A través de la Fundación Adecco se
llevó a cabo un experimento en el que se pretendía evidenciar cómo son de
marcados los prejuicios de unos candidatos, que acudían a una entrevista
de trabajo, una vez se percataran de que quien les iba a entrevistar tenía una discapacidad claramente perceptible.
El actor Pablo Pineda, primer
diplomado europeo con Síndrome de Down, escritor, ponente y responsable de RRPP
de diversidad de la Fundación Adecco se convirtió en entrevistador por un día. Su misión era entrevistar a un grupo de candidatos, que desconocían estar formando parte de un grupo experimental. Los aspirantes acudían a una simple entrevista de
trabajo y así fue como reaccionaron:
Los prejuicios son percepciones y suposiciones,
generalmente erróneas, que nos predisponen a adoptar comportamientos negativos
hacia personas o miembros de colectivos por el simple hecho de pertenecer a
ellos. Se trata de una manera fácil de catalogar a las personas sin habernos
molestado en conocerlas, presuponiendo además cuáles y cómo van a ser sus comportamientos e intenciones.
Los prejuicios se crean en cuestión de segundos, muchísimo más rápido de lo que tardan después en desaparecer. A los pocos segundos de ver a una persona o, muchas veces sólo escuchando la opinión que sobre ella hace otra, generamos unos prejuicios que no desaparecerán hasta que estemos seguros de haber confirmado que son ciertos o falsos, y para ello se requiere tiempo, pues sí o sí necesitaremos un mínimo de interacción con la persona sobre la que hemos basado nuestro prejuicio.
La única manera de evitar los
prejuicios, asignatura claramente pendiente para un alto porcentaje de
personas, es educar en la aceptación y la tolerancia. En saber darse a uno
mismo siempre la oportunidad de conocer a la otra persona antes de catalogarle,
independientemente del sexo, raza, religión, aspecto físico, orientación
sexual,… Esta educación debería ser transmitida
de padres/adultos a niños, porque es en la infancia cuando se aprende más
rápido y cuando lo aprendido se graba de manera más profunda y duradera, pero siendo autocríticos debemos reconocer que esta educación en valores se nos está escapando cada vez más de las manos.
El experimento que me ha servido de
ejemplo para hablar hoy de los prejuicios, permite ver claramente cómo
infravaloramos a los demás antes de darnos esa oportunidad de conocerles y
antes de darnos cuenta que, en muchas ocasiones, son personas con
conocimientos, valores y estilos mucho más potentes incluso de los que tenemos
nosotros mismos, acabando incluso por sorprendernos.
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