¿No
tienes la sensación de que los “eneros” siempre son estresantes después de unos
días de descanso de Navidad? ¿No tienes la sensación de que la llamada “cuesta
de enero” se ve endurecida por una situación de cambio de ritmo continuo en
muchos ámbitos? ¿Y no tienes la sensación de que a todo esto se le añade la
incertidumbre prácticamente diaria que nos está ocasionando esta pandemia?
Quizás estamos en uno de los momentos más oportunos del año, y probablemente también de la última década, para hablar del estrés. Un estado que nos sobrepasa y sobre el que tenemos que actuar a tiempo para que no se convierta en un mal peor e irreversible.
En
este blog hablo de personas, pero también de personas en el mundo laboral. Es
por ello, que me centraré especialmente en el estrés laboral, aunque totalmente
se puede aplicar a cualquier tipología de estrés en cualquier otro contexto de
nuestras vidas.
Las
empresas, entendiendo a estas como el conjunto de empleados y empleadas, desde
la Dirección hasta los operarios, debemos buscar soluciones a la gestión del
estrés para asegurar el trabajo en un entorno sano y saludable. Como decía antes,
además de ser un mes oportuno para tratar este tópico, nos encontramos en
un momento ideal para poder hacer esta gestión del estrés, ya que estamos
todavía en un tiempo de pandemia que puede alargarse mucho más allá de lo
esperado y ya que estamos ante un estrés extra debido a toda la incertidumbre
que hoy en día nos rodea en todos los ámbitos.
Los
cambios en la empresa, que en este contexto se ven además afectados por la
incertidumbre sanitaria, social, política, económica…, suelen provocar
tensiones que acaban derivando a estrés. Las organizaciones son cada vez más
líquidas, es decir, que los roles están cada vez más intercalados, creando más
confusión, originando la creación de órdenes contradictorias y generando caos
en todos los estamentos de la empresa.
Antes
de continuar, se me viene una duda que debiera haber planteado al comienzo. Estamos
hablando del estrés, pero ¿tenemos claro qué es el estrés?
Podríamos
decir de él que es un estado que nos produce malestar, que viene provocado por
algo externo y que es un fenómeno que nos afecta biológica, psicológica y
socialmente.
Más
allá de esta obviedad, cabe decir que el estrés debe existir siempre en la
especie humana, del mismo modo que en los demás animales. Pero debe existir en
unos niveles de tolerancia asumibles, ya que se trata de un mecanismo biológico
que está diseñado para la supervivencia. Por ello, aunque lo veamos con una connotación negativa, lo cierto es que su
origen no lo es, sino que siempre ha existido para asegurarnos la capacidad de
supervivencia y adaptación.
Sea
cual sea el motivo que nos esté provocando estrés, la realidad es que existe un
desequilibrio entre las demandas y nuestros recursos para afrontarlas. Por
ello, para afrontar esta situación, tendremos que ser capaces de realizar un
esfuerzo de adaptación, de cambio de conducta, de adquisición de una nueva habilidad,
de aceptación, de renuncia… al hecho causante, que nos permita rebajar nuestro
nivel de estrés.
En
este esfuerzo, sin duda, aparecerán las emociones que ayudarán o interrumpirán
el proceso de afrontamiento. Si ocurre que el proceso se prolonga en demasía,
el malestar continuará provocando el estrés, mientras que si somos capaces de
superar ese malestar con creces, éste quedará revertido y lo veremos
como una motivación y un nuevo “chute” de energía con el que salimos reforzados
de una situación a priori negativa.
Si nos
vemos superados y decidimos acudir a la ayuda profesional para mitigar nuestro
estado de estrés, el profesional va a poder ayudarnos a reorientar nuestra
manera de pensar y actuar, va a ser nuestro coach en este proceso por el que le
estamos consultando, pero no va a poder quitarnos el estrés como podría quitarnos
una muela. Dependerá en gran medida, por no decir en toda, del cómo
nosotros gestionemos las principales fuentes que nos causan el malestar
originario del estrés, que en el entorno laboral podría ser: mucho o poco
trabajo, poca consideración social del empleo, poco sueldo, inseguridad y
precariedad, dificultad para conciliar la vida personal y profesional, etc…
Llegados
a este punto y como conclusión, por no alargar más este tema que nos daría para
mucho, debemos ser conscientes que tenemos el control de la situación en nuestras manos antes de que el malestar se eternice y dé lugar a estrés, ansiedad,
depresión… Es posible cambiar la perspectiva y esto es una elección nuestra,
sobre la que evidentemente podremos apoyarnos de otras personas y de profesionales,
pero siempre partiendo de la base de que el cambio comienza en uno mismo.
Totalmente de acuerdo. Es un problema que conviene respetar y tratar de solucionar a tiempo. Enhorabuena por el blog.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario y por haber invertido unos minutos en la lectura del post. Saludos
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