martes, 1 de agosto de 2017

AGOSTO: Procura que tu comunicación no esté ni sosa ni salada



Es posiblemente el aditivo más antiguo y más usado en la alimentación, y uno de los principales pilares de la cocina en cualquier cultura del mundo. Me refiero en esta ocasión a la Sal. Algunos autores culinarios mencionan que el arte de la cocina es, quizás, el lograr saber con certeza cuándo se debe aplicar sal a los alimentos, así como la proporción exacta y el tipo de sal más aconsejable en función de las circunstancias.

¿Es necesario seguir dando datos que me ayuden a justificar por qué este mes acudo a la metáfora de la sal para explicar la comunicación y la transparencia como aditivos más antiguos y claves para asegurar el éxito en cualquier relación humana que se nos ocurra?

Existen diferentes axiomas cuando hablamos de la comunicación, el más conocido es el de la imposibilidad de no comunicar, pues ¡hasta el silencio lo hace!., del mismo modo que la ausencia de sal no hace que cualquier plato pierda su sabor, pues el que un plato esté soso ya nos está transmitiendo algo.

Desde siempre el hombre ha tenido necesidad de comunicarse con quienes le rodean. Gracias a ello estamos donde estamos y somos quienes somos. Independientemente de la cultura, de la época, de la raza, de la religión, de la edad… la comunicación ha existido, existe y existirá, pues como decíamos con la sal en la cocina, la comunicación es uno de los principales pilares de las relaciones humanas.

Pero que exista comunicación no quiere decir que ya todo sea un camino de rosas. Si echas más sal de la cuenta has estropeado el plato, y si te quedas corto alguien te avisará de que ese plato está insípido y necesita que le eches un poco más de sal. Lo mismo ocurre con la comunicación, uno debe saber cuándo intervenir, cómo hacerlo, con qué cantidad o frecuencia y qué tipo de código y canal utilizar. De lo contrario, tenemos todas las probabilidades de provocar un fallo comunicativo.

Además, cuando he introducido la metáfora sal-comunicación, también he aludido a la transparencia. Es muy interesante saber que la sal en su estado puro está formada por pequeños cristales completamente transparentes, pues está compuesta exclusivamente por cloruro sódico. En ocasiones, cuando la compramos, la encontramos con otros colores: blanca, grisácea, rosácea… debido a las impurezas que se acumulan con el tiempo de evolución en las salinas. La comunicación, en su origen, también es totalmente sincera, transparente y emocional. ¿A caso un bebé es capaz de meter impurezas racionales a la comunicación que transmite cuando llora porque tiene hambre o cuando sonríe al ver la cara conocida de sus padres?. ¡Claro que no!

Con el paso del tiempo, las personas vamos evolucionando rápidamente a nivel racional, somos capaces de modificar nuestros pensamientos, nuestras palabras, la forma en la que las expresamos, etc… y con todo ello somos capaces de ocultar información, tergiversarla, modificarla, inventarla… haciendo que la transparencia desaparezca y que ello influya en todo el proceso comunicativo que estemos teniendo con otras personas.
 

Si pensamos en cualquier relación familiar, de pareja, de equipos de trabajo…, estoy seguro que somos capaces de discernir personas que saben comunicar y personas que no saben tanto, al menos con la oratoria. Pero también estoy seguro que sabremos observar que, de entre aquellas que saben comunicar, quiénes lo hacen con más transparencia y quiénes lo hacen con menos. ¡Por la boca muere el pez! que decía mi abuela. ¿Acaso no estamos hartos de ver políticos que saben comunicar, pero que mienten más que hablan?. Éste, sin ir más lejos, sería un problema mayúsculo de comunicación, pues saben cuidar cualquier aspecto de la misma (contexto, registro, palabras…), pero se olvidan el más importante y que le va a dar credibilidad al resto: la transparencia, la sinceridad y la coherencia entre lo dicho y lo hecho.

Sin querer alargar más el tema comunicación-transparencia y la nueva especia que ocuparán las próximas entradas en este blog durante el mes de agosto, simplemente recordar que del mismo modo que nos gusta acertar con la cantidad de sal en los platos que estamos preparando y vamos a servir, también debemos prestar atención a esos pequeños errores que en ocasiones cometemos cuando nos estamos comunicando con otros. Es importante que probemos un sorbito del puchero antes de darlo por terminado para validar su justo punto de sal; asimismo es importante que pensemos bien lo que vamos a decir, cuándo lo vamos a decir y cómo lo vamos a decir.



2 comentarios:

  1. Muy bueno Álex, cómo siempre!!! Es importante tener el salero cerca, para cuando estemos dispuestos a usarlo....buen verano!!!

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    1. Muchas gracias amiga!!! Feliz verano a ti también. :)

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