En mi gusto por el uso de la metáfora hoy
voy a explicar, mediante una crítica a los sistemas políticos que nos
gobiernan, lo que ocurre en muchas empresas que se duermen en los laureles a la
hora de hacer uso de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación
(NTIC).
En artículos anteriores hablé sobre los
beneficios que para las empresas representa a todos sus niveles (humano,
competitivo, comunicativo…) el uso de las nuevas tecnologías. Innegable es que
desde hace ya un tiempo viene siendo necesario un cambio de paradigma a todos
los niveles: económico, social, doméstico, profesional, empresarial,
educacional, político…
Ya en ningún contexto vale lo que hasta
ahora valía y quien se resista a aceptar esto sólo hace que aletargarse y
encaminarse hacia una situación que le obligará más pronto que tarde a ponerse
al ritmo de quienes ya están en la labor de aceptar la realidad y trabajar en
pro de la misma.
Entrando en el marco político, es ahora
cuando me atrevo a afirmar que la resistencia al cambio de nuestros políticos
es la que está produciendo toda la situación por la que los ciudadanos estamos
pasando (sentimiento de no ser escuchados, frustración, propagación de
conductas antisistema, victimismo derivado de los fraudes y corrupciones que se
descubren…).
Hoy en día se requieren Gobiernos más
abiertos y para ello es fundamental que estos escuchen a quienes lideran. Los
tiempos han cambiado y, mientras que antes sólo escuchaban a los ciudadanos en
momentos electorales (si es que había elecciones), en manifestaciones o a
través de pintadas anónimas en los muros de las calles, ahora lo pueden hacer
en cualquier momento a través de las redes sociales, las cuales están en
permanente funcionamiento las 24 horas del día todos los días del año y con capacidad
de alcance y difusión a cualquier rincón del planeta en cuestión de segundos.
La comunicación se facilita, deja de ser
unidireccional e incluso bidireccional para convertirse en una comunicación en
todas las direcciones, una comunicación en red. Entre otras redes sociales
tenemos Twitter, un vivo y fiel termómetro a tiempo real de las opiniones de
todo un colectivo, que tanto puede estar focalizado en un barrio determinado
como puede estar formado por personas y opiniones procedentes de todos los países
del mundo. Ahora con pocas palabras (140 caracteres máximo) se puede decir
mucho.
Los movimientos de masas en red son más
difíciles de silenciar, tienen mayor difusión, son mucho más rápidos y tienen
menos coste. Si mayoritariamente el uso de las redes sociales hoy en día sirven
para criticar y maldecir a nuestros Gobiernos (no se merecen menos), también
podrían serviles a ellos para intentar lidiar constructivamente con la opinión,
escucharnos, actuar más en consonancia (no digo al 100% porque nunca llueve a
gusto de todos) y poder trabajar todos juntos para que se mejore y se
evolucione y no para que se involucione, que es lo que llevamos haciendo desde
hace unos cuantos años.
Hasta ahora habremos tolerado a políticos
sin conocimiento de idiomas, sin conocimientos informáticos e incluso sin
culturilla general, pero no podemos tolerar políticos que rehúyan de las nuevas
tecnologías. Si no las utilizan haciendo además un buen uso de las mismas no es
porque no pueden; simplemente no quieren.
Por mi parte dicho queda. Veía necesario un
vómito de reflexión basado en la reticencia empresarial al uso de las NTIC,
utilizando esta vez una metáfora en la que cambiando los términos “política”
por “empresa” y “ciudadanos” por “empleados” llegaremos a entender el perjuicio
que la resistencia al cambio nos supone a todos.
‘Cambiar una sociedad es relativamente fácil;
lo que es difícil es
cambiarnos a nosotros’
(Nelson Mandela)
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