Hablábamos en Agosto de la
Comunicación y de la Transparencia, refiriéndonos tanto a la empresa como a
cualquier contexto comunicativo que pueda acontecer entre dos o más personas,
pues en cualquier ámbito en el que exista comunicación ésta debería ser de calidad,
debería estar ajustada a su medida idónea y además debería ser clara y sincera
con el fin de asegurar el éxito del proceso comunicativo.
Este mes, septiembre, vamos a hablar
de otro aspecto que tiene mucha relación con el tema tratado en agosto: la
accesibilidad. Entendida ésta como la disposición de cualquier persona,
independientemente de la posición jerárquica que ocupe, a estar accesible
cuando otro lo requiera.
Para ello voy a utilizar una nueva
metáfora con un nuevo condimento, el regaliz. ¿Y por qué el regaliz? Conozcamos
un poquito más sobre la raíz de la planta Glycyrrhiza
Glabra. Ésta es una planta que crece en el Mediterráneo y en la China,
aunque se cultiva en toda Europa y Asia Menor. Se usa para añadir sabor fuerte a
cervezas y licores. Pero su sabor también dulce y agradable hace que a menudo se añada al jarabe
para la tos para disimular el sabor amargo de algunos de sus ingredientes. Es
un condimento que tanto se usa en licores y cervezas para satisfacer el paladar
de los adultos, como en jarabes y caramelos para satisfacer el paladar de los
niños, por lo que podemos decir que es un condimento accesible a todos los
públicos. Pero además es un condimento agridulce, cuya característica se puede
asemejar a esa sensación que uno siente cuando no encuentra lo que esperaba
encontrar en otra persona. Me explico a continuación.
¿Cuántas veces te has dado de morros
contra la puerta de tu jefe cuando tenías algo importante que decirle? ¿Cuántas
veces has necesitado hablar con un amigo sobre algo que te estaba inquietando y
has visto que se escurría como pez en el agua? ¿Cuántas veces has sido tú el
que has puesto impedimentos y excusas cuando sabías que otro tenía que
explicarte algo?
En ocasiones no somos conscientes de
lo que significa la “disposición a estar accesible”. Es muy fácil decir a otro “para
lo que necesites aquí me tienes”, pero lo difícil es mantenerlo y que se cumpla
a la perfección, llegado el momento. Y es aquí donde yace lo realmente
importante, en el momento en que a alguien le preocupa un tema que necesita compartir y la persona que le tiene que recibir está totalmente dispuesta a
escucharle, sin atreverse a posponer lo que para el otro quizás estuviera siendo una agonía.
La accesibilidad no te la van a
enseñar en el Instituto ni tampoco en el Máster más caro de la mejor
Universidad del Mundo. Esta cualidad, como muchas otras, debes trabajarla
dentro del que debería ser tu proyecto vital de mejora continua de tu
Inteligencia Emocional. De nada sirve ser una persona con muchísimo
conocimiento de un tema, una persona muy resolutiva o capaz de saber encontrar
oro de debajo de cualquier piedra, si no estás accesible a escuchar, aconsejar,
apoyar o asesorar a quienes te lo estén reclamando. La mayoría de veces uno no
se gana a la gente por aspectos tangibles como el dinero o la guapura, sino que
son estos aspectos más abstractos como la accesibilidad, la humildad o la
empatía los que hacen que un jefe sea un buen jefe, que un líder se rodee de
los mejores y que un amigo te demuestre que está también contigo en los
momentos difíciles.
Seamos un poco más conscientes de lo
que decimos y hacemos; seamos un poco más empáticos y entendamos que igual que
nosotros en ocasiones precisamos de ayuda y necesitamos que nos escuchen, también
otros lo requieren. Seamos capaces de sacar el juego dulce al regaliz y evitar
que predomine su parte agria-amarga. Podemos intentarlo, ¿verdad?
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