Walt
Disney me trae este mes a abrir debate con el tema de la "autoconfianza". Sin ella, hoy no hubiéramos llegado a llorar con Bambi, a soñar
con Alicia en el País de las Maravillas o a bailar con El Libro de la Selva… y
es que Walter Elias Disney no lo tuvo fácil desde un principio.
El
productor, director, guionista y animador estadounidense nació en 1901 en
Chicago. Hijo de un granjero fue desde bien pequeño un apasionado del dibujo,
no tanto buen estudiante, pues el tener que ayudar a repartir periódicos a su
padre durante la noche le costaba la concentración en la escuela. Tras intentar
alistarse en la marina del ejército junto a su hermano, fue rechazado por no
tener la edad mínima para ello. Enterándose que la Cruz Roja aceptaba chicos
con los 17 años cumplidos, falsificó su certificado de nacimiento indicando que
había nacido en 1900 y, de este modo, pudo entrar a trabajar como conductor de
ambulancias, aunque nunca entró en combate y tuvo que conformarse con ser
trasladado a Francia, donde estuvo encargado del traslado de oficiales. En 1919, decide volver a EEUU y es a partir de ahí que se
inicia en el mundo del dibujo y la creación de cortometrajes, pero ese mismo
año era despedido del Periódico Kansas City Star, en el que trabajaba, por
falta de imaginación, convirtiéndose 4 años después en el fundador de la actual
The Walt Diseny Company junto a su hermano. En 1966, fallecía tras sufrir un
cáncer de pulmón provocado tras una vida de fumador empedernido.
La
autoconfianza, como su nombre indica es la creencia sobre uno mismo. En base a
nuestra experiencia y nuestros aprendizajes, a lo largo de los años, el ser
humano va perfilando la confianza. El crecimiento personal, la autoestima, el autoconcepto,
el autoconomiento,… tienen relación directa con la autoconfianza, creando todos
ellos una red de conexiones que permiten, en definitiva, al individuo ser más o
menos feliz y tener más o menos éxito, que a su vez repercute en esa felicidad
y se convierte en un pez que se muerde la cola.
Nuestra
visión del mundo va a depender de cómo nos veamos a nosotros mismos. Pero más
mágico aún es el saber que cómo los demás nos vean a nosotros también depende
de cómo nosotros nos veamos interiormente. Si una persona no cree en sus
posibilidades, se infravalora y se convierte en un ser totalmente negativo,
difícilmente los demás van a poder verle como una persona capaz, como una
persona positiva y luchadora.
A
todos nos ha pasado alguna vez que hemos acabado logrando algo que pensábamos
inalcanzable tiempo atrás. El haber llegado a lograr esa meta o reto no es más
que la activación, en algún momento del proceso, de la autoconfianza. Es a
partir de ese momento, que uno se da cuenta que ha estado “llorando” en vano, pensando que sería incapaz de lograr el objetivo. Pero tampoco debemos ser
utópicos y debemos pensar que en ocasiones nos exigimos demasiado y los
objetivos se pueden convertir en inalcanzables e irrealistas y, por ende,
fracasamos y nos quedamos a medio camino. Lo importante en estos casos es no
caer en la desesperación y estudiar la situación: ¿ha sido porque el objetivo
era demasiado ambicioso?, ¿quizás algo o alguien me ha puesto trabas en el
camino? o ¿ha sido porque no he puesto el máximo de confianza en mí mismo?. A
partir de ahí, se valorará si conviene acotar la meta a una submeta, si
conviene cambiar de estrategia o bien si conviene volver a intentarlo habiendo
aprendido de los errores.
La
autoconfianza, como empezaba diciendo, la construimos durante nuestro
crecimiento, con el paso del tiempo, y eso quiere decir que se puede cultivar y
mejorar. Empieza por ver lo bueno que eres en muchos aspectos, entiende que no
todos podemos ser buenos en todo, agradece lo que tienes y da gracias a
cualquier oportunidad de aprendizaje (aunque ello suponga equivocarse antes).
De este modo, con positivismo, conseguirás reforzar tus “autos”, entre ellos el
de la autoconfianza.
Si
Walt Diseny no hubiera confiado en sus capacidades, probablemente se hubiera
conformado con ser un mal estudiante y seguir los pasos de su padre en la
granja, o repartiendo periódicos o conduciendo ambulancias a miles de
kilómetros de su ciudad natal. Pero en cambio, la confianza que tuvo en sí
mismo y en sus capacidades le llevó a luchar por sus metas y convertirse en el icono mundial de la
industria del entretenimiento del siglo XX.
“If you can dream it, you can do it” |
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