lunes, 4 de septiembre de 2017

SEPTIEMBRE: ¿Por qué comer regaliz amargo si el dulce siempre sienta mejor?

Hablábamos en Agosto de la Comunicación y de la Transparencia, refiriéndonos tanto a la empresa como a cualquier contexto comunicativo que pueda acontecer entre dos o más personas, pues en cualquier ámbito en el que exista comunicación ésta debería ser de calidad, debería estar ajustada a su medida idónea y además debería ser clara y sincera con el fin de asegurar el éxito del proceso comunicativo.

Este mes, septiembre, vamos a hablar de otro aspecto que tiene mucha relación con el tema tratado en agosto: la accesibilidad. Entendida ésta como la disposición de cualquier persona, independientemente de la posición jerárquica que ocupe, a estar accesible cuando otro lo requiera.

Para ello voy a utilizar una nueva metáfora con un nuevo condimento, el regaliz. ¿Y por qué el regaliz? Conozcamos un poquito más sobre la raíz de la planta Glycyrrhiza Glabra. Ésta es una planta que crece en el Mediterráneo y en la China, aunque se cultiva en toda Europa y Asia Menor. Se usa para añadir sabor fuerte a cervezas y licores. Pero su sabor también dulce y agradable hace que a menudo se añada al jarabe para la tos para disimular el sabor amargo de algunos de sus ingredientes. Es un condimento que tanto se usa en licores y cervezas para satisfacer el paladar de los adultos, como en jarabes y caramelos para satisfacer el paladar de los niños, por lo que podemos decir que es un condimento accesible a todos los públicos. Pero además es un condimento agridulce, cuya característica se puede asemejar a esa sensación que uno siente cuando no encuentra lo que esperaba encontrar en otra persona. Me explico a continuación.

¿Cuántas veces te has dado de morros contra la puerta de tu jefe cuando tenías algo importante que decirle? ¿Cuántas veces has necesitado hablar con un amigo sobre algo que te estaba inquietando y has visto que se escurría como pez en el agua? ¿Cuántas veces has sido tú el que has puesto impedimentos y excusas cuando sabías que otro tenía que explicarte algo?


En ocasiones no somos conscientes de lo que significa la “disposición a estar accesible”. Es muy fácil decir a otro “para lo que necesites aquí me tienes”, pero lo difícil es mantenerlo y que se cumpla a la perfección, llegado el momento. Y es aquí donde yace lo realmente importante, en el momento en que a alguien le preocupa un tema que necesita compartir y la persona que le tiene que recibir está totalmente dispuesta a escucharle, sin atreverse a posponer lo que para el otro quizás estuviera siendo una agonía.

La accesibilidad no te la van a enseñar en el Instituto ni tampoco en el Máster más caro de la mejor Universidad del Mundo. Esta cualidad, como muchas otras, debes trabajarla dentro del que debería ser tu proyecto vital de mejora continua de tu Inteligencia Emocional. De nada sirve ser una persona con muchísimo conocimiento de un tema, una persona muy resolutiva o capaz de saber encontrar oro de debajo de cualquier piedra, si no estás accesible a escuchar, aconsejar, apoyar o asesorar a quienes te lo estén reclamando. La mayoría de veces uno no se gana a la gente por aspectos tangibles como el dinero o la guapura, sino que son estos aspectos más abstractos como la accesibilidad, la humildad o la empatía los que hacen que un jefe sea un buen jefe, que un líder se rodee de los mejores y que un amigo te demuestre que está también contigo en los momentos difíciles.

Seamos un poco más conscientes de lo que decimos y hacemos; seamos un poco más empáticos y entendamos que igual que nosotros en ocasiones precisamos de ayuda y necesitamos que nos escuchen, también otros lo requieren. Seamos capaces de sacar el juego dulce al regaliz y evitar que predomine su parte agria-amarga. Podemos intentarlo, ¿verdad?


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