Ya hace unos cuantos veranos que visité a unos amigos en Suecia,
concretamente en Uppsala, ciudad universitaria cercana a la capital sueca.
Fueron 6 días en los que tuve la oportunidad de visitar un par de lugares
interesantes de sus alrededores: la capital, Estocolmo, y la población vikinga
de Sigtuna. Si tuviera que buscar un adjetivo para este país y sin hacer filtro diría que es algo aburrido,
pero no quiero utilizar este término peyorativo y prefiero decir que es un país demasiado
tranquilo, donde la búsqueda de la soledad y el tiempo para uno mismo (tan necesario en ciertos momentos) lleva a una cultura del individualismo que, bajo mi punto de vista, se convierte en un
arma de doble filo al no estar gestionada correctamente.
El Reino de Suecia es un país escandinavo, que limita al norte con Noruega
y Finlandia y está conectado mediante el puente de Öresund con Dinamarca. Con una
extensión de más de 450 mil km² es el quinto país más extenso de Europa, aunque
su población apenas llega a los 10 millones de habitantes. Los
prehistóricos dejaron evidencias de vida en Suecia, aunque ésta se convierte, históricamente hablando, en una región más interesante después de la Era Vikinga (s.VIII-XI),
cuando el cristianismo se introduce en el país y comienzan a formarse los
primeros reinos de los que Finlandia también formaba parte y de la que consigue
independizarse durante el s.XVI. Durante las dos Guerras Mundiales se mantuvo
neutral (aunque su neutralidad durante la IIGM siempre es cuestión de debate al
colaborar con Adolf Hitler) y en 1995 entró a formar parte de la Unión Europea.
Cuando fui a Suecia lo hice para visitar a unos amigos que habían ido a
vivir allí por trabajo y estudios. Durante las mañanas trabajaban y era cuando
yo aprovechaba para coger la bicicleta y perderme por los alrededores de
Uppsala. Por las tardes, socializaba con ellos y sus amigos… curiosamente
ninguno sueco (y ahí lo dejo).
Una de aquellas solitarias paradas de bus junto a carreteras sin apenas vehículos |
Lo primero que haces cuando llegas allí es pensar “qué bien se vive aquí”,
pero esta visión del turista que viene del estrés de la gran ciudad, mucho contrasta con la de las personas que llevan
viviendo allí una temporada. El clima frío del invierno con su oscuridad
prácticamente las 24h, los veranos que nunca acaban de llegar y cuando lo hacen
apenas duran unos días, el problema del individualismo extremo de la sociedad sueca
que tanto contrasta con otras culturas o modos de vida de otro países vecinos…
en realidad, no todo es tan bonito como parece.
No voy a negar que Suecia tiene unas tierras impresionantes y unos paisajes
que quitan el hipo, la verdad que tengo ganas de volver y seguir viendo. Pero
la tranquilidad exagerada en sus calles, en su gente, en sus carreteras, en sus
comercios… no va conmigo, no va con personas acostumbradas a vivir en ciudades
y casi me atrevería a decir que ni siquiera en pueblos. Y es que hasta su
capital, Estocolmo, es una ciudad tranquila, una ciudad-pueblo como yo la llamo.
La tranquilidad de Estocolmo la encuentras también en cualquier rincón del centro de la ciudad |
La cuestión, con la que comenzaba esta entrada, y con la que quiero abrir
debate es si el individualismo que fomenta Suecia es bueno o es malo. Pues como
todo, dependerá de hasta qué extremo se lleve. Os recomiendo que veáis el
documental de Erik Gandini “La teoría sueca del amor” para que podáis entender
mejor lo que explico a continuación. Algo te
pone en alerta cuando te están diciendo que Suecia es uno de los países más
felices y donde mejor se vive, pero también está entre los países con mayor
tasa de suicidio del mundo. Y más cuando te dicen que el 40% de los suecos se sienten
solos y un alto porcentaje de ellos vive en soledad (uno de cada dos), sin ni
siquiera tener quien reclame por su cuerpo cuando fallecen (uno de cada
cuatro)… en fin, muchos datos que hacen saltar todas las alarmas y que te
llevan a pensar que quizás la búsqueda de la independencia personal, del estado
de bienestar personal, del pensar un poco más en uno mismo y del “hacer lo que me plazca sin contar con los demás”
deja de ser tan buena cuando se lleva a extremos.
Este grado de individualismo acaba convirtiendo a un país tan bonito como
Suecia en un país de individuos, quienes viven acostumbrados a la soledad, al
aburrimiento permanente, sin ni siquiera ser conscientes de ello. Los
inmigrantes que por estudio o trabajo deciden ir allí se encuentran con que las
pocas relaciones de amistad que establecen son básicamente con otros ciudadanos
no suecos y, esto explica la tasa tan ridícula de matrimonios mixtos entre
suecos y extranjeros.
Más allá de dónde se encuentra la base de este individualismo artificial en
la sociedad tan económicamente acomodada de Suecia (el documental que os indico
os puede dar más pistas), quiero llegar a la reflexión de la importancia que
tienen para las personas valores tales como el compañerismo, la colaboración,
la cooperación, el trabajo en equipo, la socialización… valores que contrastan
con ese individualismo, que no es malo e incluso puede ser necesario, pero
nunca llevado a tales extremos.
Desde mi experiencia personal os puedo asegurar que esos momentos de
soledad durante las mañanas y desconexión necesaria me ayudaron en un verano
que fue algo tormentoso a nivel personal, pero también os aseguro que me fue
bastante y que una semana más me hubiera invertido la valoración que ahora hago
de aquel viaje por el sur de este país escandinavo, al que volveré sin duda.
Si buscas relax, si buscas desconectar durante unos días, Suecia es tu destino |
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Se agraedece que compartas tus impresione. Saludos.
ResponderEliminarMuchas gracias a ti por leerme :)
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