Antes
de entrar en la reflexión principal, me gustaría volver a subrayar una
distinción fundamental entre ser jefe/a o ser líder. El primero es un cargo que
otorga la organización; el segundo, un rol que concede el propio equipo.
Mientras que el puesto de jefe puede ser asignado de forma formal y jerárquica,
el liderazgo auténtico surge de la confianza, la admiración y el respeto que
una persona genera en los demás, independientemente de si la empresa lo ha
reconocido o no de manera oficial.
Y dicho esto, ahora sí, uno de los momentos más reveladores para detectar si estamos ante un líder verdadero es observar cómo gestiona los errores de su equipo. Porque no es lo mismo regañar que corregir. Aunque ambas acciones puedan parecer similares y tener como objetivo la mejora del desempeño, sus consecuencias y el modo en que impactan en las personas son profundamente diferentes.
REGAÑAR suele ser la respuesta impulsiva que nace del enfado, la frustración o el
estrés. Se centra en el error cometido, en señalar la culpa y, muchas veces, en
buscar un desahogo más que una solución. Es una acción que paraliza, genera
miedo, desmotiva y rompe la confianza entre líder y colaborador, porque se
convierte en una herramienta de control, no de desarrollo. Y, lo más
importante, cuando un líder regaña constantemente, pierde su autoridad moral.
Deja de ser referente y se convierte en alguien a quien se le obedece por
obligación, no por respeto.
CORREGIR,
en cambio, implica asumir una posición madura y responsable. Es un acto
consciente y respetuoso que busca el crecimiento del colaborador sin dañar su
autoestima. No se trata de evitar la confrontación, sino de canalizarla de
manera inteligente, enfocándose en la solución y no en la culpa, basándose en
la escucha, el diálogo y motivando al cambio desde el reconocimiento y no desde
la humillación.
¿Cómo
corregir de forma efectiva?
Corregir
bien es una habilidad clave en cualquier liderazgo auténtico. Aquí algunos
principios que pueden marcar la diferencia:
- Mantén
la calma y el profesionalismo. Si estás muy molesto,
espera. No tomes decisiones ni des retroalimentación desde la emoción.
- Habla
en privado. La corrección no debe ser espectáculo
público.
- Describe
el problema con objetividad. Habla de hechos, no de
interpretaciones ni suposiciones.
- Escucha
su versión. Mostrar apertura fortalece la confianza.
- Enfócate
en la solución. ¿Qué puede hacer distinto la próxima
vez?. Ejemplifica para ayudarle a entender mejor.
- Motiva
y refuerza lo positivo. El equilibrio entre
exigencia y reconocimiento es clave.
- Haz
seguimiento. Corregir no es un acto aislado, es parte
de un proceso de acompañamiento.
Como
he mencionado en otras ocasiones en este mismo blog, el verdadero liderazgo no
se impone, se gana. Y en este contexto, corregir de manera justa y constructiva
es una de las herramientas más poderosas para ganarse el respeto del equipo.
Porque un líder no solo gestiona tareas, sino que también cuida personas. No
solo mira resultados, sino que también acompaña procesos.
El
liderazgo que nace del grupo, que se ejerce con humildad y cercanía, es el que
más impacto tiene. No se trata de evitar los conflictos, sino de saber
gestionarlos desde una posición de humanidad y no de superioridad. En
definitiva, se trata de tratar a los demás como personas, no como errores.