miércoles, 20 de febrero de 2019

La autoconfianza: fuerza en sí mismo (por José Miguel Gómez)

Comparto con vosotros este artículo que me ha resultado interesante.

Aunque vivimos más tiempo; paradójicamente pasamos menos tiempo con nosotros mismos. Es decir, nos conocemos menos, debido a que nos distraen demasiadas cosas, los estímulos, los entretenimientos, las distracciones y la visibilidad en las redes.



Ahora cuesta mucho aprender a estar solo; estar en silencio y hablar hacia su interior consigo mismo, o durante las noches poner la cabeza en la almohada y reflexionar sobre los resultados del día, la semana o el mes.


Ahora vivimos pendiente a quien me escribió en las redes, que entro al Whatsapp, Facebook, Messenger provocando una necesidad impulsiva que genera autogratificación y recompensa en los circuitos cerebrales para convertirse en una adicción.

La generación tecnológica a las redes, de Netflix, las novelas, y de los que buscan el escapismo en todo lo que informa, entretiene y nos roba nuestra capacidad de conocernos, de intimar y tener autocuidado con nosotros mismos, nos hace ser más débiles, más vulnerables y más frágiles para conocernos emocionalmente.

La autoconfianza, como analiza la profesora de Mary Welford, se construye a través de nuestros pensamientos y sentimientos y las cosas que nos agradan más o menos de nosotros mismos, pueden influir notablemente en la vida que llevamos. Mientras más se desarrolla la habilidad de conocer nuestras emociones y confiamos en el control que tenemos de ellas, de los impulsos, reacciones y aprendemos a través de la experiencia a manejar las adversidades de la vida, nos sentimos confiados, seguros, fortalecidos, estables en salir airosos. Y todo esto implica conocerse a sí mismo y tener autoconfianza.
A diario en mi consulta y mis encuentros de tertulia escucho personas que frente a cualquier situación estresante, ya sea en la familia, con la pareja, en el trabajo, interpersonal o grupal, no siente la seguridad de que pueda resolverlo, ocasionando ansiedad, pánico depresión, tristeza, baja autoestima, frustración, enojo, ira, rabia, etc. Esa falta de autoconfianza genera crisis, y en algunas personas les genera episodios de disfuncionalidad o inadaptación social, o sencillamente se siente fracasada.

Todo lo contrario pasa cuando se tiene autoconfianza: la persona se sienta a reflexionar, habla consigo mismo, genera soluciones, elabora un plan A, B y C, valora consecuencias, asume el timón o el control del problema y sale emocionalmente fortalecido.

Roderick Thorp dice: “Tenemos que aprender a ser nuestros mejores amigos porque caemos con demasiada facilidad en la trampa de ser nuestros peores enemigos”. Cuando somos víctimas de la ira, de la rigidez e inflexibilidad, del miedo, de la vergüenza, de la culpa, del resentimiento, del odio o la vanidad, nos convertimos en enemigos y, lo peor es cuando no lo aceptamos, lo escondemos, lo justificamos o racionalizamos nuestras actitudes emocionales negativas, terminamos sin conocernos.

Aquellas personas que aprenden a tener autoconfianza, autocompasión y fortaleza emocional, viven más estables, más equilibrados y más armonizados. Al igual como todas las personas viven y sortean en sus vidas experiencias desagradables, pero aprenden a tomar distancia, eligen la soledad para hablar y reflexionar con sus emociones; se relajan, se toman su tiempo, practican la prudencia, buscan lo mejor de sí mismo para responder con las emociones positivas.

En la vida se reciben traumas, frustraciones y se van obteniendo experiencias desagradables, que nos enseñan lecciones que nos puede afectar para toda la vida.

Pero la autoconfianza se va aprendiendo, se construye, o la adquirimos a base de la inteligencia emocional, social y espiritual.

La mayoría de las personas desean ser mejores personas, mejores padres, parejas, hijos y ciudadanos; para eso se trabaja con educación integral, con valores, afectos, emociones y hábitos saludables. Las otras alternativas son acudir a psicoterapia, a revisar las actitudes de vida y de resultados para poder adoptar nuevos comportamientos. Nada es milagro, suerte o casualidad. Para ser mejores personas hay que buscar conocerse, tener autoconfianza, fortaleza emocional y alta resiliencia social, para salir airoso o no dañado de situaciones adversas.

Para alcanzar la madurez y una personalidad estable, armonizada y en autocontrol, se debe construir la autoconfianza, la autoestima, la compasión, la reciprocidad, la bondad y el altruismo. En estos tiempos las personas se preparan para sobrevivir y poder visibilizar la vida con los demás, sin llegar a ser mejores amigos de sí mismo.

18 de Febrero de 2019
http://hoy.com.do/

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