Estamos en ENERO: el mes en el que hablamos de Vietnam y de la Humildad en este Blog.
Comparto con vosotros este artículo que me ha resultado interesante.
El ego nos lleva a tomar malas decisiones, a tener malas relaciones y un falso sentido de invencibilidad.
La
humildad no es una cualidad que nuestra sociedad suela identificar con el
éxito, ya que no se ajusta bien a otras cualidades: la dirección, la ambición o
la ferocidad competitiva (que se equiparan con éxito continuamente). Para
cambiar esto, necesitamos considerar la humildad no solamente como una virtud
religiosa propia de guías espirituales, sino como una forma práctica de vida.
Según Chopra, desde esa
óptica la humildad tiene una gran ventaja: nos permite apartar el ego. En todos
los niveles de logro, al ego le gusta reclamar atención y pasamos por alto que
el mismo ego nos ciega, lo que nos lleva a tomar malas decisiones, a tener
malas relaciones y un falso sentido de invencibilidad. A menudo se dice que no
hay "yo" en el trabajo en equipo, pero lo que realmente no debe haber
es un "yo" en el camino al éxito, manteniendo los ojos despejados y
la mente abierta a todas las posibilidades sin obcecarnos, que es lo que una
persona verdaderamente exitosa necesita.
Son recomendables los
siguientes pasos como comienzo en la práctica de la humildad:
- Mantenga fuerte su actitud de retroalimentación. En
cualquier proyecto, los líderes y seguidores se nutren entre ellos. Hay
entradas y salidas constantes. Si recibe una entrada sólo de su círculo
más cercano, no estará en contacto con la imagen completa.
- Sea flexible. No es difícil detectar
cuándo alguien quiere escuchar sólo elogios y apoyo a sus propias ideas.
Manténgase lo suficientemente flexible para permitir que sus creencias
básicas sean desafiadas. Tales creencias hacen que el ego piense que
siempre tiene razón, una peligrosa ilusión.
- Dé la bienvenida a la crítica. Los
líderes que llegan lejos a menudo se sienten inseguros acerca de su
posición. Son objetivos constantes de los celos y de la crítica. Dado que
esto es inevitable, empiece pronto a abrazar otros puntos de vista,
acomodándolos cuando pueda y al menos escuche a sus críticos tomándolos en
serio. No hay mejor manera de desarmarlos.
- Sea bueno en alertar de las repercusiones y
en dar retroalimentación sincera. Todo el mundo toma nota de cómo
las alabanzas y las culpas se reparten. Nadie es indiferente. Asegúrese de
que sus comentarios no rebajen a nadie y, si tiene dudas sobre
sentimientos heridos, consulte a la persona en privado. "¿Estás
bien?" no es suficiente. Mire y escuche sus reacciones personales.
- No reclame el monopolio de la verdad. Tenga
en cuenta que no ve la imagen completa. Esto inculcará el deseo de
escuchar tantas perspectivas como sea posible.
- “¿Qué necesitan estas personas?”: nunca
pierda de vista esa pregunta central. Nunca salga de la sala de reuniones
sintiéndose confundido sobre esto. Detrás de cada discusión, alguien
necesita algo. Sus necesidades del ego son sólo parte de la mezcla.
- Reconozca la diferencia entre lo que alguien
necesita y lo que quiere. Todos queremos más de lo
que está disponible, así es como se diseña el ego. Pero la mayoría de las
veces, lo que realmente necesitamos no está claro. El ego y las emociones
se interponen en el camino. Si puede expresar su verdadera necesidad en
cualquier situación, sin distraerse por lo que su ego quiere, usted será
extremadamente clarividente.
Es innegable que el ego
juega un papel esencial. La trampa escondida está en que parece que necesitamos
uno todo el tiempo y cuanto más fuerte mejor. Se espera que los líderes sean
decisivos, seguros y autodirigidos ante las presiones que vienen de todas las
direcciones. Sin embargo, incluso en este escenario del mundo real se debe
dejar el ego de lado temporalmente, no sólo para hacer una demostración de
humildad, sino para hacer que las cosas funcionen mejor.
06 de Octubre de 2017
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