Los jóvenes que nacimos en
el año de Naranjito (Mundial de Fútbol celebrado en España en 1982) y
posteriores no tuvimos como presidente del Gobierno a Adolfo Suárez. El ex
presidente, que falleció el pasado 23 de marzo, ha ocupado las portadas de los diarios, varios espacios informativos y los documentales durante estas dos semanas. Pero no
sólo la prensa se ha dedicado a difundir la memoria de quien en su día jugó un
papel fundamental en la transición democrática española; en todas las casas, en
las calles de los pueblos y ciudades e incluso en los foros más informales se
han dedicado unos minutos para hablar de Adolfo Suárez.
En el artículo de hoy no voy
a entrar a valorar si Suárez fue un buen o un mal político, básicamente porque
este no es un blog de política. Dedico este artículo a Adolfo Suárez porque su
presencia en la memoria de todos los españoles durante estos días, las largas
colas de personas que ni siquiera le conocieron esperando para darle el último
adiós y los numerosos y multitudinarios homenajes que se le han dedicado, no
son más que muestras de la huella que dejó en el pueblo español. Su ejemplo es
un claro argumento para decir que la marca personal (tema que sí es de la
incumbencia de este blog) no es algo que se tenga, sino algo que se deja.
En junio de 1976, el Rey
Juan Carlos I le encargó la formación del gobierno de España tras la dictadura;
una apuesta arriesgada para alguien desconocido, pero alguien a quien España
necesitaba en un momento crucial de su historia. Su gran capacidad comunicativa
(natural y cercana), su impecable imagen personal y su capacidad de liderazgo
fueron pilares que sustentaron su branding en una etapa de transición en la que
se demostró un ejemplo de esfuerzo colectivo para el mundo liderado por Adolfo
Suárez, quien fue capaz de reunir a falangistas conversos, a sociodemócratas y
a liberales, entre otros, para afrontar una etapa llena de
dificultades políticas, sociales y económicas.
Pero además de su estilo
personal, comunicativo y cercano, ¿cuáles fueron los acontecimientos clave en
la construcción y asentamiento de su marca?:
- A diferencia de sus sucesores, Adolfo
Suárez consiguió ejecutar las intenciones que propuso cuando fue elegido
Presidente de la nueva España, a pesar de haber recibido impedimentos de
todas partes (militares, terroristas, sindicatos,… incluso de sus propios
compañeros). Su famoso “puedo prometer y prometo” en el discurso de 1977
como candidato de la Unión de Centro Democrático (UCD) y a la
Presidencia de España, permitió reforzar las promesas ya cumplidas durante
ese año y llenó de intenciones creíbles su mensaje electoral, llevándole a
ganar esas elecciones.
- Adolfo Suárez presidió el Gobierno hasta
1981, instante en que presentó su dimisión anteponiendo el interés por la nación
al interés personal. En ese discurso de dimisión le escuchamos decir “yo
no quiero que el sistema democrático de convivencia sea, una vez más, un
paréntesis en la Historia de España” (reviento si no digo qué utópico
sonaría algo así en la actualidad). Este sin duda fue otro de los momentos que ahondaron la
huella dejada durante los 5 años de presidencia.
- Tras su dimisión, un nuevo acontecimiento clave en su trayectoria política fue el verle plantar cara a los golpistas de Tejero el 23F de 1981, mientras que otros tantos políticos que en días posteriores iban a gobernarnos, se escondían atemorizados bajo sus escaños.
Es evidente que su marca política se sustenta en su labor como líder del Gobierno español de la época. Pero si algo ha hecho que tres décadas después Suárez siga teniendo esa impronta en los ciudadanos españoles ésta ha sido la enfermedad. La muerte de su esposa y de su hija a consecuencia de un cáncer y la enfermedad de Alzhéimer que le hizo incluso olvidar que un día fue Presidente del Gobierno, hicieron empatizar a toda una nación con Suárez y su mala fortuna, uniendo inevitablemente su marca personal a su marca política y conformando la huella que Adolfo Suárez dejará siempre en la historia de España.
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