Estamos en MAYO, mes de Selena Gómez como ejemplo de una persona Humilde en este Blog.
Comparto con vosotros este artículo que me ha resultado interesante.
Pese a que los líderes más eficaces se precian de ser humildes, lo cierto es que los jefazos de más relumbrón de la escena empresarial actual pecan de arrogantes.
Se supone que los mejores líderes son aquellos
ungidos con elevadas dosis de humildad. Y que aquellos jefes donde se
amalgaman sinceridad, modestia, justicia, sinceridad y modestia son los que
mejor y más eficazmente exprimen el rendimiento de los equipos de trabajo a su
cargo.
Aun así, y
aunque a los expertos en psicología se les llena la boca loando a la pareja
(parece que perfecta) formada por humildad y liderazgo, lo cierto es que los
CEOs de más relumbrón en la escena empresarial actual poco o nada tienen
de humildes. ¿Hay acaso un solo ápice de
modestia en Elon Musk?
Pero si hay
tantísimas pruebas sobre la mesa que demuestran que los líderes humildes dejan
tiritando en términos de eficacia a aquellos que supuran soberbia, ¿por qué a tantísimos
líderes les resulta casi misión imposible dejar su ego aparcado en la puerta?
Para tan
peliaguda pregunta hay en realidad varias posibles respuestas. Y una de ellas
es que muchos líderes tienen el pleno convencimiento de que no pueden ser
humildes y ambiciosos simultáneamente. A su juicio, lo
verdaderamente positivo de estar encaramados a lo más alto de la escalera
corporativo es permitirse el lujo de decir a los demás lo que tienen que hacer
y ahogar en cierto sentido todo conato de humildad y modestia, asegura Bill
Taylor en un artículo para Harvard Business Review.
La humildad, una asignatura pendiente para muchos líderes
Con
todo, y pese a lo que opinan no pocos jefes, la
humildad y la ambición no están necesariamente enemistadas. De
hecho, la humildad al servicio de la ambición es el “mindset” más eficaz para
aquellos líderes ávidos de conseguir grandes logros. Quienes practican este
tipo de liderazgo buscan activamente el éxito (porque son, al fin y al cabo,
ambiciosos), pero reaccionan a los triunfos con beatífica humildad.
Otra razón
por la que a los líderes se les hace tan cuesta arriba ser humildes es que la humildad es
percibida a menudo como extraordinariamente “suave” cuando hay problemas
“duros” aporreando en la puerta. Y por eso, para evitar
parecer vulnerables en momentos que requieren certidumbre y "dureza",
muchos jefes renuncian deliberadamente (al menos de cara a la galería) a la
humildad.
Los líderes
más eficaces no necesitan, sin embargo, fingir todas las respuestas. Y son conscientes de
que su trabajo consiste en hallar las mejores ideas en otras personas
(independientemente de quienes sean tales personas y cuál sea rango).
Desafortunadamente
muchos líderes prefieren fracasar a admitir que no son dueños de todas las
respuestas y
que se encuentran, por ende, a merced de otras personas que están probablemente
por debajo en la escalera corporativa.
Vivimos en un mundo donde el ego acapara todos
los flashes pero es la modestia la que logra realmente los resultados. Donde la
arrogancia genera titulares, pero es la humildad la que marca la diferencia.
Razón de más para que los líderes
se planteen por su propio bien si tienen la suficiente confianza en sí
mismos para ser humildes, concluye Bill Taylor.
24 de Abril de 2019
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