martes, 19 de diciembre de 2017

Autocontrol: la gestión del cambio personal sin perder la esencia (por Jéssica Buelga)



La vida es cambio permanente y ese cambio implica gestionar y controlar aquellos aspectos que no nos conducen al éxito, sin perder por ello la esencia de lo que somos.

Como ya sabrás, soy una apasionada de la inteligencia emocional, y como hacía tiempo que te hablaba sobre ella, hoy me apetece algo relacionado con una de las competencias más deseadas de la inteligencia emocional, pero también de las que más esfuerzo conlleva: el autocontrol. Y lo es, porque cuando hablamos del autocontrol, de la gestión de las emociones y su funcionamiento, nos entran dudas de cómo ponerlo en práctica, pero también del efecto que supondrá en nosotros.

De sobra sabes que el hecho de no controlar tus pensamientos (“Voy a equivocarme”) y los efectos fisiológicos que conlleva (sudoración, taquicardia, etc) conduce a un determinado comportamiento (bloqueo mental, por ejemplo). Pero te sigue ocurriendo, te parece que no tienes control sobre ello y NUNCA podrás cambiarlo. Nada peor que un totalitarismo en estos casos…

Pero ¿y si los consiguieses controlar? ¿Tendrías en algún momento, la sensación de ser un farsante, uno actor, de fingir?… Aún saliendo beneficiado del cambio logrado, de controlar el comportamiento que te perjudicaba, podría quedarte un resquemor de no estar haciendo lo que realmente te apetece. Esa es una lucha interna y constante del ser humano: ¿Hago lo que me apetece o lo que es mejor para mí? ¿Me dejo llevar o controlo mis impulsos? ¿Soy natural y sincero o, por el contrario, artificial y forzado?
Voy a empezar a centrar, que me conozco…
Este post tiene dos partes, una de entrenamiento, más práctica y otra de reflexión, para que no tengas la menor duda de que gestionar y entrenar la gestión de tus emociones no te hace ser otra persona, sino ser mejor persona, esa versión mejorada de la que tanto se habla.
En este primer punto de inflexión, meramente práctico, me gustaría facilitarte el camino hacia la autorregulación (no te asustes por el nombre, no es tanto como parece), y por eso te cuento de forma muy breve cómo realizar una modificación de una conducta cualquiera que no te resulte beneficiosa. Intenta seguir estos sencillos, pero al mismo tiempo difíciles pasos:

1) Elige una situación que te produce malestar, por ejemplo: Hablar en público.
2) Analiza los pensamientos que tienes en ese momento, tu diálogo interno, por ejemplo: “Voy a meter la pata, voy a quedarme en blanco”.
3) Detecta los efectos en tu cuerpo, por ejemplo: “Sudoración de las manos, aceleración del pulso…”
4) Reflexiona sobre lo haces finalmente en esa situación desagradable, por ejemplo: “No consigo articular palabra, me bloqueo”.
5) Ahora piensa si es posible pensar de otra forma, de alguna que te conduzca a conseguir tus objetivos, por ejemplo: “Tengo el tema controlado, lo voy a hacer bien, voy a ir punto por punto…”. Te estoy hablando de pensamientos alternativos, una conversación contigo mismo diferente a la que tenías hasta ahora mismo.
6) Y con este pensamiento alternativo, creado por tí fuera de contexto, anticipa el comportamiento alternativo que se generaría en tí, por ejemplo: “Hablar tranquila y sosegadamente en la exposición en público, desarrollando punto por punto sin bloquearme”. Te estoy pidiendo que amplíes tu registro de conductas, sobre todo en aquellas en las que saldrás beneficiado.

Para mejorar tus resultados, puedes acompañar estos sencillos pasos con técnicas como la visualización, la simulación o el anclaje, de los cuales hablaré más en otros posts. Pero de momento, vamos a ir poquito a poco, pero avanzado en los cambios.
La segunda parte del post es la que tiene más miga, para mí, la más interesante pues es la base de uno de los principales temores ante el cambio: ¿seré un actor de mí mismo? ¿perderé naturalidad? Eso depende única y exclusivamente de tí. El hecho de decidas cambiar parte de tu comportamiento como forma de mejora, no implica perder tu esencia, es simplemente una transformación, un progreso del cual eres consciente y partícipe.
Por lo tanto…¡siéntete orgulloso! Crece, cambia, mejora todo lo que puedas y quieras, porque con ello harás mejor tu vida y la de quienes te rodean. No temas enfrentarte a comentarios como “Uy, ¡cómo has cambiado!” o “¡No pareces ni tu sombra!”. Me parece a mí que es mejor recibir esos comentarios que aquellos que reflejen que eres igual que hace 10 años, algo que por otro lado, es imposible. Pero es sólo una idea, claro…

Eres (somos) producto de una evolución constante, de un cambio permanente, pero no sólo dentro del contexto de la especie, si no desde el mismo instante en el que naces y hasta que deje de existir. Así que cambia, prospera, renueva actitudes y pensamientos que ya no te sirven. Y todo ello, sin perder la esencia de lo que eres, porque no hace falta dejar atrás aquello que eres ni te hace mejor, tan sólo cambiar y pulir lo que te limita.
“Renovarse o morir”, eso dicen ¿no?. Pues te invito a avances, a que te transforme y mutes y a que seas mejor, así de sencillo. El desarrollo personal y la mejora continua es un proyecto de vida, aunque a veces pienses que en el camino has dejado de ser quién eres. No lo dudes, serás tú pero mucho mejor, y créeme, eso es bueno.

Serás tu mejor versión, y lo mejor de todo, es que al mismo tiempo seguirás siendo, en esencia, tú.

12 de Junio de 2017
http://jessicabuelga.com/jessica/

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