Una
misma persona puede tener varios roles y llegar a realizar diversas actividades
a lo largo del día: ser cabeza de familia, hacerse responsable de las tareas del hogar, ser
quien eduque a los hijos, llevar la vida en pareja, trabajar fuera de casa,
disfrutar de la vida social…
El
estrés generado por querer llegar a todo puede dar lugar a la aparición de
problemas psicológicos tales como la ansiedad, el insomnio o cambios en la
autoestima, pero también orgánicos como las migrañas, gastritis, cefaleas,
colon irritado, etc.
Existen
varias razones por las que pueden ocurrir estos síntomas que se engloban bajo
el nombre del síndrome del Burnout o síndrome de estar quemado en el trabajo. Un
estado de agotamiento físico, emocional y mental vinculado con el ámbito
laboral y el estilo de vida del empleado más allá incluso de las cuatro paredes
de la empresa.
Aunque
el síndrome se vincula normalmente al ámbito laboral, no debemos olvidar que al
fin de cuentas somos personas y que todos nuestros problemas, por mucho que los
queramos dejar en casa o en el trabajo, los llevamos siempre cargando en una
mochila. Por este motivo, el “estar quemado” en el mundo laboral, como se
traduce al Burnout, a veces no únicamente conlleva causas laborales, sino que
se trata de un cúmulo de circunstancias laborales y personales que nos llevan a
sufrirlo.
Problemas
con la familia, con la pareja, con la salud propia y la de otros, con los amigos, económicos, con el
jefe, con los compañeros de trabajo, con la actividad profesional en sí misma… pueden ser
suficientes para que todos los roles y actividades que realizamos a lo largo de
nuestra jornada puedan verse afectados, llegando a colapsarnos emocional y
físicamente. Algunas de las razones que nos llevan a sufrir las consecuencias
de este síndrome pueden ser:
- A la jornada laboral se le tienen que sumar otras tareas domésticas, como por ejemplo las horas que dedicamos a la pareja, a los amigos, a los hijos y a otras personas dependientes, además del tiempo de ocio o aquel dedicado a otras actividades.
- Es verdad que después de que comenzase la pandemia, la flexibilidad laboral, gracias al teletrabajo ha aumentado en un porcentaje bastante significativo y de una manera muy rápida en comparación con años previos, pero aun así el mercado y las estructuras laborales siguen teniendo horarios poco flexibles.
- En muchas ocasiones, las instituciones no ayudan en recursos sociales o económicos que permitan la conciliación de la vida familiar y la vida laboral, ni a las empresas ni a los propios empleados.
- En otras ocasiones, sin entrar en el farragoso tema del feminismo o del machismo, sigue existiendo una creencia importante de que el peso familiar debe caer sobre un único individuo de la pareja.
- Las jornadas laborales partidas hacen que sea más difícil la conciliación de la vida familiar, al estar muchas horas fuera de casa.
A todo
esto podríamos añadir muchos otros motivos, pero es hora de no pensar tanto en los
qué sino en el cómo podemos actuar o cuáles son aquellos consejos que nos
pueden ayudar para mejorar nuestra salud mental y física o fisiológica. Por
ejemplo:
- Atender más a nuestra persona: dedicarnos más tiempo al propio cuidado y bienestar, sin dejar de practicar las aficiones que nos gustan, y buscar un momento para hacer ejercicio y tiempo para relajarnos y descansar.
- Aprovechar las nuevas tecnologías: por ejemplo, para agilizar en las tareas domésticas, usándolas para hacer la compra online o para agrupar tareas que nos hagan ganar tiempo, como solicitar citas previas en algún organismo, pagos y transferencias bancarias…
- Disfrutar de la vida en pareja o familiar: deberíamos programar salidas con nuestra pareja y también con nuestra familia para disfrutar del tiempo libre. Además, sería necesario lograr repartir las tareas domésticas y las responsabilidades con todos los convivientes ya desde un principio.
- No olvidar la vida social: mantengamos el contacto con los amigos, apuntémonos a cursos y actividades que nos permitan relacionarnos y conocer nuevas amistades y, en el ámbito laboral y profesional, procuremos en la medida de lo posible no llevarnos el trabajo a casa, optemos por trabajar jornadas intensivas con horarios flexibles o con teletrabajo, siempre y cuando sea posible y, sobre todo, aprendamos a delegar, aprendamos también a priorizar qué es lo importante y qué es lo urgente para no agobiarnos continuamente.
Otros
tips para disfrutar más y preocuparnos menos:
- Conozcámonos mejor y seamos conscientes de nuestras limitaciones personales
- Aceptemos las virtudes y los defectos propios
- Asumamos que el futuro es incierto y los imprevistos son inevitables
- Huyamos de la perfección como meta
- No juzguemos, ni nos exijamos más de la cuenta. Se llega hasta donde se tiene que llegar o hasta donde se puede llegar
- Trabajemos con la realidad y no con lo ideal, con lo que los demás quieren
- Olvidémonos de las prohibiciones autoimpuestas y de los “debería”
- Aprendamos a decir no
- Demos un grito de vez en cuando si lo necesitamos
- Establezcamos prioridades
- Si fuese necesario, acudamos a un profesional
- Aprendamos a desconectar y a olvidarnos más de las nuevas tecnologías, del móvil, del ordenador, de los videojuegos, de las redes sociales…
- Evitemos el sentimiento de culpa
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