viernes, 3 de noviembre de 2017

NOVIEMBRE: Sé coherente y no cambies el sabor de la pimienta según te convenga

A sólo un mes de cerrar el propósito de 2017 de ir haciendo metáforas entre especias y los temas que habitualmente trato en mi blog, este mes os quiero presentar otro de esos condimentos que todos utilizamos en nuestra cocina.

La Pimienta es la especia más consumida en la actualidad y proviene de una planta trepadora cuyos frutos son las bayas. Cuando no están maduras y se secan, constituyen la pimienta negra de sabor intenso; más aromática es la blanca, cuyos granos sí son maduros y secos. Es un condimento que proviene del sur de la India, de la Costa de Malavar y también se cultiva en Indonesia, Malasia y Brasil.


Tendemos a relacionar el uso de la pimienta con los platos salados, pero lo cierto es que también puede ser utilizada en los dulces. Esta dicotomía en su uso es la que voy a utilizar en la metáfora de este mes de noviembre, en el que hablaré de la Coherencia.

Si con el ejemplo del uso de la pimienta en la cocina estamos hablando de una situación “más salada” versus una “más dulce” y, en ambas, se puede utilizar por igual el mismo condimiento sin que éste haya sufrido alteraciones, con la Coherencia me referiré al mismo símil, en el que sin que ésta tenga que sufrir alteraciones, siga utilizándose tanto en las duras como en las maduras.

Antes de entrar más a fondo en este símil, explicar que la Coherencia es aquella condición en la que una persona piensa, dice y actúa del mismo modo. En el momento que esta cadena se ve alterada, desaparece la Coherencia. Tenemos nuestro sistema político completamente incoherente (hablo del español, aunque seguramente los que me leáis desde otros países estaréis en una situación similar de gobiernos y gobernantes nada coherentes), para que con este ejemplo veáis mucho más rápido a dónde quiero llegar.


Para triunfar en el medio-largo plazo, la Coherencia es primordial. Siguiendo con el ejemplo de la política, cuando un candidato nos dice con aparente credibilidad lo que piensa y lo que va a hacer y la mayoría le apoya el día de las elecciones, pero después se demuestra que hace algo totalmente opuesto a lo que prometió, es cuestión de tiempo que el pueblo le eche a patadas del mandato (excepto en casos de gobiernos corruptos, que por desgracia también los hay y abundan, pero que ya son tema aparte). Por lo tanto, ¿triunfaron?, sí, pero en el corto plazo; su incoherencia posterior les sacó del lugar donde hubieran querido seguir. Lo mismo nos ocurre a cualquiera de nosotros en otros contextos: un jefe que promete y nunca da, una empresa que te hace un plan de carrera que nunca se cumple, una marca personal que se crea con una forma de hacer y un objetivo y al final pretende llegar a ese objetivo con acciones muy diferentes a las acordadas, etc.

Pero muchas veces, guardar la coherencia no es tan fácil (o no nos lo ponen fácil), aunque esto no es excusa para que lo tomemos al pie de la letra y nos sirva para justificarnos. Siempre existe un camino alternativo que acabe por hacer posible una coordinación entre lo que uno piensa, dice y hace.

¿Qué podemos hacer para ser coherentes?
  • Identificar aquellos valores y principios en los que creemos y sobre los que construimos nuestra guía de vida.
  • Identificar acciones que vayan acorde a estos valores y principios.
  • Explicar, cuando así convenga, qué piensas y sientes (valores y principios) y qué vas a hacer (acciones) acorde a ellos.
  • Ejecutar las acciones tal y como prometiste y continuar por ese camino.
  • ...y tener que claro que si no te dejan seguir estas instrucciones, simplemente estás en el lugar que no te toca y rodeado de las personas equivocadas. Cambia! No tengas miedo! Siéntete cómodo allá donde tengas que estar. 
En este orden, serás capaz de ser coherente y que tu mundo exterior y el cómo te ven los demás (marca personal) sea igual a tu mundo interior y el cómo te consideras a ti mismo (autoconcepto).

Recuerda que siempre vas a cosechar aquello que hayas sembrado. Si siembras coherencia, recogerás buen fruto. En caso contrario, éste estará podrido y ya será tarde para arrepentirte.

La pimienta puede acompañar perfectamente tanto una ensalada y un plato de bacalao como tartaletas de chocolate y unas fresas con caramelo. Pero sea cual sea el plato que acompañe es el mismo condimento (conservando su esencia y sin ningún tipo de aditivo o variación) y sigue cumpliendo la misma función, la de condimentar con su característico sabor el plato.



Por tanto, es importante que actuemos como la pimienta. A pesar de que el viento sople a nuestro favor o sople en contra, tratemos de luchar por lo que creemos, por lo que prometimos y dijimos íbamos a hacer y por hacerlo. No nos dejemos llevar por la dirección y fuerza del viento y acabemos convirtiéndonos en una veleta.

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