Estamos en JULIO, mes de Juana de Arco como ejemplo de tener una gran Fuerza Interior en este Blog. Comparto con vosotros este artículo que me ha resultado interesante.
Tener coherencia y "predicar con el ejemplo" son conceptos que se solapan y a su vez son diferentes. En este artículo podrás conocer qué marca la distancia entre ellos.
La coherencia puede ser concebida como un rasgo de la personalidad, una
posición hacia una cuestión en particular o una propiedad del razonamiento.
Además, se ha comprobado que alinear nuestros pensamientos y experiencias
vitales es una reserva positiva en nuestra salud psicológica.
En la actualidad y de forma frecuente, escuchamos las declaraciones de
personajes públicos en cuanto a predicar con el ejemplo y su consiguiente
felicitación. Las redes sociales han fomentado de una manera vertiginosa la
materialización o externalización de valores, que son por esencia, invisibles.
Sin embargo, la materialización de una conducta moralmente
premiada puede camuflarse bajo un repertorio de valores u otras conductas que
pueden ser poco éticos. Por ejemplo, la donación de dinero a las clases que más
lo necesiten puede ser una acción. Sin embargo, esta donación puede ser
cuestionada por algunos si el dinero se ha producido de manera poco ética (Ej:
tráfico de drogas).
La importancia de contextualizar
Llegados a este punto, habría que reformular: ¿qué es el ejemplo? ¿Es
algo que depende de una materialización concreta, una evaluación exterior o una
acción preestablecida? Al disponer más recursos para predicar con el ejemplo,
¿es más ejemplar quien predica con él? La respuesta es no. Predicar con el
ejemplo tendría que ver más bien con el significado primogénito de coherencia.
Según recoge el Diccionario panhispánico de refranes, de
Delfín Carbonell Basset, predicar con el ejemplo indica que ‘uno
debe hacer lo que quiere que hagan los demás’, mientras que la expresión practicar
con el ejemplo, originada probablemente por la similitud entre los
verbos predicar y practicar,no aparece recogida en los
corpus de nuestra lengua.
Por su parte, la palabra coherencia, tiene su origen etimológico en el
latín,coaherentia, que significa conexión interior y designa la cualidad de lo
que presenta una conexión o relación interna y global de sus distintas partes
entre sí. Esta definición, resalta el matiz interno como indispensable en
su conceptualización. Sin embargo, «predicar con el ejemplo» parece dar mayor
relevancia al componente exterior, que es la conducta, como si fuese una
condición necesaria o suficiente.
Así, una conducta o un repertorio de conductas «ejemplares» no
determina la coherencia, ya que el componente cognitivo –como el referente
a una asunción de valores éticos- resulta una condición imprescindible. La
coherencia se puede valorar a través de la relación que mantienen nuestras
experiencias propias o historia con nuestros pensamientos y decisiones. Por
su carácter entero o global, se relaciona con la frase de Aristóteles, recogida
posteriormente por la psicología de la Gestalt, El todo es
más que la suma de las partes.
La verdad como coherencia
Esta diferencia de matices en el concepto de coherencia se suele
olvidar en lenguaje cotidiano, empleándose ambas acepciones indistintamente. Esto
también ha ocurrido en los estudios de filosofía de La teoría de la
coherencia. Según Rescher, esta teoría no ha sido históricamente una doctrina
monolítica, sino que ha tenido formas significativamente diferentes.
La teoría de la verdad como coherencia ha sido estudiada en el
célebre Círculo de Viena, resultando ser un enfoque convencionalista. Esta
teoría recibió críticas por su pensamiento circular, poniendo en cuestión que
significa realmente ser coherente.
Las críticas a esta teoría fueron alumbradas por el filósofo
alemán Schlick, cuando Otto Neurath y Carnap se adueñaban de
una teoría neopositivista de la verdad, advirtiendo de que se tratase de
un planteamiento circular y por insistir en la presencia de la ética en la
verdad.
La coherencia desde la psicología del pensamiento
Desde la psicología del pensamiento, se estudian las formas válidas de
razonamiento así como las falacias del pensamiento más frecuentes. Una que
realizamos al pensar de forma inductiva es creer que la verdad de las premisas
garantiza la verdad de la conclusión. Al contrario, también se produce una
falacia cuando deducimos una conclusión, sin conocer las premisas o incluso,
conociéndolas.
Estos sesgos en el pensamiento se pueden observar en fenómenos sociales
recientes como la posverdad o el populismo, entre
otros. Este último puede ser un ejemplo de razonamiento silogístico
categórico, en el que la conclusión se extrae a partir de una inadecuación de
la premisa mayor con la menor, dando lugar a un pensamiento falaz.
La posverdad puede ser contemplada, como un tipo de falacia formal e
incondicional, denominada afirmación del consecuente. Esta falacia se produce
porque se afirma un segundo elemento y se infiere erróneamente, que su
antecedente, es verdadero.
A la hora de realizar cualquier juicio, valoración o medida ,
conviene recordar la aportación de Einstein en su campo, cuando refirió la
existencia de variables ocultas. Para él, en la realidad, los resultados
de las medidas deberían ser predecibles, y si no podemos hacerlo es porque hay
información que desconocemos. A esta información, la llamó «variables ocultas»
de la realidad.
La coherencia y la salud
En 1987, Antonovsky propuso el concepto sentido
de coherencia ( SOC) como una variable salutogénica, mediadora de la salud en
situaciones de estrés. Este constructo se ha estudiado como una medida de
la capacidad de resiliente, y está relacionado con la autoestima y una mejor
resistencia al estrés.
El valor positivo de la coherencia, ha sido estudiado en un tipo
constructivista de terapia, que lleva por nombre terapia de la coherencia.Esta
terapia integra de una forma interesante lo que ha sido efectivo en la practica
clínica de psicología, confirmado por la neurociencia.
La terapia de la coherencia obtiene
resultados eficaces, consiguiendo intervenir en la experiencia emocional
bloqueada e integrarla en la memoria para hacer consciente un significado. En
otras palabras, trata de devolver al individuo o reinstaurar su coherencia
personal y global.
Este carácter entero o global, que conforma la verdad de la experiencia
del individuo, es característica principal de la coherencia. La verdad sirve
como guía o luz para movernos en un camino; a veces oscuro, otras claro. Cada
persona ha vivido experiencias distintas y aún así, conocemos la realidad en cierta medida, por
lo que, más que pretender seguir un ejemplo en particular, es necesario conocer
nuestra piedra angular, que es la coherencia.
El valor de la coherencia, por ser un valor invisible, parece que ha
pasado más desapercibido en los últimos tiempos o es menos valorado que una
conducta o comportamiento ejemplar, que hace más ruido. Y sin
embargo, y en silencio, puede que estés siendo más coherente, que quien predica
o pregona con el ejemplo. Saber que hay más realidades que las que podemos
deducir por medio de una simple conexión exterior nos permite aproximarnos
a la verdad, desarrollar una mayor apertura mental y entender el sentido ético
de la coherencia.
23 de Junio de 2019
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