lunes, 24 de noviembre de 2014

Cuando la publicidad juega con nuestras Emociones y Valores

¿No te resulta chocante una tirada de anuncios que hablan de valores y que tocan de lleno las emociones de las personas en el año más insolidario, corrupto y déspota de las últimas décadas en nuestro país?

2014 ha sido el año cumbre de la corrupción en España. Cada día se han ido rompiendo trocitos de eso a los que muchos con orgullo llaman “Marca España”. Ha sido el año en el que hemos tenido que escuchar a algunos políticos y a un consejero de sanidad responsabilizar del contagio de ébola a la propia enferma. Ha sido también el año en el que un informe ha revelado que somos el segundo país miembro de la Unión Europea con mayor índice de pobreza infantil tras Rumanía. Esto por poner sólo unos ejemplos, y ahora vienen estos anuncios en los que se tocan valores como la generosidad, el altruismo, la empatía, la solidaridad… que evidentemente se contraponen a todos los acontecimientos que han acompañado a esa Marca España en los últimos tiempos.

Lejos del anuncio que originó múltiples parodias en el 2013, la Lotería de Navidad ha optado en esta ocasión por unas historias que tocan el mundo emocional de los espectadores. Son historias más cercanas a la realidad, ambientadas en entornos familiares y en barrios humildes como tantos hay en nuestro país. El éxito publicitario yace en el anonimato de los protagonistas, que ya no son personajes famosos sino personas y que cuentan historias que nos gustaría ocurrieran estas próximas Navidades en muchos bares, comercios, empresas y entre familiares de nuestro entorno más próximo. Aun sabiendo que todo esto es más ciencia ficción que realidad (no digo que puedan existir casos reales similares) la audiencia nos emocionamos porque no sólo nos quedamos con lo que nos cuentan, sino que le damos más importancia al cómo nos lo cuentan.


Loterías y Apuestas del Estado, que no olvidemos depende del Ministerio de Economía y Hacienda, tiene un único objetivo con esta serie de historias: facturar más en las próximas semanas, porque nadie querrá quedarse sin el décimo premiado y nadie querrá tentar a la mala suerte de darse cuenta que no tiene cerca a un Antonio que le haya guardado una participación. Las emociones que sienten los protagonistas las sentimos nosotros, porque recordad que las emociones se contagian, y con esta baza es con la que han jugado los creadores de estos spots.

En ningún momento pretendo criticar el anuncio, pues si estoy hablando de él es porque realmente me ha parecido muy bueno. Simplemente, reflexiono sobre su impacto y sobre lo que lleva implícito en sus secuencias. En esta ocasión se ha acertado en lograr lo que cualquier publicidad persigue, es decir que llegue a quienes la vean, porque ha jugado con las emociones y los valores que deberían imperar nuestra sociedad.

En definitiva, el anuncio logrará conseguir lo que “vende” implícitamente (emocionalidad): que nos gastemos más dinero en Lotería porque no queremos quedarnos ante las puertas de cualquier premio. Y en cambio no logrará conseguir lo que “vende” explícitamente con el lema "El mayor premio es compartirlo", lo que quieren hacernos ver (valores): que seamos mejor personas y pongamos en práctica ciertos comportamientos con un beneficio desinteresado para los demás pues sigo pensando, muy a mi pesar, que en general cada vez somos más maleducados en cuestión de valores.

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