Recientemente uno de mis
seguidores desde la República Checa me recomendó leer a Hoffman en su última
obra: “The Alliance: Managing Talent in the Network Age” (La Alianza: Gestionar
el talento en la era de la interconexión). Tras leer parte de este ensayo y su
crítica me complace dedicar un artículo a la reflexión que los autores hacen en
esta obra.
Reid Hoffman (cofundador de
LinkedIn), Ben Casnocha (responsable de RRHH de LinkedIn) y Chris Yeh
(empresario y emprendedor) afirman en este ensayo que hemos entrado en una
Nueva Era en la que la desconfianza mutua reina entre empleados y
organizaciones.
Estamos ya en esta nueva era
en la que se debe perseguir el valor que ambas partes pueden y deben aportarse mutuamente para que la llamada Alianza funcione. Siendo así, el empleado
invertirá en el éxito de la compañía, ofreciendo su creatividad, su tiempo y su
compromiso y, por su parte, la empresa invertirá en el empleado ofreciéndole un
salario, un desarrollo profesional y oportunidades de carrera.
El lema del empresario es
ahora el de “ayúdame a convertir la empresa en algo valioso y nosotros haremos
que seas un valioso profesional”. El del colaborador es “ayúdame a
desarrollarme y crecer profesionalmente y yo ayudaré a la empresa a que se
desarrolle y crezca”. Por lo tanto, se evidencia claramente una situación en la
que ambos entran en un trueque que va mucho más allá de un intercambio de
cantidad producida por salario recibido, siendo especialmente relevante la
búsqueda de una relación Win-Win en la que la intangibilidad de lo solicitado
por ambas partes adquiere protagonismo.
Se trata pues de un nuevo
enfoque laboral en el que como gestores de personas debemos ser capaces de
llegar a la máxima alineación de la empresa y del empleado no sólo desde el
momento de la incorporación de éste, sino durante toda la relación laboral e
incluso llegando más allá de la misma, pues la Alianza contempla el seguir
aportando valor mutuo aunque se haya roto la relación laboral ya que en esta
nueva era se concibe la posibilidad de reincorporación de lo que los autores
llaman “empleados boomerang”. La empresa se beneficia de la vuelta de estos
empleados que ya conocen la cultura y los valores, además de venir cargados de nuevos
enfoques y nuevas formas de hacer. El empleado reincorporado también se
beneficia pues su valor añadido adquiere más peso por aportar un talento
enriquecido que a la empresa le conviene en su carrera por la adaptabilidad y
la reinvención en la que necesariamente debe estar inmersa si desea continuar
siendo competitiva. Las posibilidades de hacer carrera dentro de la empresa
pueden verse aceleradas, reforzando así la Alianza.
Hoy en día, la fidelidad a
la empresa (entendida como estabilidad temporal y permanencia del empleado) ya
no es tan importante como era, sino que como empleadores se debe dar mucha más
importancia al compromiso de los trabajadores (entendido como talento, valor
aportado y productividad), ya que éste sí asegura el beneficio esperado por
cualquier empresario. No cabe duda que tener empleados comprometidos, aunque su
estancia sea corto-medioplacista, es mucho más importante que tener empleados
no comprometidos y anclados en la compañía hasta que les llegue la edad de
jubilación.
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