Apenas
hace dos años escribí un artículo sobre la Marca Personal del por
entonces Rey de España Juan Carlos I.
En aquella ocasión explicaba cómo el Rey destruyó en pocos años la prestigiosa
marca personal que había tenido durante décadas. También, al final del artículo,
hacía mención al nuevo Rey Felipe VI, que iniciaba su mandato con una parte del
pueblo a favor y otra parte en contra. Era difícil en aquel entonces hablar de
su reputación como “marca” que representa en España, y debería pasar algún
tiempo hasta poder valorar la fiabilidad de su branding
como nuevo monarca.
No
ha hecho falta esperar demasiado. Recientemente, han saltado a la luz sus whatsapps
de apoyo, junto a los de la Reina Letizia, al empresario Javier López
Madrid, otro de esos tantos corruptos españoles salpicado por el escándalo de
las "tarjetas black” de Caja Madrid y Bankia. Además de estar
siendo investigado por acoso sexual, según publicaba el diario "El
Mundo" en marzo del año pasado.
La
conversación por el chat tuvo lugar en octubre, cuatro meses después de la
coronación de Felipe VI el 19 de junio de 2014, y ha sido extraída del móvil
del empresario por la Guardia Civil.
Todo
esto es otro sumando a lo que ya comenté en su día sobre la marca personal del
Rey Juan Carlos I y sobre las tramas corruptas de su yerno Iñaki Urdangarín y
su hija la Infanta Cristina, ambos imputados por delito fiscal. En este caso su
hermano, el Rey Felipe VI, le revocó a la Infanta el título de Duquesa de Palma como un
intento de dar una lección de justicia y lealtad ante el pueblo español
por haber infringido la Ley. El caso Nóos por el que ambos están imputados
sigue en curso, pero veremos si finalmente pagan los culpables como pagaría
cualquier ciudadano anónimo que hiciera algo parecido.
La
incongruencia de Felipe VI queda patente entre ese acto de castigo
hacia su hermana por estar envuelta en una mala praxis legal (le revocó el
título de Duquesa) y ese otro gesto de apoyo por esa misma mala praxis
al empresario a través de los mensajes de whatssap, que obviamente
esperaba nunca salieran a la luz como ha acabado siendo.
Esta
incoherencia
entre lo que por un lado una marca publicita y vende y, por otro, lo que
realmente ofrece, echa el prestigio de cualquier persona al medio de una
ciénaga.
No
hace falta decir mucho más, la familia real española goza hoy día de lo que se
merece por mucho que los monárquicos, los felipistas y los letizistas se
empeñen en negar: una mala reputación, una pésima marca institucional y
una credibilidad que ni llega a la suela de los zapatos de los españoles
que estamos hartos de la corrupción política, empresarial y también ahora
monárquica, sin que prácticamente ninguno de los involucrados esté pagando por
los delitos cometidos como dicta la Ley ante cualquier otro ciudadano.
Como
veis os he traído esta vez otro ejemplo de una triple pésima gestión de
marca. Personal (la del Rey), político-legal (la suavidad de
nuestra Ley ante los casos de corrupción) e institucional (la de la propia
Casa Real).
Hola Alex, No había visto tu blog. me gusta el análisis que haces sobre la familia real. Hay tanto que analizar en los temas de comunicación. Yo hago contenidos para un blog el de la Ruta del Despilfarro. Te invito a conocerlo, aunque este año lo tengo un poco quieto. Saludos
ResponderEliminarMuchas gracias Teresa por dejarme tu comentario. Agradezco que hayas descubierto mi blog y espero que te guste. ¿Me adjuntas el enlace del tuyo? Me encanta también descubrir espacios de otros bloggeros y seguro que el tuyo estará genial. Seguimos en contacto. Un saludo!!
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