Hace un
año se escuchaba que las personas estábamos cambiando, que nos habíamos vuelto
más “humanos”, que el lado bueno de la gente había aflorado para quedarse,… y
esto se explicaba como la gran noticia, en la que se difundía que, a partir de
una pandemia, nos habíamos vuelto más solidarios, más empáticos y que habría
más amor y más felicidad.
Puede
ser, y no lo niego, que en parte fuese verdad. Incluso lo hemos visto en televisión,
en la calle, en los vecindarios y en los hospitales… pero esto es algo puntual y
efímero, común a todas las catástrofes. Después de un ataque terrorista o de
una catástrofe natural, por ejemplo, las personas hemos respondido y nos hemos
vuelto realmente más sensibles, con emociones a flor de piel y con gestos
realmente altruistas y empáticos. La gran diferencia con respecto a la
situación actual es que estas catástrofes tienen un inicio y un fin más o menos
corto en el tiempo y afectan a un lugar o a un colectivo muy concreto, mientras
que la pandemia, además de ser mucho más mediática, afecta a todo un planeta y
tiene una duración muchísimo más larga, por lo que estos gestos empáticos,
altruistas y llenos de emociones que nos unen se ven multiplicados y son mucho
más duraderos.
Con
esta introducción que está a la orden del día, quiero hablar esta vez de un
tema que se aborda en muchos seminarios y en muchos libros que es el de la
Gente Tóxica. No nos engañemos, la gente tóxica siempre ha existido y seguirá haciéndolo
por muchas pandemias o catástrofes que ocurran. Es inherente a la especie
humana y, principalmente, es debido a que somos distintos unos de otros y no
existen dos personalidades idénticas.
Una
persona tóxica, según la definición más extremista, es una persona que no ha
madurado emocionalmente, insegura, quizás egoísta, que necesita estar al lado
de alguien (su víctima) para entablar una relación absorbente, la cual le va a
permitir descargar esas frustraciones, convirtiendo a esa víctima en una
especie de terapia particular y gratuita.
Quitando
un poco de crueldad y diabolismo a esta definición, yo prefiero quedarme con
que, en mayor o menor grado, todos llegamos a ser tóxicos para alguien, desde
el momento en que consideramos a la gente tóxica como aquella con la que,
después de haber estado cierto tiempo, nos llegamos a sentir estresados, nerviosos,
frustrados, tristes… Para nosotros, esas personas tienen cierta toxicidad que
nos hacen sentir así.
Si habéis leído libros o artículos que traten sobre la toxicidad de las personas, seguramente hayáis encontrado diferentes tipologías de personas tóxicas e incluso habréis sido capaces de ponerles nombre y apellido; razón por la cual es fácil entender que todos tenemos a nuestro alrededor personas tóxicas con las que convivimos en el día a día. A modo de resumen, los tipos más definidos son:
- Gente autoritaria: que normalmente en la empresa coincide con la figura del jefe. Suelen ser personas inseguras y por eso incitan el miedo hacia los subordinados, jugando con sus necesidades para que no hagan locuras que puedan ir en su contra y poder así seguir conservando su puesto de trabajo.
- Gente envidiosa: aquella que no es feliz porque siempre quieren lo que los demás tienen.
- Gente pesimista: que siempre ven todo de manera negativa. Son a los que se les llama (y me encanta esta metáfora) “vampiros emocionales”, porque tienen esa habilidad de absorber todo el color que tienen quienes les rodean, transformando la realidad en un cuadro en blanco y negro.
- Gente descalificadora: que disfruta menospreciando y desestabilizando emocionalmente a los demás. Primeramente son amigos o parecen serlo, pero después van a utilizar toda la información que tengan para desvalorizarte en el momento que ellos lo necesiten.
- Gente neurótica: que suelen ser personas inseguras, muy perfeccionistas egoístas… y que acaban absorbiendo tu energía.
