Es posiblemente el aditivo más antiguo
y más usado en la alimentación, y uno de los principales pilares de la cocina
en cualquier cultura del mundo. Me refiero en esta ocasión a la Sal. Algunos autores culinarios mencionan
que el arte de la cocina es, quizás, el lograr saber con certeza cuándo se debe
aplicar sal a los alimentos, así como la proporción exacta y el tipo de sal más
aconsejable en función de las circunstancias.
¿Es necesario seguir dando datos
que me ayuden a justificar por qué este mes acudo a la metáfora de la sal para
explicar la comunicación y la transparencia como aditivos más antiguos y claves
para asegurar el éxito en cualquier relación humana que se nos ocurra?
Existen diferentes axiomas cuando
hablamos de la comunicación, el más conocido es el de la imposibilidad de no
comunicar, pues ¡hasta el silencio lo hace!., del mismo modo que la ausencia de
sal no hace que cualquier plato pierda su sabor, pues el que un plato esté soso
ya nos está transmitiendo algo.
Desde siempre el hombre ha tenido
necesidad de comunicarse con quienes le rodean. Gracias a ello estamos donde
estamos y somos quienes somos. Independientemente de la cultura, de la época,
de la raza, de la religión, de la edad… la comunicación ha existido, existe y
existirá, pues como decíamos con la sal en la cocina, la comunicación es uno de
los principales pilares de las relaciones humanas.
Pero que exista comunicación no quiere
decir que ya todo sea un camino de rosas. Si echas más sal de la cuenta has
estropeado el plato, y si te quedas corto alguien te avisará de que ese plato
está insípido y necesita que le eches un poco más de sal. Lo mismo ocurre con
la comunicación, uno debe saber cuándo intervenir, cómo hacerlo, con qué
cantidad o frecuencia y qué tipo de código y canal utilizar. De lo contrario,
tenemos todas las probabilidades de provocar un fallo comunicativo.
Además, cuando he introducido la
metáfora sal-comunicación, también he aludido a la transparencia. Es muy
interesante saber que la sal en su estado puro está formada por pequeños
cristales completamente transparentes, pues está compuesta exclusivamente por
cloruro sódico. En ocasiones, cuando la compramos, la encontramos con otros
colores: blanca, grisácea, rosácea… debido a las impurezas que se acumulan con
el tiempo de evolución en las salinas. La comunicación, en su origen, también
es totalmente sincera, transparente y emocional. ¿A caso un bebé es capaz de
meter impurezas racionales a la comunicación que transmite cuando llora porque
tiene hambre o cuando sonríe al ver la cara conocida de sus padres?. ¡Claro que
no!
Con el paso del tiempo, las personas
vamos evolucionando rápidamente a nivel racional, somos capaces de modificar
nuestros pensamientos, nuestras palabras, la forma en la que las expresamos,
etc… y con todo ello somos capaces de ocultar información, tergiversarla,
modificarla, inventarla… haciendo que la transparencia desaparezca y que ello
influya en todo el proceso comunicativo que estemos teniendo con otras
personas.
Si pensamos en cualquier relación
familiar, de pareja, de equipos de trabajo…, estoy seguro que somos capaces de
discernir personas que saben comunicar y personas que no saben tanto, al menos
con la oratoria. Pero también estoy seguro que sabremos observar que, de entre
aquellas que saben comunicar, quiénes lo hacen con más transparencia y quiénes
lo hacen con menos. ¡Por la boca muere el pez! que decía mi abuela. ¿Acaso no
estamos hartos de ver políticos que saben comunicar, pero que mienten más que
hablan?. Éste, sin ir más lejos, sería un problema mayúsculo de comunicación,
pues saben cuidar cualquier aspecto de la misma (contexto, registro,
palabras…), pero se olvidan el más importante y que le va a dar credibilidad al
resto: la transparencia, la sinceridad y la coherencia entre lo dicho y lo
hecho.
Sin querer alargar más el tema comunicación-transparencia y la
nueva especia que ocuparán las próximas entradas en este blog durante el mes de agosto, simplemente recordar que
del mismo modo que nos gusta acertar con la cantidad de sal en los platos que
estamos preparando y vamos a servir, también debemos prestar atención a esos
pequeños errores que en ocasiones cometemos cuando nos estamos comunicando con
otros. Es importante que probemos un sorbito del puchero antes de darlo por
terminado para validar su justo punto de sal; asimismo es importante que
pensemos bien lo que vamos a decir, cuándo lo vamos a decir y cómo lo vamos a
decir.
Muy bueno Álex, cómo siempre!!! Es importante tener el salero cerca, para cuando estemos dispuestos a usarlo....buen verano!!!
ResponderEliminarMuchas gracias amiga!!! Feliz verano a ti también. :)
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