Comparto con vosotros este artículo que me ha resultado interesante.
A sus 27 años, es un referente en el entorno
del emprendimiento social. Hace poco más de dos años, después de dos viajes a
Etiopía, se dio cuenta de que la falta de agua es la mayor pobreza que existe.
Y de esa visión nació Auara, un proyecto de agua embotellada con material 100%
reciclable y cuyos beneficios (el 100%) se destinan a proyectos de agua en
África.
Antonio es el ejemplo ideal del millenial
del que hablan los que hablan de generaciones: inquieto, proactivo, que no se
mueve por el dinero, que entiende que la felicidad está en otro sitio. Que
puede y quiere ayudar a mejorar el mundo. Reflexivo, curioso y con un alto
grado de empatía e inteligencia emocional. Iba para arquitecto y ha acabado
construyendo empresas con propósito social y equipos entusiastas como
principales pilares para mejorar el mundo.
Porque cree firmemente en las personas como eje central del
cambio: como consumidores, como parte de una empresa o como emprendedores, el
cambio empieza en uno mismo, siempre.
Conversar con él es aprender, compartir visiones y descubrir
iniquietudes; y confirmar que hablar en bloque de cada generación es
perder demasiados matices, pero que ojalá se pudiera generalizar y acertar, al
hablar de millenials.
Neus Portas.- ¿Cuáles crees que son las características
fundamentales de la actitud emprendedora?
Antonio Espinosa.- Hay una parte
fundamental que es la convicción y la emoción que le pones, porque emprender es
complicado y no es para todo el mundo, no es para alguien que lo hace porque
quiera huir de su trabajo o quiera ganar dinero, sólo.
Es un entorno de inseguridad, de riesgo, de modo que necesitas
tener pasión por lo que haces. Es básico hacerlo por la convicción de que eso
es bueno para la sociedad. Si no hay pasión, lo acabas dejando.
NP.- ¿Y qué crees que ha hecho falta para que Auara llegara
donde está?
AE.- Sobretodo,
personas volcadas en el proyecto. No sólo del equipo directamente, sino los
proveedores, los clientes, nuestro distribuidor, los consumidores…. Yo al
principio era un poco ingenuo, pensaba que un proyecto así casi se vendería
solo. La realidad es distinta, hay que pelearse mucho, de modo que se
agradece ver que hay empresas y clientes que tienen una visión parecida a la
tuya y que no piensan en la cuenta de resultados a corto plazo, sino que
entienden que la apuesta por hacer algo bueno dentro de su cadena de valor
revierte positivamente en el largo plazo no sólo a nivel resultados económicos
sino de equipo, porque le da a su gente orgullo de pertenencia.
Definitivamente, al final lo que ha hecho falta son personas. Y
esto es lo bonito, que implicas a muchísima gente en el proceso.
NP.- ¿Cómo se despierta la actitud emprendedora con vocación
social?
AE.- Creo de verdad que
cuando uno se plantea cómo tenemos que evolucionar como personas, los
responsables o culpables tenemos que buscarlo siempre dentro de uno. Tendemos a
buscar los culpables fuera, de todo lo que nos pasa: ‘si yo estuviera’, ‘si yo
pudiera’, ‘si las empresas no hicieran’….
Se trata de “empoderarse” a uno mismo y salir a probar cosas.
Como emprendedor y como consumidor. Entender que todos podemos aportar, aunque
sea a pequeña escala.
Yo he hecho todo tipo de locuras en mi vida: he estudiado
arquitectura pero he tenido un grupo de música, he viajado a sitios super
curiosos, he tenido amigos super curiosos, incluso de gente que dormía en
la calle, he escrito un libro, tengo un blog de poesía… He hecho muchas locuras
que a priori pueden parecer inútiles, pero que implican enfrentarse a la vida y
encontrar cosas muy curiosas en todo ello. Buscar, buscar, buscar. A veces esta
búsqueda puede ser un poco desquiciante pero cuando eres joven, esto de tener
un camino diseñado, en que tienes que entrar en cierta universidad, para
estudiar cierto máster, para entrar en cierta empresa a hacer prácticas, para
luego encontrar cierto trabajo… esto no tiene sentido, ya.
NP.- ¿Pero quién rompe este ciclo? ¿Cómo se hace?
