martes, 28 de enero de 2020

Trabajar en equipo, una habilidad escasa pero necesaria (por Margherita Cordano F.)

Estamos en ENERO, mes del Ánsar como animal que nos enseña a trabajar en equipo en este Blog. Comparto con vosotros este artículo que me ha resultado interesante.

Los datos indican que saber ponerse de acuerdo y colaborar con otros son habilidades clave.


Frente al panorama de un mundo cada vez más interconectado, saber trabajar en equipo se ha vuelto un elemento clave para la educación del siglo XXI.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde) así lo cree, y su prueba Pisa es la primera medición internacional que incorporó un área dedicada a analizar cuán fácil resulta para los escolares colaborar con otros. Con 429 puntos, Colombia está por debajo el promedio de Chile, Uruguay, Costa Rica y por encima de Brasil, Perú y República Dominicana en cuanto a América Latina, y muy por debajo del promedio de naciones Ocde: 500 puntos.

A nivel de empresas, la demanda de habilidades sociales en los empleados ha superado la demanda de habilidades matemáticas”, comenta Jeffrey Mo, analista de la división de educación de la Ocde y autor de uno de los más recientes informes ‘Pisa in focus’ de la organización. En este texto, el investigador examina qué tipo de actividades son comunes entre los adolescentes que trabajan bien con las demás personas.

Entre sus conclusiones destaca que los estudiantes que ayudan en las tareas de la casa –cuidar a un hermano menor o lavar platos, por ejemplo– valoran más el trabajo en equipo y tienen una mejor actitud cuando se les pide hacerlo. Lo mismo ocurre con los estudiantes que suelen juntarse con sus amigos fuera de clases o con los que se contactan con ellos por teléfono.

Coordinados en línea

Una de las conclusiones que llaman la atención del estudio de la Ocde es que, aunque el uso constante de videojuegos se asocia con una menor voluntad para trabajar con otros, acceder a internet para chatear mostró ser una actividad que los jóvenes más cooperadores sí realizan.

Sin embargo, Jennifer Klein, rectora del Gimnasio Los Caobos, en Colombia, y autora del libro ‘The Global Education Guidebook’, no está del todo de acuerdo con que estas tecnologías sean las herramientas idóneas para fomentar el trabajo en equipo.

Es mejor hacerlo cara a cara. Lo que he visto es que los adolescentes y preadolescentes no manejan muy bien la inteligencia emocional en, por ejemplo, los chats de WhatsApp, pues se generan malentendidos fácilmente. Fomentar esas capacidades requiere la presencia del docente; necesitan el andamiaje, el apoyo para mediar conflictos”, asegura Klein.

Sin embargo, esto no significa que descarte las tecnologías; al contrario, ella es una gran promotora de su uso en las aulas de clase. Cree, por ejemplo, que estas herramientas son fundamentales para colaborar globalmente, es decir, intercambiar conocimiento y experiencias con estudiantes de otros países.

“Sin regulación de tiempo y uso, puede ir en contra de la interacción cara a cara, que también es un aspecto importante en la colaboración. Pero, como en todo, en la justa medida y el tiempo adecuado y acotado, esto no debiese ser contraproducente en un trabajo en equipo o colaboración entre niños y jóvenes”, plantea Javiera Mena, directora del magíster en Psicología Educacional de la Universidad del Desarrollo de Chile.

Sin competencia

Según la Unesco, una de las principales potencialidades que tiene el trabajo en equipo es que produce una potente red de relaciones e interacciones que termina consolidando un liderazgo colectivo con responsabilidad y compromiso. Para ello se requieren confianza mutua, comunicación fluida, sinceridad y respeto por las personas, permitiendo superar los inevitables enfrentamientos entre los distintos puntos de vista.

Por su parte, Robert Blake, Jane Mouton y Robert Allen, en su libro ‘Cómo trabajar en equipo’, afirman que el trabajo en equipo tiene más posibilidad de generar participación y es la clave para resolver los problemas de calidad, creatividad, satisfacción y compromiso, de ahí la importancia de desarrollar y fomentar esta habilidad.

Ángela Abello, directora ejecutiva de Forja Chile, organización dedicada a mejorar la calidad de la educación de ese país, indica: “Vemos que cuando desafiamos a los niños a resolver problemas colaborativamente, estos se involucran de forma genuina en la tarea porque reconocen y despliegan sus propias habilidades, lo que les genera sensación de autoeficacia tremenda, así como también se transforman en puentes de crecimiento de sus pares”.

“Esto genera vínculos potentes entre ellos y confianza en sí mismos y los otros. De esta forma se aprende a convivir con los demás desde la colaboración y no desde la competencia”, agrega.

Dentro del aula

¿Qué se recomienda a los colegios que quieren fomentar el aprendizaje cooperativo entre sus estudiantes? Para Javiera Mena, de la Universidad del Desarrollo, se sugiere “que los profesores comiencen trabajando entre sí en equipo, ojalá formando comunidades de aprendizaje donde se hable de lo que es el aprendizaje colaborativo, se los capacite en esta materia y se estudien diferentes herramientas para llevarlas a la sala de clases. A los equipos directivos se les recomienda dar las facilidades para ello”.

María Margarita San Cristóbal, profesora y académica de la Universidad de Talca, en Chile, cree que para trabajar en grupo “uno como docente debe planificar la experiencia. Hay que dejar de hablarles a los alumnos del trabajo cooperativo, del pensamiento crítico, y exponerlos a una experiencia en la que ellos lo vivan. Después, hacerlos reflexionar frente a ello”.

Eso se logra haciendo que hablen acerca de lo que ocurrió, pidiéndoles que describan cómo fue el proceso. “Eso se llama metacognición: tú analizas lo que has vivido y de esa manera interiorizas conocimientos”, dice.


25 de Enero de 2020 09:01

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