A lo largo de un día cualquiera de
nuestra vida vamos grabando durante las 24 horas (incluso cuando dormimos)
información en nuestro cerebro. Gigabytes de datos que no hacen más que ocupar
espacio, perdiéndose entre millones de “carpetas amarillas” que contienen
información útil (la que menos) e inútil de cada estímulo que recibimos por
cualquiera de nuestros sentidos.
Hoy abrí una carpeta amarilla al azar
y rememoré una de esas tantas reflexiones aparentemente inútiles que uno
escucha algún día, guarda en sus archivos y piensa que nunca más le volverá a dar
uso. En este caso, me equivoqué, pues le he dado forma a este artículo que
comparto con vosotros y que me ayuda también a mí a crecer como una persona
emocionalmente más inteligente.
Iba yo pensando en cómo puede cambiar
en cuestión de segundos todo lo que uno tiene más o menos planificado, cuando encontré
esta frase que alguien debió decir alguna vez estando cerca de mí y que yo guardé en
mi cerebro.
“El pasado es sólo recuerdo y el fututo nunca va a ser como uno
imagina”.
Algo tan obvio, tan fácil de pensar,
sin necesidad de utilizar fórmulas matemáticas, que guarda
en su semántica una de las más potentes verdades universales que vive entre
nosotros y que a veces nos cuesta tanto ver. Me explico.
Si el pasado ya está escrito y el
futuro escríbelo como quieras que va a ser totalmente diferente… ¿para qué
gastar energías y fuerzas en ambos? No tiene sentido ¿verdad? Lo único
razonable, lo único que realmente adquiere importancia en esta reflexión es el
momento actual, el presente. Dedicando toda nuestra atención a lo que está
ocurriendo seríamos capaces de disfrutar a niveles exponenciales una vivencia
placentera; seríamos capaces de cambiar el rumbo con un giro de 180º ante
cualquier obstáculo que se nos estuviera interponiendo en nuestro camino y nos iba a suponer problemas futuros; y seríamos capaces también de ayudar
y hacer ver a los demás que lo realmente importante está ocurriendo en este
preciso momento.
Pero el ser humano está contaminado
por recuerdos, por expectativas, por ilusiones… que le ciegan a vivir y
disfrutar como se merece cualquier momento presente. Y cuanto más adulto nos
hacemos, más ciegos estamos y menos capaces somos de disfrutar y ser felices de
manera inconsciente como hacen los niños.
Es por eso, que el único modo de ser
felices, de vivir el ahora con total intensidad y de olvidarnos de problemas
pasados y futuros es siendo conscientes de la importancia del aquí y del ahora.
Esto, indiscutiblemente, conlleva un esfuerzo y un trabajo, porque de lo
contrario ya no sería consciente, pero con estas nos tenemos que ver si
queremos aprovechar positiva y felizmente nuestro efímero paso por esta vida.
Dedícale un 2% de tu tiempo al pasado,
porque en él hubo personas y hechos que te hicieron ser quien hoy eres.
Dedícale un 3% al futuro, porque es importante planificar y prevenir, pero
tampoco te obsesiones demasiado con los detalles. El 95% restante de tu tiempo
dedícalo al aquí y al ahora, a quienes tienes a tu lado, a lo que está
ocurriendo… aprovecha al máximo tu momento porque es tuyo y de nadie más.
Ya sólo me queda resumirte todo esto
en 2 palabras: ¡Carpe Diem!
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