- Gente manipuladora: que normalmente es más difícil de detectar porque parecen ser personas complacientes. Si les decimos las cosas sinceramente se pueden sentir atacadas y van a acabar dando la vuelta a la tortilla, de manera que te sientas tú culpable y acabes pidiéndoles perdón.
- Gente sociopsicópata: es la personalidad tóxica más peligrosa, porque son personas impulsivas que no sienten remordimientos cuando hacen daño a los demás. Buscan alcanzar un objetivo sin importar a quien se lleven por el camino.
Pero también
podríamos encontrar gente chantajista, narcisista, dependiente…
Y, sobre
todo, nunca olvidemos, que cualquiera de nosotros podemos estar incluidos en
uno o varios de estos tipos de personas tóxicas, dependiendo a quién preguntásemos.
¿Cuál
o cuáles son nuestras armas para hacer frente a una persona tóxica?
Tenemos
diferentes opciones, aunque la mejor sería la de huir, es decir, no mantener
ningún tipo de relación con esa persona y apartarla de nuestro camino. Pero
esto no siempre es posible, porque la persona tóxica puede estar en nuestra
familia o puede ser un compañero de trabajo. En estos casos tenemos que
intentar utilizar nuestra caja de herramientas de la inteligencia emocional. Lo
más importante de todo y primero es tener claro quiénes son y en qué me afecta
el tenerles a mi lado. A partir de ahí tenemos que hacer uso de la herramienta
que mejor se adapte a esa situación y persona, por ejemplo la asertividad para
no acceder a todas sus peticiones, pero sin ser contundentes en la negativa y
acabar hiriéndoles, cosa que podría repercutir negativamente hacia nosotros tras verse atacados. Otra opción sería la de utilizar nuestra fuerza interior,
partiendo de la base de que es mucho más fuerte de aquella fuerza que nos
quiera imponer el elemento tóxico, por ejemplo, ante una persona pesimista,
siempre podremos darle mucho más valor a nuestro positivismo, el cual
neutralizará la negatividad que nos llega. Como se dice, 'cada maestrillo tiene
su librillo', y al fin de cuentas lo importante es saber encontrar la mejor fórmula
de entre nuestras posibilidades con el fin de alejarnos lo máximo posible de la
toxicidad. Es de señalar en este punto que, independientemente de qué herramienta
utilicemos, ante cualquier situación límite que nos podamos encontrar es
necesario siempre denunciar.
Como
decía antes, nosotros también podemos ser gente tóxica para otros sin
saberlo. Cuando a una persona no la estamos haciendo sentir cómoda por la razón
que sea, para esa persona somos gente tóxica y, con ello, quiero quitarle un
poco de maldad a la persona tóxica por la razón de que a veces de manera
inconsciente uno es tóxico sin saberlo. Mirándolo desde el punto de vista más
pragmático, todos tenemos un poco de pesimismo, un poco de dependencia hacia
otros, algo de narcisismo… y no pasa nada, lo problemático comienza cuando
sobrepasamos ciertos límites.
En
definitiva, que no nos vendan la película de que la gente se va a volver más
buena, solidaria, altruista, empática y menos tóxica. Todos guardamos en
nuestro interior estas cualidades (algunos más en el interior que otros) y
todos somos capaces de sacar nuestro lado más amable y más humano ante
situaciones que realmente lo requieren, pero esto no quiere decir que de la
noche al día vamos a vivir en un mundo mejor.
Cuando empecé a leer tenía la incertidumbre de si conseguiría ver reflejada una verdad sobre la gente tóxica que aquí la he encontrado: "todos llegamos a ser tóxicos para alguien". Es algo incómodo de aceptar pero real, lamentablemente nuestras acciones pueden llegar a ser tóxicas para alguien sin que seamos consientes. Gracias por destacarlo.
ResponderEliminarAsí es Rafael. Te agradezco tu tiempo de lectura y el comentario añadido. Un saludo!!
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