Como ya avancé en la última entrada, "La predisposición al cambio", toca hablar hoy de la
resiliencia, un término procedente de la física y relativamente nuevo en lo que
se refiere a la atribución que se le hace a las personas.
Si en el mundo de la física
la resiliencia se define como la capacidad de un cuerpo para volver a su forma
original tras haber soportado una fuerza externa, desde la psicología positiva
entendemos la resiliencia como la capacidad de sobreponerse a períodos de dolor
emocional y a situaciones adversas.
Antes de
continuar adjunto este vídeo que formó parte de la promoción del VII Congreso de Resiliencia en México 2011 en el que podemos leer otra
definición del concepto.
Aunque este término es
relativamente nuevo y seguramente para muchos desconocido hasta que accede
a un escrito como este en el que se define con más detalle, no deja de ser un
concepto estrechamente relacionado con el de “duelo”. Tras un acontecimiento
traumático en la vida de una persona como el hecho de haber perdido a un ser querido, haber
sido víctima de una vejación o haber perdido el empleo, las personas debemos
hacer frente a un periodo de adaptación emocional conocido como duelo, el cual
pasa por una serie de etapas:
- Negación: en esta etapa te acaban de dar la noticia; te derrumbas y el mundo pierde sentido. Entras en un estado de shock y de negación de la realidad.
- Ira: es necesario pasar por este segundo estadio, en el que cuanto más intensa sea tu ira más rápida será la superación. Entrar en ira es positivo pues significa que has salido del estado de shock.
- Negociación: en este momento tienes la esperanza de que aún se puede evitar y el dolor se vuelve más espiritual, haciendo un pacto con Dios o incluso contigo mismo hasta que llegas al convencimiento de que todo saldrá bien y serás capaz de superarlo.
- Depresión: la atención se desplaza al presente y el dolor se agudiza. Te consumes en una neblina y un silencio que te ayudan a meditar y a ir poco a poco aceptando la situación.
- Aceptación: finalmente aceptas la permanencia en el tiempo de lo acontecido y el no retorno del pasado. Aprendes a vivir con la nueva realidad, encuentras el positivismo necesario para darle un sentido a la vida y seguir luchando por recuperar una estabilidad y, a ser posible, salir reforzado del proceso de duelo que has tenido que afrontar.
El que seas una persona
resiliente, por lo tanto, no significa que no sientas malestar, dolor emocional
o dificultad ante las adversidades, sino que el ser resiliente se le atribuye a las personas que tienen la capacidad de hacer frente a los sucesos traumáticos y de adaptarse bien a lo
largo del tiempo. Entre las características de una persona resiliente
encontramos las siguientes:
- Sabe aceptar la realidad
- Cree que la vida sigue teniendo sentido
- Tiene capacidad para mejorar
- Identifica las causas de los problemas para prevenirlos en el futuro
- Es creativo/a y encuentra soluciones nuevas
- Es optimista y realista. Visión positiva
- Empatiza
- Destaca por su alta autocofianza
La resiliencia varía mucho
entre las personas y es por ello que encontraremos diferentes formas de aceptar
una misma realidad. Del mismo modo, la duración del paso por las diferentes
etapas del duelo varía mucho entre personas y en función de cuál sea la situación que
les haya tocado vivir.
¡Interesante!
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