Estamos en OCTUBRE, mes del gato como animal que nos hace reflexionar sobre la coherencia en este Blog. Comparto con vosotros este artículo que me ha resultado interesante.
Asistimos en estos
últimos tiempos a un hecho tan novedoso como insólito, a la vez que peligroso e
inútil, cuál es pretender alterar las leyes de la naturaleza y de la lógica.
Afanarnos en algo parecido a intentar que las cosas caigan hacia arriba, que
sembrando cereales esperemos recoger frutos distintos o que sembrando la nada
pretendamos recoger alguna cosa; extremos que antojándose una solemne
estupidez, a la hora del comportamiento parece no serlo tanto.
El concepto “causa”
viene definido en el diccionario como aquello que se considera origen de algo
que, según su propia naturaleza, produce actos, efectos o fenómenos. Así mismo
el término “consecuencia” lo es como hecho o acontecimiento que se sigue o
resulta de otro anterior. También como correspondencia lógica entre la conducta
de una persona y los principios que profesa, léase coherencia. La causa es por
tanto el origen y la consecuencia el efecto derivado de un determinado
hecho.
Aristóteles estudió la
ley de causa y efecto o consecuencia, reconocida por ley de la “causalidad”
considerando al movimiento como un paso del ser al no ser en potencia y un paso
del no ser al ser en acto. A este movimiento, el filósofo universal lo
considerará como consecuencia de una causa. Causa y consecuencia son pues a
modo de una autovía de doble dirección. La consecuencia de un hecho hará
preguntarnos sobre las causas que lo originaron y estas nos interrogarán sobre
las consecuencias que pueden ocasionar…o al menos así debería ser, extremo que
cuestiono.
Desde que el mundo
existe, los fenómenos y acciones acaecidas más primarias siempre se han guiado,
han respondido a la lógica como razonamiento en el que la sucesión de los
hechos se desarrollan de forma coherente y sin que haya contradicciones entre
ellas.
Sin embargo asistimos
hoy a una dinámica ciertamente desconcertante, que consiste en criticar,
descalificar, quejarnos o asombrarnos de las consecuencias de un hecho,
manteniendo y sin poner remedio a las causas que los originaron. Una estrategia
interesadamente incoherente y absurda que lejos de resultar positiva y
beneficiosa, lo único que consigue es crear más caos en el comportamiento
personal y colectivo.
Ejemplos podemos
encontrarlos en todos los ámbitos, pero sobre todo en lo cultural y
educacional. Esperar resultados basados en valores que bien no se han inculcado
o se han olvidado, incluso despreciado porque no procuran rentabilidad a corto
plazo; sí, estoy hablando de virtudes humanas, como la sensibilidad,
solidaridad, educación. También de los valores filosóficos y trascendentes.
Repasen, hagan memoria de sucesos y comportamientos que a diario inundan las
noticias y verán que la incoherencia es la resultante con mayor éxito.
El problema de fondo
en nuestra civilización, creo que es de una preocupante falta de coherencia.
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