AE.- Hay que ser un
poco anti-sistema. Entre todos vamos a ir enseñando que se puede. Tú con las
entrevistas, los emprendedores que estamos ahí…. Enseñar que se puede no es que
tengas que montar una startup exitosa, la actitud emprendedora no es sólo de
los emprendedores “unicornio”, sino que tiene que ver con tu vida, con tu
actitud hacia lo que haces…
Quizá lo que haga falta es decirle a la gente: “esto se puede,
esto es bueno. No te conformes con lo fácil, porque lo fácil aburre. Si algo no
te cuesta, es que no te estás esforzando y entonces no lo vas a valorar”.
También creo que los millenials somos la primera generación que
hemos comprobado empíricamente que el dinero no da la felicidad: hemos tenido
de todo, mucho más fácil que nuestros padres, no nos ha faltado nada. Y, sin
embargo, no somos más felices que ellos. Esto debería hacernos pensar en dónde
está la felicidad, que tal vez esté en estar en el mundo de otra manera,
aportar, cambiar las cosas.
NP.- ¿Y qué aptitudes hacen falta para emprender?
AE.- Yo lo que diría
es, primero, no tener miedo y no pensar en todo lo que hay que aprender porque
esto puede paralizar y, al final, como más se aprende es haciendo. Lo que sí
veo es que durante el camino hay que ir reforzando ciertas áreas para que el
proyecto sea sostenible.
Creo que es básico tener conocimiento financiero: yo de esto
adolezco porque soy arquitecto y lo que aprendo es desde el día a día y gracias
a Luis, mi socio financiero, que además de ser muy bueno en lo suyo, tiene un
enfoque pedagógico que a mí me ayuda mucho.
También es necesario algo de metodología de cómo emprender,
porque hay muchos métodos, no existe la fórmula secreta, pero al menos tener un
método que te organice, te ponga prioridades, te dé una visión….
Y también es fundamental estudiar mucho a las personas, volverte
súper experto en conocer a la gente: tu cliente, tu proveedor y, sobretodo, la
gente que trabaja contigo.
Y, por supuesto, viajar mucho, leer mucho, escuchar mucho te
ayuda a entender a las personas. Porque al final, la clave total para que un
proyecto sea un éxito son las personas.
En una empresa, las personas son el principal activo y el fin de
cualquier empresa.
NP.- ¿Crees que es diferente el liderazgo en una empresa social
frente a una empresa convencional?
AE.- Yo creo que no, o
no debería serlo. El liderazgo está cambiando para bien y lo está haciendo en
todo tipo de empresa y equipos. Pero tenemos que cambiar el paradigma porque el
tipo de personas a las que lideramos no tienen las mismas necesidades o
inquietudes que hace 50 años.
Hay un libro fundamental en este sentido, “La Paradoja”, que es
clave para entender el liderazgo y habla de cómo liderar es servir: el líder ya
no es la persona a la que todos sirven, sino que el líder es la persona que
sirve a todos los demás.
Propone invertir la pirámide convencional, en la que el líder
estaba arriba del todo y los demás le servían, para que el líder esté abajo y
por encima, las personas a las que sirve que, a su vez, sirven al cliente. De
este modo, conseguimos no sólo cambiar el liderazgo dentro de la empresa, sino
hacer que la empresa sirva al cliente.
NP.- ¿Qué crees que debería incorporar la formación actual, en
cualquiera de sus niveles, para aportar este enfoque social y de actitud
emprendedora, más allá de aprender a montar una empresa?
AE.- Para mi hay algo
de lo que adolece la educación que es enseñar a la gente pensamiento crítico.
Cada vez que oigo que van a quitar la filosofía del sistema... me parece una
barbaridad. ¿De qué nos sirve que haya millones de personas que sean súper
programadores si no van a programar nada bueno? No podemos convertir a la gente
en máquinas que saben hacer tareas muy bien, lo que necesitamos son personas
que tengan juicio crítico y sepan enfocar sus conocimientos en mejorar el
mundo.
En un momento de la posverdad, en el que nos llegan tantas
noticias y no sabemos de qué nos podemos fiar, hace falta mucho juicio crítico,
porque sino nos convertimos en marionetas despistadas en un mundo caótico.
NP.- ¿Y qué hace falta para que haya más “Auaras”, más empresas
con una visión de aporte al mundo?
