lunes, 2 de marzo de 2020

MARZO: Lo que el Quokka nos transmite sobre la Felicidad

Arrancamos este mes de marzo con una nueva temática y un nuevo animal del que vamos a aprender algo, como mínimo a reflexionar sobre el tópico que vamos a tratar. Este mes, en el hemisferio norte de la Tierra, comienza oficialmente una de las estaciones más colorida del año: la primavera. Por su condición de ser la estación en la que las flores empiezan a brotar, los animales se aparean y la luz del día empieza a brillar con más fuerza, este mes propongo hablar de la felicidad.

Y vamos con la eterna pregunta, ¿Qué es la felicidad?... y mi eterna respuesta con otra pregunta ¿Qué es para ti la felicidad?.

No debemos pretender encontrar un significado válido para todas las personas, porque cada persona va a entender la felicidad de una manera distinta, porque cada uno de nosotros somos felices de formas muy diferentes ante un mismo estímulo, porque la felicidad no depende sólo de un factor y porque el resultado de la suma de todos esos factores externos e internos que influyen en el grado de felicidad nunca va a ser el mismo para todos nosotros.

Pero antes de reflexionar un poco más allá sobre este estado llamado felicidad, quiero presentaros al Quokka, una especie de marsupial que nos recuerda a un canguro del tamaño de un gato. Este animal es considerado el animal más feliz del mundo, debido probablemente a su alto grado de sociabilidad y a su peculiar apertura de boca y curvatura de hocico que recuerda constantemente nuestra sonrisa. El quokka es un animal hervíboro y puede estar largos periodos de tiempo sin beber, haciéndolo a través de las hojas y bayas de las que se alimenta. Es principalmente nocturno y su hábitat está en pequeñas islas de la costa australiana occidental. Se reproducen un par de veces por año y las hembras llevan a sus crías en la bolsa marsupial durante unos 11 meses. La mala noticia es que se encuentra en peligro de extinción (su familia ronda los 12.000 ejemplares), debido esto a su gran depredador, el zorro, y a la deforestación por parte del hombre.


Volviendo al tema que nos toca, y teniendo claro que ninguna definición que busquemos y encontremos sobre la felicidad va a ser más acertada que la propia que queramos elaborar, me dispongo a dar una definición que a mí me ha servido y que he ido rehaciendo a lo largo de mi vida, porque al fin de cuentas la experiencia nos ayuda a darle más realismo a todo aquello que quisiéramos tener como “lo ideal”.

Lo que tengo claro, antes de lanzarme a contestar la eterna pregunta que me hacía al principio de este artículo, es que si llegara a pensar que la felicidad es una meta a la que tengo que llegar para sentirme genial, estupendo, pleno y vital… mejor me dedicase a pensar que la vida es una auténtica mierda, porque esa meta es inalcanzable por cientos de años que lograse vivir. Por ello, bajando del idealismo y poniendo pies en tierra, afirmo que para mí la felicidad es un estado mental y emocional pasajero ante circunstancias que nos acompañan a lo largo de la vida. Es más, hace ya un tiempo me dispuse a ir rehaciendo esta definición y sustituir las palabras “estado mental y emocional” por actitud. Es decir, quedaría algo así como, “para mí la felicidad es la actitud que le ponemos a las circunstancias que nos acompañan durante nuestra vida”. Si la circunstancia la considero negativa, seguramente le asigne tanta tristeza que difícilmente sea capaz de ver los colores vivos de la felicidad. Si la circunstancia es bajo mi punto de vista perfecta, especial y positiva, seguramente mi actitud hacia la misma sea tal que consiga curvar mi hocico y dibujar una amable sonrisa, consiguiendo trasladar dicha emoción hasta lo más dentro de mi propio ser.

Por ello, aunque todos vamos a tener circunstancias en un extremo y en otro (también fifty-fifty) pues lo mejor que podemos hacer es trabajar nuestros rasgos, actitudes y acciones que nos acerquen a ese estado de felicidad “constante” y “aparente” aunque realmente no se ubique siempre en el extremo más positivo. Recordemos que las emociones son contagiosas y que el círculo que nos rodea sea vicioso (negativo) o virtuoso (positivo) va a depender en gran medida de nosotros. Si voy con una actitud positiva y sonriendo por la vida, en vez de ir de mala gana y con cara de amargura y tristeza, es probable que la gente que me rodea también se sienta contagiada por esa actitud y actúe en consecuencia, haciendo que la primavera acompañe el clima social de ese entorno en el que me encuentro.

Hagamos una prueba. ¿Verdad que si miras al quokka es muy probable que sonrías?. No es más que ese contagio del que hablo.


¿Eres capaz ahora de darme tu definición de felicidad? ¿Crees que es necesario rehacer esa definición que le das? ¿Te unes al reto de contagiar a los demás de positivismo? ¡Sonríe!

LA FELICIDAD ES CONTAGIOSA ¡SEA PORTADOR! (Robert Orben)

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