En tiempos de bonanza gran parte de lo negativo se ocultaba o se
obviaba por no analizarse hasta el fondo. Sólo una pequeña parte de lo que
salía a la luz llegaba un poquito más allá y se convertía en las escasas
noticias negativas que ocupaban nuestros diarios e informativos.
Ahora
que la bonanza pasó a ser crisis, la corrupción, el fraude, los desahucios, la
violencia, el paro… son el pan nuestro de cada día.
Desde
hace unos años tratamos de arreglar lo presente (¡bien hecho!), pero
creo que no estamos trabajando por y para el futuro con el fin de evitar
que de aquí a unos años, cuando todo esté estabilizado de nuevo, puedan volver
a aparecer situaciones negativas que nos superen y nos vuelvan a llevar de
nuevo a un túnel oscuro como por el que ahora estamos atravesando.
Como
digo, está genial que trabajemos para arreglar la situación presente desde
todos los ámbitos (política, empleo, sanidad, empresa, educación…), pero me da
la sensación de que se están buscando parches para el presente y no soluciones
para el futuro. La desnudez que actualmente tenemos no nos está demostrando
otra cosa mas que lo mal que lo hicimos en el pasado:
- Nos enseñaron a hablar, pero no a comunicarnos.
- Nos enseñaron a manifestar miedo, rabia, alegría, tristeza… pero no a controlar nuestras emociones.
- Nos enseñaron a ser reactivos, pero no a trabajar con proactividad para estar preparados.
- Nos enseñaron la teoría, pero la práctica era algo que tuvimos que buscarnos por nuestros propios medios.
- Nos enseñaron a mirar por nuestro propio bien, pero no a ser empáticos ni altruistas.
- Nos enseñaron a obedecer, pero no a ser asertivos.
- Nos enseñaron a usar el poder, pero no a ser líderes.
¿sigo?
No hace falta. Es evidente
que nuestros sistemas fallaron o, simplemente, no supieron adaptarse a tiempo a
esos cambios sociales que nos estaban llegando.
Ahora tenemos dos trabajos que hacer:
- Encontrar soluciones para actuar a corto plazo y arreglar todos los desperfectos entre los que vivimos.
- Estudiar, analizar y poner en práctica de manera proactiva nuevos métodos que nos permitan ser más eficientes y más eficaces en el futuro que nos viene.
A este segundo punto, que
insisto es para el que menos se está trabajando, se debe comenzar a darle la
importancia que tiene para el hoy, pero sobre todo para el mañana y empezar a
educar con la visión futura de vivir en un mundo mejor.
Todos podemos aportar nuestro granito de arena en esta labor de
educar para el mañana. Por mínima que parezca nuestra aportación puede servir
para conseguir el cambio que todos queremos, pero del que no tenemos ni idea de
por dónde empezar.
Padres, madres, maestros,
jefes, compañeros, alumnos, amigos, comunicadores, formadores, psicólogos…
todos, absolutamente todos, debemos tomar conciencia de que el futuro que
queremos está en nuestras manos, en el cómo debemos ser capaces de unir
ideas y sinergias para empujar todos hacia un mismo objetivo: conseguir el éxito
y una calidad de vida que garantice mínimamente la felicidad para
todas las personas y en todos los estamentos.
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