención en lo que tenemos en vez de en lo que no
tenemos es lo único que puede ayudarnos a ser más felices y no estar siempre
lamentándonos de lo que nos falta o nos gustaría tener.
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