Estamos en AGOSTO, mes de Steve Jobs como ejemplo de líder que fomentó el trabajo en equipo en este Blog. Comparto con vosotros este artículo que me ha resultado interesante.
Las
organizaciones deben tener muy en cuenta cómo constituir equipos de trabajo en
los que sus integrantes no solo sean competentes como individuos o como
profesionales, sino como miembros cohesionados en un proyecto conjunto.
Para conseguir un buen equipo de trabajo, no basta con sumar
personas que tengan habilidades emocionales como individuos. Lo hemos visto a menudo en los grupos de música: gente
brillante que se muestra incapaz de superar conflictos o de mantener a raya su
ego. Los equipos de trabajo necesitan aprender a gestionar grupalmente el
objetivo para obtener el éxito.
Hay quien puede desempeñar a solas su trabajo, como los
escritores, los pintores…, pero lo normal es que tengamos que desenvolvernos en
equipos colaborativos, para los que es preciso contar con competencias
específicas y habilidades emocionales diferentes de las que se requieren en la
vida personal o social.
Las
organizaciones deben tener muy en cuenta cómo constituir equipos de trabajo en
los que sus integrantes no solo sean competentes como individuos o como
profesionales, sino como miembros cohesionados en un proyecto conjunto.
Emociones básicas para los equipos
Cuando en un
equipo no reina la inteligencia emocional colectiva, se instala la falta de
productividad, la desmotivación, el conflicto…; en definitiva, estamos ante un
grupo abocado al fracaso. Por eso, resulta imprescindible prestar atención a
estos puntos:
Organización. Un aspecto fundamental es elegir cuidadosamente a los
miembros que van a integrarlo, no solo entre las personas con altas capacidades
emocionales, sino seleccionando individuos proactivos, que puedan motivar a los
demás y que tengan habilidades en la resolución de conflictos. Es primordial
definir bien el objetivo común y tenerlo siempre presente, saber que se trabaja
en una sola dirección; para ello resulta básico establecer claramente las
tareas de cada miembro con el fin de que no existan jerarquías innecesarias.
Importante: para que el equipo funcione debe tener autonomía, tomar sus propias
decisiones sin excesiva supervisión, pero cumpliendo el objetivo.
Comunicación sincera. Hay que poder hablar de todo, con
libertad y confianza, de lo que afecta a cada uno, de las necesidades
individuales, de los temores, de los estados felices y de los dolorosos… Quien
es capaz de reconocer sus sentimientos y de expresar abiertamente sus emociones
puede aceptar las de los demás. La comunicación sincera permite tanto detectar
problemas como buscar soluciones respetuosas para todos, con independencia de
las diferencias personales, profesionales o culturales.
Sentido de la justicia. El reparto de tareas en un equipo solo
funciona cuando sus miembros tienen un arraigado sentido de la justicia. De
este modo, habrá solidaridad y comprensión hacia las necesidades individuales,
apoyo entre unos y otros, además de un mayor sentido de la cooperación. Las
personas justas reconocen los logros de los demás, un factor esencial en la
gestión emocional de los equipos.
Amor por el trabajo. La automotivación es una cualidad de
las personas emocionalmente competentes. Cuando se trabaja en equipo, el logro
individual queda en un segundo plano y ya no se piensa en el yo,
sino en el nosotros. De este modo, no hay lugar para la
rivalidad personal, sino satisfacción en el éxito conseguido entre todos.
Cuando las habilidades emocionales individuales trascienden a las grupales, el total es mucho más que la suma de las partes.
20 de Agosto de 2019 12:01
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