Hace unas semanas bromeaba
con unos compañeros de trabajo sobre la realidad existente en muchas empresas
en las que no existe ningún tipo de seguimiento, refuerzo ni apoyo a los
trabajadores por parte de sus responsables y directivos. El ritmo
de trabajo está presente debido a la inercia de unos trabajadores ya
experimentados que funcionan más por rutina que por motivación e interés en lo
que realmente hacen. Esta pérdida de interés y motivación no nace de la noche
al día, sino que se fragua por la dejación de quienes están ahí con la
responsabilidad de mantener vivo el espíritu luchador y trabajador que
cualquier empleado debe tener para desempeñar correctamente su tarea. Son, en definitiva, empresas en las que los empleados se vuelven bebés, preescolares acostumbrados a hacer lo que les pide el cuerpo y sin una guía que les permita madurar primero como personas y, segundo, todas juntas evolucionar como organización competente. Son lugares de trabajo en los que no existen responsables que den sentido a lo que hacen los empleados, que recompensen el esfuerzo o que corrijan los errores que sus equipos puedan cometer.
Miento. Les corrigen, eso
sí… porque es ahí cuando se pone de manifiesto que los galones existen, que a
esas personas en su día se les dieron alas y consignas para actuar cuando las
cosas se hicieran mal. ¿Les indicarían también que hay que felicitar más de lo
que se corrige?, ummm creo que no.
Ser jefe no es muy
difícil, por recomendación de otro jefe, por veteranía en la empresa, por
hacerse ver y salir siempre en las fotos… al final muchas de estas estrategias
pueden ayudarte a ser jefe. Pero lo que sí es más complicado es ser líder,
porque tener madera de líder implica una serie de conductas que no se enseñan
o, que se pueden enseñar, pero no sirven de nada si no se llevan a la práctica
desde el primer momento hasta que acaben por formar parte
de uno mismo y de un modo inconsciente, siendo el grupo quien confirme y apruebe que lo ha conseguido, o no, en
función de la aceptación o rechazo que le transmitan.
Para mantener a un equipo de empleados motivado no únicamente hay que pagarles un buen sueldo o felicitarles el día de
su cumpleaños; para motivar a las personas hay que saber implicarles en el día
a día, en los proyectos, en las decisiones, en las duras y en las maduras. Hay
que conseguir que vean que se les tiene en cuenta, que sus aportaciones suman al
grupo y que sus peticiones individuales serán respondidas según sea el grado de
implicación gradual que demuestren. Para ello, corregir comportamientos es
importantísimo, porque por desconocimiento o despiste se pueden hacer cosas
mal, pero felicitar por el trabajo bien hecho es primordial, porque es la única
manera de que los bebés repitan conductas, se impliquen en
mejorarlas y en definitiva sean capaces de sorprendernos con su creatividad,
capacidad y talento convirtiéndose en adultos laborales comprometidos y en continuo desarrollo.
Todo lo que no sea eso, se convierte en una “awkward company” en pleno siglo XXI (empresa extraña, como dirían los ingleses) a la que de manera graciosa mis compañeros y yo hemos bautizado como “La Guardería”.
Companys, va per vosaltres!! ;-)
Todo lo que no sea eso, se convierte en una “awkward company” en pleno siglo XXI (empresa extraña, como dirían los ingleses) a la que de manera graciosa mis compañeros y yo hemos bautizado como “La Guardería”.
Companys, va per vosaltres!! ;-)
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