lunes, 9 de mayo de 2016

La negación, la incertidumbre y la asertividad, ¿con cuál te quedas?


Ante la negativa hacia una propuesta, invitación o petición existen tres maneras diferentes de responder:

1. Decir “no”, es la manera que suelen utilizar las personas poco empáticas y con habilidades sociales poco desarrolladas. Es una forma un tanto brusca (y en ocasiones maleducada) de rechazar algo a nuestro interlocutor.
2. Decir “sí, pero no”, utilizado por aquellas personas que no quieren quedar del todo mal y camuflan su negativa de una manera poco habilidosa, dejando en duda y bajo libre interpretación al que recibe esa respuesta. Al final, este tipo de reacción suele llevar a confusiones, malinterpretaciones y generación de malestar en ambas partes.
3. Decir “no” sin decir “no”, sería lo que define mejor la respuesta asertiva. Ésta es la que permite a la persona expresar oposición, combinando componentes verbales y no verbales, de la manera más efectiva posible. Sería una forma clara de negativa, que no tiene posibilidad de dudas, pero en la que las habilidades del emisor neutralizan o suavizan el impacto hacia el receptor.

Y me pregunto yo, ¿tanto cuesta esto?

Supongamos un ejemplo sobre un proceso de selección en el que un entrevistador da cierre a la entrevista de trabajo con el candidato:
  • Caso 1. “…, muy bien Pedro, hasta aquí la entrevista. Siento comunicarte que no vas a cubrir el puesto vacante porque no te adaptas al perfil que estamos buscando”
  • Caso 2. “…, muy bien Pedro, hasta aquí la entrevista. Tendremos en cuenta tu solicitud y te mantendremos informado de la decisión tomada al respecto”
  • Caso 3. “…, muy bien Pedro, hasta aquí la entrevista. Agradecerte el interés y comentarte que para este proceso se busca una experiencia mucho más focalizada en estos puntos y en tu caso no es así, pero de todos modos no te preocupes porque esta entrevista me ayuda a conocerte y poder tenerte en cuenta para próximos procesos vacantes que puedan surgir”

En el Caso 1 está claro lo que se pretende expresar y no hace falta entrar en el detalle del poco tacto que el entrevistador ha tenido con Pedro.

El Caso 2 es el típico en el que se le dice “sí, te tendré en cuenta” y el candidato se marcha con la idea de que tarde o temprano le llamarán para continuar el proceso iniciado, pero en realidad esa llamada nunca llega. Con la seguridad que le transmitió el entrevistador, decide ponerse en contacto de nuevo y, por segunda vez, se le dice que el proceso sigue abierto y que se le mantendrá informado de la evolución (un segundo “sí, pero no” que retroalimenta al anterior)… y así podríamos seguir con un tercero y un cuarto hasta agotar el interés del candidato, habiéndole generado frustración e impotencia a la vez que al entrevistador le habrá generado molestia al recibir esas llamadas y no saber cómo salir de ellas, aunque está claro que él es el principal responsable de este proceso de comunicación fallido.

En el Caso 3 la asertividad adquiere un papel fundamental. El entrevistador le deja claro al candidato que no se le va a tener en cuenta en ese proceso, disipando cualquier duda y esperanza que éste pudiera tener al respecto. A pesar de esta negativa, se le deja abierta la puerta a otros procesos futuros. Se podrían usar muchos otros argumentos asertivos (“no te preocupes Pedro, sigue buscando que tienes mucho potencial y es la persistencia la que te llevará al objetivo buscado”, “tienes muy buenas cualidades para esto, por lo que cuando hayas adquirido un poco más de experiencia vuelve a ponerte en contacto conmigo”, etc.), pero en todas ellas el “no” va acompañado de habilidades empáticas que facilitan el entendimiento y el éxito del proceso de comunicación.

¿Qué más puedo decir?, ¡sobran más palabras!

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