jueves, 21 de enero de 2021

El miedo a la novedad

Hace ya unas décadas que la sociedad exige cambios, en ocasiones sobrevenidos y de manera precipitada como ha ocurrido con esta crisis sanitaria, que nos ha obligado a cambiar nuestros procesos, nuestra manera de trabajar, de relacionarnos, de vivir… Y, en otras ocasiones, de manera más previsible, pero no por ello menos rápida, como son los cambios constantes al que el auge tecnológico nos arrastra desde hace ya algunas décadas.

Debemos ser conscientes de que el cambio es algo inherente a la persona y, por ende, a la sociedad. Cambiamos constantemente porque la vida en sí misma es un ciclo de cambio. Sin embargo, también es cierto que no nos gusta demasiado el cambio y acostumbramos a ser bastante reticentes, sobre todo cuando lo vemos como algo ajeno a nosotros mismos y como algo que nos imponen.

Esa resistencia nace del miedo a lo nuevo, sobre la que suele aflorar un sentimiento catastrofista. Por eso, es importante que, desde la empresa, pero también desde la propia persona, sepamos reconocer que los cambios no son siempre malos y que debemos darles una oportunidad, admitiendo en primer lugar que quedarse anclado a la larga no nos ayudará.

Como decía, las nuevas tecnologías, la globalización, y ahora una pandemia, han introducido modificaciones significativas sobre las bases en que se desarrollaba la actividad empresarial, lo que obliga a establecer procesos de adaptación en la producción, en los sistemas, en los puestos de trabajo y, por consecuencia, en la mente de las personas. Estos procesos no pueden quedar a medio camino, sino que deben desarrollarse para poder después sacar conclusiones, valoraciones y nuevas decisiones que permitan establecerlos como definitivos, modificarlos o bien retroceder al estado inicial si la implementación resultase fallida. Pero como digo, es necesario darles una oportunidad y un tiempo antes de sacar conclusiones negativas desde el inicio.

Por lo que respecta a las personas, a los empleados, cualquier cambio interno comporta cambios mentales, pues cambian los roles, las funciones, las relaciones, la manera de dirigir y liderar,… y aquí es donde se hace evidente la importancia que tiene no sólo poner el foco en el cambio corporativo, sino también en el cambio paralelo que ocurre en las percepciones de las personas, para evitar bloqueos actitudinales que conviertan a un equipo en un simple conjunto de personas desmotivadas, siendo perjudicial tanto para la empresa como para ellas mismas.

Por este motivo, volviendo a la empresa, concretamente al liderazgo de los mandos, una nueva cualidad necesaria en los líderes de hoy es la de saber gestionar conflictos y la de saber hacer de psicólogo y coach con las personas que gestiona. Estas nuevas cualidades son las que van a permitir diferenciar al jefe (entendido como gestor de personas basado en el mando y control), figura más relacionada con las culturas del siglo pasado, del líder (entendido como orientador y gestor del cambio), figura que resulta imprescindible en las empresas que quieran estar en el pódium de su sector y en las empresas referentes del mercado en las que cualquier persona quisiera poder entrar a trabajar.


No hay comentarios:

Publicar un comentario