En muchas
organizaciones, ya sean grupos políticos, empresas o incluso
hasta el propio Ejército, encontramos líderes negativos que han sido los
“elegidos” por herencia cultural, por veteranía en la organización o por una
mala selección de quien en su día le otorgó un nombramiento.
Como bien
es sabido, el líder no actúa nunca solo, sino que se rodea de un grupo de
"expertos" que le asesoran, le apoyan en las decisiones y le ayudan a gestionar la forma y los contenidos de su liderazgo. Siendo así, podemos
decir que conociendo cuál es el perfil de ese grupo cercano al líder
podríamos saber cómo será el tipo de mandato que vaya a liderar.
El líder
positivo se rodea de un equipo de expertos con el
que la comunicación fluye y la cooperación es uno de los valores y fundamentos del grupo. Asume que las personas
que le rodean saben más que él en sus propias especialidades y, como líder,
sabe limitarse a coordinar a este equipo sin cuestionar
en ningún momento lo que como profesionales aportan.
El líder negativo, sin embargo, pretende saber más que ese grupo de expertos del que se
rodea, cuestionándoles cualquier aportación que realizan. En muchas ocasiones,
este líder ni siquiera es aceptado por estos expertos que, quizás bajo
coacción o amenaza, le pueden estar rindiendo pleitesía aceptando que trabajan
bajo lo que consideraríamos un régimen dictatorial.
La cuartilla que rodea al líder negativo está formada por unos miembros
totalmente sumisos que si acaban cogiendo fuerza pueden llegar a convertirse
en futuros líderes negativos, muy probablemente más virulentos que su propio
antecesor por la represión psicológica sufrida.
Psicológicamente
hablando, los líderes negativos tienen un perfil muy peculiar y que siempre se repite:
son personas con baja
autoestima, con muchos complejos y que fueron humilladas en su infancia.
Antes de recibir poder han sido muy serviciales hacia sus superiores, quienes
le acaban dando alas convirtiendo toda su baja autoestima en soberbia y egocentrismo, siendo capaces de
destruir y oponerse a todo y a todos con el fin de seguir absorbiendo cada vez
más poder.
Muy
probablemente habrás coincidido a lo largo de estos años con líderes
positivos y también con negativos a quienes ahora mismo sabrías poner nombre y apellidos.
Convendrás conmigo que en un contexto en el que el líder ha recibido ese rol de
manera natural, impulsado por el propio grupo, tú y tus compañeros os habréis sentido cómodos, motivados y,
en definitiva, habréis sido mucho más productivos y eficaces. En contraposición te habrás encontrado con entornos en los que alguien no aceptado por la amplia mayoría ha ocupado un
rango jerárquicamente superior, ejerciendo un control desmesurado, siendo nada cooperativo con el
resto del equipo y dictando órdenes que en ocasiones han confrontado directamente con tus principios y valores. En esta ocasión, y siendo muy difícil de cambiar
esa situación, es muy probable que hayas tenido que tomar la decisión de salir del grupo, porque
de lo contrario veías un claro abocamiento hacia una situación susceptible de
convertirse en enfermiza tanto para las relaciones con los demás como para ti mismo.
Hasta aquí una vez más dejo abierta una reflexión sobre cosas que parecen que no son comunes y, sin embargo, ocurren más de lo que podemos llegar a imaginar. Sólo nos queda el alivio de pensar que siempre hay salida y también de recordar cómo terminan estos líderes: sin excepción, acaban sumidos en una paranoia y delirio persecutorio que les devuelven todo el mal que proyectaron en los otros, haciendo que se estrellen, porque en definitiva no obviemos que lo que ocurrió es que se les dieron alas sin merecerlas y nunca se dejaron enseñar a volar.
Hasta aquí una vez más dejo abierta una reflexión sobre cosas que parecen que no son comunes y, sin embargo, ocurren más de lo que podemos llegar a imaginar. Sólo nos queda el alivio de pensar que siempre hay salida y también de recordar cómo terminan estos líderes: sin excepción, acaban sumidos en una paranoia y delirio persecutorio que les devuelven todo el mal que proyectaron en los otros, haciendo que se estrellen, porque en definitiva no obviemos que lo que ocurrió es que se les dieron alas sin merecerlas y nunca se dejaron enseñar a volar.
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