Comparto con vosotros este artículo que me ha resultado interesante.
Alcanzar las
metas deseadas nos hace felices. Pero, más allá de cumplir objetivos, habría
que decir que el concepto propiamente dicho de felicidad es relativo. De alguna
forma todo depende de una condición interna o subjetiva de satisfacción y de
alegría de cada persona.
En mi caso, más allá del dinero, tener empleo, los propios
reconocimientos profesionales que pueda alcanzar y el bienestar de mi familia,
veo en la salud a mi principal tesoro. ¡No me imagino trabajando ni con un
asomo de gripa!
No obstante,
para otros ser feliz va más allá. Muchos encuentran en las cosas suntuarias o
en lo material una especie de ‘sofá de comodidades’ que le podrían despejar el
camino rumbo a su percepción de felicidad.
Otros se
esfuerzan por ascender en la empresa, unos más diseñan sus propias fuentes de
ingresos, hay quienes prefieren viajar y no faltan los que ven en los amores de
sus vidas las mejores esencias de sus estados felices.
Obviamente hay
otras cosas que nos hacen sentir bien: gozar de la compañía de nuestros seres
queridos, estar sin ataduras, tener en dónde vivir y disfrutar de una
estabilidad emocional podrían complementar este concepto.
Menciono este
tema porque leí los escuetos resultados de un sondeo aplicado a varios
ciudadanos y me sorprendió ver que muchos de los entrevistados, 58% para ser
más exactos, dijeron que si pudieran calificar su grado de felicidad de 1 a 5
solo se pondrían una calificación promedio de 3. ¡Nota bajita!
Escasamente el
4% de los entrevistados dio una respuesta de 5, mientras que el 38% aseguró
estar ‘rajado’ en este crucial tema.
Es más, en ese
sondeo, del alto porcentaje que dijo sacar mala calificación, el 20% de la
gente entrevistada expresó que se siente muy triste; mientras que el restante
18% se atrevió a calificar de infeliz su actual situación.
¿Qué hay detrás
de estos indicadores de infelicidad?
Tal vez muchos
de estos indicadores constituyen un reflejo de que la gente hoy día le apuesta
más a una vida llena de plata, lujos y poder que a una vida sencilla.
A lo largo de
la historia los sabios de todas las culturas han repetido que el secreto de la
felicidad no radica en conseguir más, sino en desear menos. No se trata de ser
un resignado empedernido, sino de entender que la sencillez puede llegar a ser
la mejor estrategia que alguien pueda seguir.
Detrás de los
resultados estadísticos de felicidad emitidos por los ciudadanos encuestados,
en la intimidad de las respuestas la gente debería inclinarse a las cosas
básicas o prácticas.
Sea como sea,
hacer feliz a la gente hoy parece una tarea algo complicada. Eso se ve incluso
en las oficinas: Antes los empresarios pensaban que era suficiente con aumentar
el ingreso salarial de las personas para que estuvieran mejor. Hoy le apuestan
a estimular al empleado y a garantizar sus necesidades básicas para mantenerlo
feliz en sus puestos laborales. No se gana mucho, pero se vive estable.
Total: La
felicidad no es solo riqueza, poder o ambición; es más un asunto de calidad de
vida. También es un tema de decisión y, en ese orden de ideas, usted elige qué
es lo que quiere hacer con su vida.
http://www.vanguardia.com/
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