miércoles, 17 de septiembre de 2014

El rol de la escuela en el contexto 2.0

En pleno siglo XXI en el que las TIC (tecnologías de la información y la comunicación) ya están inmersas en todos los contextos en los que nos movemos, reflexiono hoy sobre los cambios que ello ha supuesto en uno de los contextos clave que determina el futuro del niño: la escuela.

La presencia de las TICs en la escuela ha supuesto un cambio en el rol de ésta, pues deja de ostentar el monopolio del aprendizaje como fuente del mismo para jugar un papel de mediadora entre lo que el alumno rescata a través de las redes sociales y de Internet y lo que conviene que extraiga de esta información para hacerla práctica y provechosa en su fase educativa-formativa.

Considero que la escuela no ha perdido su razón de ser, sino que está experimentando una necesaria readaptación a esta nueva era tecnológica. La escuela es ahora el lugar que ayuda a los aprendices a integrar la información que yace en el mundo online dándole forma, orden, contexto y lógica para poder adaptarla al mundo offline en el que el alumno se desenvuelve. Por lo tanto, la escuela sigue ocupando un rol clave y central, aunque sí es cierto que diferente al tradicional.


Muchos docentes han entrado en pánico cuando se han visto obligados a utilizar las NTIC y sienten que saben menos que sus alumnos y han perdido el control sobre ellos. En ningún periodo de la historia de la educación sucedió que los estudiantes pudieran saber más sobre algo que el propio maestro. Pero sólo se consigue superar este "miedo" cuando se es consciente que el rol principal ahora es el de ayudar al alumno a evaluar los resultados de su búsqueda y tomar las mejores decisiones.

Es momento de dejar de lado ciertos prejuicios como que el docente tiene que ser el experto y empezar a aceptar un nuevo paradigma que se mueve más en la posibilidad de que exista un beneficio mutuo entre maestro y alumno. Como en cualquier relación 2.0, ambas partes contribuyen activamente en el aprendizaje y en la construcción a través de compartir experiencias y conocimientos.

El mejor profesor que yo haya tenido no fue el que más sabía, sino el que más atractivo me hizo el estudio. Por eso, no hay que ser un experto en TIC para poder seguir siendo un buen maestro, pues puede seguir siéndolo si sabe generar interés durante el aprendizaje del alumno, aunque ahora ese aprendizaje sea en parte bidireccional. El mejor maestro no es el que siempre tenga una respuesta para el alumno, el mejor maestro será el que sin saber una respuesta lo reconozca y le diga al alumno que juntos van a buscarla. Hacer partícipe al alumno le genera a éste un sentido de utilidad que le facilitará la inspiración, la implicación y la motivación en la absorción de lo que el maestro trate de explicarle y, además, hará más fácil que el maestro aprenda también sobre aquello en lo que ahora se desenvuelve más lento como son las nuevas tecnologías. 

La información está ahora al alcance de todos y se comparte y ello hace que la inteligencia se convierta en colectiva y el aprendizaje sea colaborativo. El rol de la escuela en general y del maestro en particular pasa a ser un rol de educador como mediador, porque la sola incorporación de las TIC no brinda una correcta dirección al alumno, sino que hay que dársela. Por lo que respecta al papel de la familia, primer filtro en este aprendizaje, debe seguir una misma pauta de mediadora y orientadora en el uso de la tecnología por parte del niño. Las TIC deben ser compartidas también en casa y los padres, igual que los maestros en la escuela, deben compartir lo que saben, escuchar lo que tienen que enseñarle los más pequeños y permanecer en alerta, poniendo los límites que sean necesarios, corrigiendo comportamientos y felicitando por aquellos que consideren correctos.

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