viernes, 21 de diciembre de 2012

Y hablando de motivación en la empresa...


¿Y qué ocurre cuando se trata de motivar a los otros? ¿Es tan fácil como parece?


Centrándonos hoy en el contexto empresarial, aunque nos ocurre en muchas otras facetas de nuestras vidas, en ocasiones escuchamos o decimos frases como “en mi empresa no me motivan” o “ya no me siento motivado para ir a trabajar”. 

Deberíamos conocer la casuística de cada una de las personas que dicen estos comentarios, así como la forma en que su empresa motiva a los empleados. Pero de manera general podemos distinguir entre aquellas empresas en las que la política es la de “café para todos” y aquellas en las que el café es para quienes quieran café, la infusión para los que quieran infusión y el refresco para los que quieran refresco.


En las primeras, la forma de motivar a los empleados es completamente errónea a la vez que contraproducente, pudiendo en muchos casos ser desmotivadora, a pesar de haber habido aparentemente una buena intención. Es un error pensar que todos van a estar más motivados aplicándoles por igual los mismos cambios: aumento de sueldo, horarios intensivos, descuentos exclusivos para personal, cursos de formación…

En las segundas, en cambio, las personas son valoradas de manera individual. Existe un interés por conocer cuáles son los motivos individuales por los que cada persona valora más su puesto de trabajo, con el fin de saber cuáles son los motivos a los que tendrá que prestarse más atención si se quiere mejorar la motivación del empleado en cuestión.

Estos motivos en los que los demás pueden incidirnos son los llamados motivos extrínsecos, como por ejemplo el salario, el reconocimiento del trabajo bien efectuado, los ascensos, las oportunidades de desarrollo… Los motivos en los que sólo tú puedes incidir, y que en realidad son los más importantes, son los llamados motivos intrínsecos, que te llevan a una sensación de éxito y placer tras la satisfacción de haber realizado algo que te gusta.

Es por tanto obvio que la motivación nace primero del interior de uno mismo y, a partir de ahí, serán los demás (en este caso la empresa) quienes podrán colaborar en que esta motivación sea mejor si por su parte realizan la gestión correcta de comenzar identificando cuáles son los motivos que te mueven (valga la redundancia) a levantarte cada día para ir a trabajar.

Finalizo con una reflexión de la que no espero respuestas, sólo que la pienses para ti:

Laboralmente hablando, ¿te sentirías feliz siendo por ejemplo directivo en una empresa y trabajando en algo que realmente no te gusta?


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