Seguramente todos nosotros hemos
tenido la gran oportunidad de experimentar lo que el psicólogo Mihály
Csíkszentmihályi denomina “Estado de Flujo o Flow”.
¿Has estado tan inmerso en una
actividad que has perdido la noción del tiempo? ¿Has estado tan atento a lo que
alguien decía que has sido incapaz de escuchar que otra persona te estaba
hablando? ¿Has focalizado tu atención en algo, llegando a olvidar todo lo que
tenías a tu alrededor?
Si algo parecido te ha sucedido alguna
vez ya has tenido la gran oportunidad de encontrarte en estado de flujo.
“Fluir” tal y como lo define este maestro de la psicología positiva es, por lo
tanto, la implicación total en una tarea o actividad, de tal manera que el
individuo experimenta un grado de concentración absoluto que le hace poner
todas sus habilidades y destrezas al máximo nivel posible.
En el estado de Flow nos encontramos
haciendo lo que realmente nos place y apasiona, al menos en ese momento. Es el
placer de sentir que estamos haciendo justo lo que en ese instante necesitamos,
dejando en segundo lugar en orden de importancia cualquier otra cosa que intente interponerse en nuestro camino.
Podemos experimentar el estado de Flow
en prácticamente cualquier situación cotidiana, siempre y cuando nuestras
habilidades y las que requiere la tarea estén en equilibrio. Si no fuese así
sería imposible. Una tarea que exija un nivel de destreza más alto que el que
en ese momento seamos capaces de proporcionar simplemente nos provocaría estrés
y ansiedad. De lo contrario, una tarea que exigiese poco nivel de destreza al
que nosotros superaríamos con creces nos estaría provocando aburrimiento. Por
lo tanto, el equilibrio y sintonía entre lo que somos capaces de dar y lo que
la tarea demanda es fundamental para poder entrar en estado de Flow.
Sabiendo esto, es fácil pensar que
cada cual encuentre esta paz interior realizando cualquier actividad que para
él o ella permita alcanzar este equilibrio del que hablo. Cocinar, hacer
deporte, el propio trabajo, pintar, pasear… cualquiera puede encontrar aquellas
actividades que le dejen fluir.
Pero detectar esta actividad no es suficiente. Fijarnos una meta alcanzable, alcanzar un alto grado de
concentración, trabajar nuestra frustración y miedo al fracaso, permitirnos
cometer errores, centrarnos en el proceso y no obsesionarnos con el resultado…
todas estas habilidades internas de la psicología emocional son ingredientes
positivos que nos empujan hacia la posibilidad de entrar en un estado de Flow.
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