Comparto con vosotros este artículo que me ha resultado interesante.
La resiliencia está presente en la mayoría de los niños, pero también, en
muchos adultos. Además, es posible aumentarla y fortalecerla.
Después de acontecimientos traumáticos, el ser humano se repone y
sale fortalecido. Esta capacidad está presente en la mayoría de los niños,
independientemente de la importancia de la tragedia. Se llama resiliencia y
es posible entrenar a tus hijos para ello.
5 pasos para fomentarla en tus hijos
Los niños son los seres más
vulnerables porque no cuentan con las herramientas
necesarias para poder enfrentarse a los problemas de
la vida. Fomentar esta capacidad en tus hijos es indispensable
para su óptimo desarrollo.
Hay cinco puntos que les ayudes a mejorarla:
1. Enséñales que el cambio es parte
indiscutible de la vida. Nada
permanece eternamente y no tiene que ser algo directamente negativo. Cada
cambio es una oportunidad para abrir puertas nuevas y enriquecernos. Un momento
para poder repasar todo lo aprendido, para adquirir nuevas herramientas y
conseguir alcanzar un mayor bienestar al que teníamos hasta ese mismo momento.
2. Fomenta su optimismo. Una buena actitud es la clave para enfrentarse a cualquier
situación y salir victorioso de ella. Y es que no se trata de ver únicamente el
lado bueno de las cosas, sino de que pese a todo lo malo que haya, siempre
podemos encontrar algún motivo por el que vale la pena luchar.
3. Enséñales a ampliar su círculo de amigos. Una buena base de apoyo social es crucial a la hora de
desarrollar la resiliencia. Además, aumentan sus relaciones positivas y fomenta
su bienestar.
4. Edúcales en autonomía. Con tu ayuda y tu apoyo deben ir resolviendo por ellos
mismos todas las tareas diarias y los problemas que vayan surgiendo, desde
lavarse los dientes hasta enfrentarse a la frustración de un suspenso.
5. La importancia de ver los problemas como retos. Esto aumenta nuestra sensación de autoeficacia y podremos
tener mejores resultados.
Salir fortalecido de la adversidad
La palabra resiliencia deriva del latín, al juntar re,
"hacia atrás", con salire,
"saltar". En palabras de Christopher Layne, de la Universidad de
California, "la resiliencia implica que, tras un breve lapso de tiempo,
rebotamos otra vez hacia un estado operativo". Básicamente quiere decir
que a nuestro estado mental le sucede lo mismo que a un muelle: al vernos
presionados por un evento estresante, seremos capaces de volver al estado inicial.
Pero la resiliencia va más allá, y es que, nunca se vuelve al estado de inicio
completamente, porque todo queda en nuestro cerebro almacenado, por lo que
implicaría retomar la calma inicial con una nueva fortaleza, la que da todo lo
aprendido y el saber que podemos reponernos ante la adversidad.
Luthar, Cicchetti y Becker definen la resiliencia como "un proceso dinámico que
abarca la adaptación positiva dentro del contexto de una adversidad
significativa". Por lo que se juntarían, por un lado,
la exposición a la adversidad, con su superación y con la adaptación positiva,
es decir, acaba obteniendo un beneficio secundario del evento.
Pero ¿de dónde viene esa capacidad? Kumpfer estudió el fenómeno de la
resiliencia en niños y encontró que varias variables se relacionaban en el
afrontamiento del estrés: factores genéticos, como la inteligencia, junto al
'locus' de control interno (percepción de que uno mismo controla su vida), el
círculo familiar, el ambiente social, las relaciones de crianza, la intensidad y
duración del evento traumático o la edad del niño.
Las experiencias dolorosas y traumáticas pueden modificar
por completo la vida de una persona. Y también, es en estas situaciones cuando
una persona puede aprender y fortalecerse. Para ello, es importante contar
imprescindiblemente con resiliencia. Enseñarles a ello es por ello clave en
tu labor como padre.
12 de Junio de 2018 12:23
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