AE.- Creo que,
sobretodo, una visión a largo plazo. Huir del cortoplacismo que pone el foco
sólo en el reparto anual de dividendos. Entender que invertir en hacer las
cosas bien, en mejorar el mundo, acaba repercutiendo positivamente en el largo
plazo.
Lo bueno es que el consumidor cada vez lo demanda más y tiene un
poder brutal, del que no siempre es consciente: el verdadero poder democrático
está en la forma en que compramos, ahí decidimos mucho más que con el voto.
Volvemos a la idea de que todo empieza en uno mismo, en que si cada uno de
nosotros, como consumidores, fuéramos conscientes de esto, tendríamos un poder
increíble para provocar un cambio en las empresas.
TEST DE ACTITUD EMPRENDEDORA
NP.- Un referente de
actitud emprendedora
AE.- Luis de Sande, mi
socio. Se unió al proyecto con 50 años con la mentalidad más joven que he
conocido en mi vida. Fue capaz de asumir riesgos desde una posición que no era
tan cómoda en su momento como cuando tienes 20 años.
NP.- Lo bueno y lo malo.
AE.- Empezamos con lo
malo: la inseguridad, la ansiedad y la frustración, el vaivén emocional, que
fluctúa en cuestión de horas.
Lo bueno, lo que se deriva de todo esto, que es que en la
adversidad siempre aprendes mucho. Y luego la parte de poder tomar decisiones
significativas y ver sus resultados. El impacto positivo que generas en las
personas a las que ayudas, te permite aguantar los momentos malos.
NP.- Si pudieras reinventarte, ¿qué serías?
AE.- Es que quiero ser
tantas cosas, que necesito varias vidas. Me encantaría ser escritor, profesor
en otra vida, me encantaría montar otras 35 empresas en otras 35 vidas, ser
político.. Muchísimas cosas.
NP.- Tu mayor talento
AE.- Quizá el ser capaz
de involucrarme en cosas en las que creo y poder compartirlas y transmitirlas a
otros.
NP.- Tu mejor hobby
AE.- El surf y la
lectura.
NP.- Tu propósito vital
AE.- Tiene que ver con
buscar la verdad, porque creo que la verdad existe y hay que buscarla. Y
también con buscar la felicidad a través de la felicidad de los demás.
NP.- Tu héroe o heroína en la vida real
AE.- Conozco a tantos
héroes todos los días… Aquí en España en nuestro día a día como empresa y
también allí donde trabajamos: misioneros que llevan 30 años en un país al que
llegaron cuando el país estaba en guerra y ahora siguen ahí ayudando a miles y
miles de familias, a cooperantes que se dejan la piel ayudando en campos de
refugiados o personas locales que viven en una situación de miseria y son
capaces de salir de algún modo de allí, para luego volver y ayudar.
Aunque mis héroes de verdad, son mis padres.
NP.- Algo que no soportes.
AE.- La mentira.
NP.- Algo que te fascine.
AE.- Me encanta el
arte, porque tiene algo que me fascina: que es inútil, no tiene una aplicación
práctica, pero en cambio lo necesitamos. Para mí, el arte es la mejor versión
del ser humano.
NP.- Un país.
AE.- Etiopía
NP.- Un ODS
AE.- El 6, por
supuesto.
NP.- ¿Cómo llevas los lunes?
AE.- Magníficamente, me
encantan.
NP.- ¿Cuánto rato dedicas, a la semana, a aprender?
Creo que aprendo a todas horas. Sobretodo, observando a la gente
con la que trabajo, con la que me cruzo, la gente en la calle… Observar el
entorno es mi mayor fuente de aprendizaje.
NP.- Una frase
AE.- El cambio empieza
en ti.
Con Auara has cambiado la vida de 15.000 personas en Etiopía. Y con tu visión y
mensaje, probablemente consigas inspirar y animar a muchos emprendedores de
aquí para que sigan tu camino y se atrevan a empezar el cambio en ellos mismos
para ir creciendo desde ahí.
Me creo que necesites 35 vidas para hacer todo lo que te
gustaría probar. Pero también es cierto que con tu capacidad de reflexión,
inspiración y actuación, vas a conseguir meter todas las vida en una.
Muchas gracias por no conformarte.
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